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Desde el día uno se le prejuzgó y culpó públicamente a Wafé Kuri Torre. Para las autoridades judiciales, él fue el culpable en el asesinato de su esposa, Rosa María Arceo Ochoa. Toda la indagatoria estuvo encaminada e intencionada a incriminarlo, desde un principio. Desde el principio los investigadores oficiales excluyeron —y así lo mediatizaron— la existencia real de un tercero responsable del crimen.
Hay que recordar que en esos días proliferó un temor, bien fundado, por la inseguridad que prevalecía en el Estado. Dos días antes del evento que segó la vida de la esposa de Wafé Kuri, ocurrió el incidente en la Gran Plaza: Luis Felipe Saidén Ojeda fue presuntamente objeto de un frustrado atentado por gente bien armada. Uno o dos días antes de la muerte de Rosa María, hubo un asalto bancario y una amenaza de bomba en Palacio de Gobierno. Había tensión en Yucatán.
Es muy posible que ante esos hechos se haya querido ocultar, como móvil del crimen, el robo. Ello habría aumentado esa sensación de inseguridad. Peor aún si un policía resultaba culpable del homicidio. Por eso, desde el primer momento, la autoridad investigadora y el propio Luis Felipe Saidén Ojeda —quien lo hizo desde las primeras horas— incriminaron a Wafé Kuri.
Wafé Kuri ni siquiera había declarado y ya la Procuraduría General de Justicia del Estado se había pronunciado, incriminando a Kuri como el autor del homicidio.
El día 17 de enero de 2008 Wafé declara y señala como culpable a un policía al que él llamaba “El Güero”. Wafé Kuri en todo momento lo señaló como la persona que accionó un arma en contra de Wafé mismo.
Posteriormente, como ya se sabe, llegarían las autoridades y se encontrarían ante un clásico panorama de robo: cajones volteados, cajones revisados, ropa tirada en el suelo, pastillas tiradas en el piso y un completo desorden. Todo este panorama fue descartado por la Procuraduría desde el principio, sin fundamento alguno. Sabemos que tanto Wafé como su esposa, Rosa María, eran especialmente ordenados en sus cosas personales.
Según Gabriel Abdala Berzunza —a cargo de la defensa de Wafé Kuri Torre— explica en entrevista a Artículo 7, desde que se inició la indagatoria ésta se encaminó a incriminar a Wafé Kuri y no a buscar al verdadero culpable. Oficialmente se excluyó la presencia de otras personas en todo momento.
¿En qué etapa se encuentra el caso Wafé?
—Desde diciembre del año pasado se ofrecieron pruebas y no se han terminado de desahogar. La próxima semana tenemos una serie de testimoniales, principalmente declararán quienes tuvieron a su cargo la investigación judicial. La defensa tiene interés marcado en saber cómo pudieron estas personas estar en, cuando menos, tres lugares diferentes al mismo tiempo. Queremos saber la forma y manera en la que pudieron llevar a cabo al menos cincuenta diligencias en un lapso de ocho horas. Terminando éstas, se deben desahogar las pruebas periciales y finalmente las conclusiones y la sentencia.
—De acuerdo con la fracción VIII del inciso A del artículo 20 de nuestra Constitución y de acuerdo también a nuestra legislación procesal, ningún proceso debe de tardar más de un año. Éste lleva un año y ocho meses y no vemos cuándo se va a dar la sentencia.
—Confío que esta año se termine —agregó Abdala Berzunza.
¿Cuáles han sido las mayores dificultades que has enfrentado en el caso?
—Al principio fue la cerrazón en la Procuraduría del Estado, que no nos daba acceso al expediente. Le insistíamos a Rafaél Acosta Solís, quien personalmente llevó a cabo las diligencias, para que nos exhiba el expediente a fin de poder saber en qué consistían las indagatorias sobre el caso. Él nos mostraba de hoja en hoja el expediente, lo que él consideraba, y no nos mostraba la totalidad. Nos hacía firmar que habíamos tenido acceso al expediente completo. Después, cuando se consigna el expediente, vimos que era mucho más de lo que nos habían mostrado. Nunca nos extrañamos por lo anterior. La defensa quería saber el contenido de la indagatoria y cuando menos nos pudimos enterar de algunas cuestiones, como el resultado de la prueba de Walker practicada en la ropa de Wafé. Al conocerla, le tomamos fotografías y unos días después la cambiaron, pero al mostrarles nosotros que ya teníamos fotos de la original, ¡la volvieron a engrosar a la Averiguación Previa!
—El principal obstáculo fue Rafael Acosta Solís durante la indagatoria.
¿Cómo ha sido la actuación del Ministerio Público?
—Durante la indagatoria ha sido muy parcial y muy inclinada a culpar a Wafé sin las investigaciones adecuadas.
—No se investigó al policía, señalado por Wafé como el autor del crimen. Hay contradicciones muy marcadas en las declaraciones de los policías involucrados, inclusive graves contradicciones por lo declarado por el propio Carlos Rolando Escamilla Alpuche. Detalles como la firma en el ticket cuando cargó gasolina en San Fernando. No se asentó al mismo tiempo que cuando se llenaron los datos de ese ticket, se hizo en dos días distintos.
—Hay una serie de contradicciones que no investigó la Procuraduría. La Procuraduría sólo toma las declaraciones de Carlos Rolando Escamilla Alpuche y demás policías y los exculpa de haber participado en el hecho.
¿Cómo fue la participación de la Secretaría de Seguridad Pública?
—Muy extraño lo que pasó con Seguridad Pública. Lo que vemos en el expediente es lo siguiente: Wafé incrimina a un policía el día 17, esto es, tres días después de haber sido operado, cuando despertó.
—Rafael Acosta Solís personalmente tomó la declaración ministerial de Wafé y al escuchar que mi defendido señalaba a un policía, en ese mismo momento —eran las ocho de la noche— vía telefónica ordenó que se solicitara a la Secretaría de Seguridad el listado de GPS de todas las patrullas que habían estado en la zona los días 13 y 14 de enero. Un día después —el 18 de enero— a las ocho de la mañana, la Secretaría de Seguridad Pública responde la solicitud y solamente menciona una patrulla, la unidad 1872, que casualmente corresponde a la que tenía Carlos Rolando Escamilla Alpuche. Este hecho es de suma importancia, ya que hay que recordar que Wafé, el día 17, cuando hizo su declaración, identificó a un policía que nada más él conocía como el güero y no por su nombre: Carlos Rolando Escamilla Alpuche. No había ningún otro dato para que el Ministerio Público y la Secretaría de Seguridad Pública puedan suponer que "el güero" era Escamilla Alpuche. ¡Qué casualidad que la Secretaría de Seguridad Pública haya mandado el listado de GPS sólo con la patrulla de Escamilla Alpuche!
¿Cómo se puede interpretar este hecho?
—La Secretaría de Seguridad Pública sabía que Carlos Rolando Escamilla Alpuche estaba incriminado. Sabían que había tenido algún tipo de participación en este hecho. Y digo por qué: según lo que declara Héctor Leonel Pinelo Polanco, quien es la persona encargada de todo el sistema de GPS de la SSP, le solicitaron el listado de GPS de la patrulla 1872 desde el mismo día de los hechos, el 14 de enero. Me pregunto: ¿cómo sabían en la SSP que tres días después iban a incriminar a los policías que estuvieron en esa patrulla? Pero esos son los dichos, ahora quiero comentar los hechos: el listado GPS que entrega la SSP al juzgado tiene una fecha de impresión del día 17 de enero y según declaraciones de quien lo imprimió se hizo en el transcurso de la mañana. Lo raro es que Wafé declaró el día 17 por la tarde-noche, o sea, no había declarado Wafé cuando ya se había impreso el listado de GPS.
—Nuevamente pregunto: ¿cómo pudieron solicitar el listado de GPS de la patrulla 1872 cuando todavía no sabían que Wafé iba a incriminar a un policía de esa patrulla?
—El día 18 de enero declararon los policías. Pero Wafé identifica al policía por su nombre hasta el día 19. ¿Por qué la Procuraduría ya los había investigado y por qué ya, desde tres días antes, lo sabía la SP?
¿Cuál es la estrategia de tu defensa?
—Primero, demostrar que había una tercera persona. El Ministerio Público acusa a Wafé e intenta establecer que le disparó por la espalda a su esposa y que después se disparó él mismo un tiro.
—Nosotros hemos determinado que Wafé no se autolesionó. Había una tercera persona en el interior de la habitación que fue quien le disparó.
—Lo primero es demostrar que a él le disparó otra persona y lo segundo es demostrar —como se está acreditando— que él no pudo haberle disparado y no lo hizo, a su esposa.
En la estrategia de la defensa ¿no está el demostrar que fue el policía el que disparó?
—No. El monopolio de la acción penal le corresponde al Ministerio Público, que es el que cuenta con la fuerza del Estado para tal cometido. Pero desde luego a la defensa le interesa saber la verdad.
¿A qué se puede atribuir que las diligencias de este caso en el juzgado séptimo de lo penal sean muy atropelladas, o sea, con muchas discusiones?
—Yo tengo la plena confianza que la Señora Juez, Rubí Guadalupe González Alpuche, quiere llegar a la verdad de los hechos. Las personas que han declarado, como los peritos y los policías, han querido ocultar la verdad de los hechos y es por eso que las diligencias se han puesto ríspidas. Y cuando declaran los testigos de la defensa, la representante del Ministerio Público hace preguntas muy insidiosas.
¿Ha sido justo el proceso en el juzgado séptimo de lo penal?
—Yo considero que sí. Muy lento, pero hasta ahora la señora Juez ha demostrado que quiere llegar a conocer la verdad de los hechos
¿Estás convencido de la inocencia de Wafé?
—Completamente. No tengo duda alguna. No hay duda de que a Wafé le dispararon. No hay duda de que Wafé no disparó en contra de su esposa. No hay duda de que hubo una tercera persona en el lugar y no se le investigó
¿Cuándo debe concluir este proceso?
—Espero que para diciembre ya haya terminado.
Abdala Berzunza dijo que poco a poco han ido saliendo las muchas irregularidades que hay en el expediente: la bala que no tenía sangre, que Wafé no se pudo haber disparado y muchas más irregularidades que poco a poco se van a ir dando a conocer.
El problema es que a cualquiera de nosotros nos puede pasar lo que a Wafé Kuri; somos indefensos ante estos hechos.
Ya basta de platicar el asunto de Wafé como un hecho aislado, a cualquiera nos puede pasar. Rafael Acosta Solís no ha demostrado estar a la altura del alto cargo que detenta y eso es grave.