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5 estrellas
El danés Peter Schønau Fog debuta con el pie derecho gracias a "El arte de llorar en coro", largometraje que adapta la novela homónima de Erling Jepsen. Schønau Fog se ha puesto en el candelero de la crítica especializada con esta ópera prima que fue, en 2007, la candidata por Dinamarca al Óscar de habla no inglesa y obtuvo el Premio de la Juventud del Festival de Cine de San Sebastián en 2006.
Es lamentable que su estreno en nuestra cartelera haya sido en verano, etapa donde las marquesinas se saturan de churros y el público que demanda un cine más inteligente marca una tremenda distancia. Fui a verla el pasado miércoles, y mientras se agotaban los boletos para "La era del hielo 3" y "Harry Potter", nos quedamos 6 personas en la sala. Una de las mejores cintas del año fue programada en una pésima temporada y no pudo llegar a su propio público.
La historia es inclasificable y no existe género o adjetivo que pueda enmarcarla. Se centra en una familia disfuncional en los años 70's. Con una estructura anecdótica, seguimos los hechos a través de Allan, un niño de once años debe hacer uso de toda su astucia para que su padre esté contento, ya que sólo así la familia permanecerá unida. Claro que lo que más feliz hace a su padre es recitar discursos en los funerales; sus emotivas intervenciones arrancan las lágrimas de todos los asistentes.
Extrañamente la narración aborda temas escabrosos como el incesto y los problemas mentales; todo dentro de un mundo pervertido y socialmente hipócrita. De hecho hay situaciones tan fuertes que hubo dos chicas que se escandalizaban moralmente en plena función. Curiosamente, la película se aleja de darle un tratamiento dramático a las aflicciones mostradas y se divide entre la comedia y el drama; una peculiar obra que tiene un lado oscuramente repulsivo y otro de ternura compasiva. Lo más portentoso del caso es que esa tremenda ambigüedad dramática está maneja con asombrosa maestría y resulta aún más sorprendente sabiendo que el director apenas está comenzando su carrera. Creo que por eso la crítica ha caído rendida ante el filme.
Erling Jepsen no solo es el autor de la novela, también ayudó a Schønau en la adaptación del guión. Jepsen ya era conocido en Dinamarca como dramaturgo teatral, pero este libro le ha valido elogios en el mundo literario. "El arte de llorar en coro" es una crítica despiadada a la institución familiar; su protagonista, Allan, imprime un sentido amoral, inocente y de profunda honradez a una cotidianidad de situaciones perversas que se debaten entre la comedia negra y el costumbrismo. No recuerdo ningún otro ejemplo fílmico que recorra una galería de personajes tan siniestros desde una óptica de primigenia inocencia. Historia sobrecogedora donde no hay cabida para prejuicios. Filme de naturalismo monstruoso pero tremendamente divertido. Pieza extraña y exquisitamente inolvidable. Auténtica obra de arte que demuestra el avance que la cinematografía danesa ha tenido desde Lars Von Trier. Para concluir, cito una entrevista donde el propio director describe el sentido del filme y define perfectamente sus alcances.
"Quise realizar una película que le hablara al público por medio de las emociones. Seguramente este es un filme oscuro y trágico pero, a través de los ojos de Allan, las cosas son tan inocentes que se convierten en humor negro. De este modo lo siniestro se vuelve bizarro". Peter Schønau Fog
3 estrellas
"La maldición de las hermanas" es una propuesta más del muy devaluado cine de horror. La historia narra el retorno a casa de Anna, una chica con recluida en un hospital psiquiátrico, tras un intento de suicidio, producto de su incapacidad para afrontar la muerte de su madre en un incendio. Al regresar a su hogar, la antigua enfermera que cuidaba a su mamá se ha convertido en la novia de su padre. Esa situación le disgusta a ella y a su hermana.
Apariciones espectrales comienzan a suscitarse en la casa y una visión perturbadora de su madre señala a la ex enfermera y futura madrastra como la asesina que provocó el fatídico incendio. Anna y su hermana empiezan a investigar sobre el oscuro pasado de la prometida de su padre con temibles consecuencias.
Casi la totalidad de la película es un conjunto de tópicos propios del género. La culpabilidad de la madrastra es evidente desde los primeros minutos, especialmente por su representación tan arquetípica de malévola hipócrita cual "La mano que mece la cuna".
De ahí en adelante todo se desarrolla de manera previsiblemente cansada. Hasta las situaciones sobrenaturales son reiteraciones de películas anteriores; la ausencia de creatividad los lleva al susto fácil donde el ruido estridente sustituye la falta de inventiva. Que flojera. Pan con lo mismo, recetas de miedo tremendamente aburridas, pero... algo extraño sucede. En sus últimos minutos, la película resurge de entre sus cenizas, y como ave fénix, levanta un breve pero sorprendente vuelo final.
Ese giro radical que da la historia una vez que se encamina a su desenlace, es lo que hace que "La maldición de las hermanas" no sea recordada como un churro insufrible. Es como si un bobo hubiese escrito la mayor parte de la historia, pero en sus páginas finales el script haya caído en las manos de un guionista ingenioso. Evidentemente, no voy a contarles lo que sucede en ese gran final. Mejor sorpréndanse.
Una hermosa casa junto al mar sirve de escenario para una historia donde el horror sale sobrando. De hecho, creo que esas escenas de fantasmas le hacen mucho daño al producto. Hubiera sido mejor que la intriga dramática se manejara a modo de thriller psicológico.
Muchas cosas están demás, pero una acertada decisión en el tercer acto la rescata de la inundación total. Inclusive, algunos detalles iníciales, que se sentían fuera de lugar, cobran sentido al concluir el filme. Historia tácita sobre psicosis inducida que pudo desarrollarse mejor desde el principio, y no esperar los últimos momentos para lucir las ideas.
Se estrena la cuarta parte de la saga cibernética que catapultara a Arnold Schwarzenegger en los 80's. Probablemente el mejor producto de James Cameron.