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Los ciudadanos en México tenemos muchas obligaciones y muy pocos derechos. Pues bien, uno de esos derechos es el de poder votar a nuestras autoridades. El IFE, por otro lado, se ha encargado de machacarnos hasta el hartazgo y saciedad, aquello de que la democracia se fortalece y bla, bla, bla, y lo que ha conseguido es todo lo contrario: una saturación chocante que lejos de acercar, ha alejado a la población potencial de ejercer su voto, "su derecho constitucional".
Lo que ningún medio de comunicación o partido político alguno le ha querido o sabido explicar a los ciudadanos, es el significado de la palabra abstención. Quizás porque a ciertos sectores les convenga o favorezca que vayan a votar los menos posibles, y por eso es que no hacen lo suficiente, si acaso no es que de plano nada. Entre menos votos mejor para dichos partidos. Al fin que lo que realmente importa no es la ideología sino la supervivencia o las llamadas "alianzas estratégicas".
Pero cuidado, que no se malentienda ni malinterprete el sentido del término "abstención" o "abstencionism" con el de "ausentismo". Una cosa es no ir a votar y ausentarse, o lo que es lo mismo, no ejercer nuestro derecho a elegir, y otra cosa, muy, pero muy diferente, es presentarse a la casilla electoral y anular o invalidar el voto. Podemos no estar de acuerdo o no simpatizar con candidato alguno por cualquier cantidad de motivos o condiciones, de acuerdo. Eso es lo que fortalece la democracia: la diversidad. Como diría un clásico —Voltaire— "podré no estar de acuerdo con lo que piensas, pero defenderé hasta con mi vida tu derecho a expresarlo".
En otras palabras, abstención no significa no ir a votar, quiere decir que uno elige libre y soberanamente no votar, puesto que como se dice "el voto es universal y secreto" y por lo tanto uno ejerce su derecho a decir no, y punto.
Por otro lado el ausentismo, además de ser un yerro o culpa y una falta de valor civil, es todo un incumplimiento y un error civico y antisolidario para con la sociedad. Al no asistir, lo que provocamos es que la oposición aproveche dicha boleta en su propio beneficio. Lo que hacemos es coadyuvar a que las cosas sigan como hasta ahora, a seguir fomentando con dicha actitud omisa, quizás que el "no cambio" triunfe, que tanto la corrupción como la impunidad continúen fortaleciéndose, que dicho sea de paso, es lo que a muchos les conviene.
Una cosa es demostrar nuestro enojo o descontento con toda la situación, o con un candidato o partido en lo específico, y otra cosa muy diferente es darle nuestro voto a quien menos quisiéramos, pero sin embargo, eso es lo que se logra cuando no vamos a votar. La ley de probabilidades aumenta en nuestra contra; lo mejor, por lo tanto, es el asistir a votar, o como lo dice ese chocante comercial de que "participar en la fiesta de la democracia". Por lo tanto y por obvia deducción, lo peor es no asistir. No poder demostrar nuestra inconformidad, perdernos la oportunidad —que sucede muy pocas veces en la vida adulta— de poder ejercer el auténtico derecho y la congruencia con nuestros principios y voluntad, y obrar en consecuencia.
Finalmente, que se entienda bien, que la abstención no es, o no significa, no ir a votar, sino asistir pero en su caso, anular o invalidar la boleta electoral, o votar por la opción que mejor pueda ayudar a México a salir adelante. Que quede claro.
Un último pensamiento para la reflexión que este servidor se ha cuestionado desde siempre y que tiene que ver con poner en las boletas electorales un espacio en blanco, para que quede más enfático todavía, si acaso uno no está de acuerdo con ninguna opción: que por lo menos se tome como un voto pero de castigo, en su caso, y no en un "no voto". Si no votas, no te quejes. ¿Y tú, qué opinas estimado lector?