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Ah, qué sociedad nuestra...es tan difícil de complacer. En una visualización loca a veces la imagino sentada en un gran trono rojo y dorado, juzgando a sus integrantes por no seguir las reglas que ella estableció.
Ha hecho mucho ruido en las redes sociales una campaña contra la discriminación contra las personas tatuadas en México, hecho que puedo decir con todo conocimiento de causa que es cierto.
Tengo nueve tatuajes, tres pierciengs en el rostro y varios en las orejas y por supuesto que he recibido comentarios negativos. No quiero usar la palabra discriminación porque para mí, decir “soy discriminada” implica que le doy importancia a ese rechazo y permito que afecte mi vida, lo que trato de evitar.
No me gustan los tatuajes, creo en los tatuajes. Cada uno de los que tengo significan una historia, momento, episodio significativo en mi vida, y que quiero recordar siempre. Así de simple.
Sé que muchos pensarán “no es necesario marcarte el cuerpo para eso”, y es cierto, pero tatuarme es la manera que elegí para expresar un sentimiento y reflejar batallas ganadas y mi crecimiento personal. Como lo haría un guerrero maorí, con la debida perspectiva, por supuesto.
Siendo mujer, los comentarios de la gente son más duros. Drogadicta, alcohólica, pandillera, dama de la noche, entre otros adjetivos, son los que surgen ante una fémina tatuada. Y a pesar del “gran avance” que promulga el mundo sobre el respeto a la decisión de las mujeres, los estereotipos existen. Incluso, la sociedad estadounidense, la que más ruido hace sobre los derechos civiles..¿a poco no caracteriza a una “chica mala” poniéndolo tatuajes y piercings?
En Yucatán es peor. Recuerdo que cuando era pequeña, en el colegio nos regañaban si nos pintábamos las manos con plumones. “Pareces un preso”, nos decían. Hoy día, las personas se te quedan viendo y puedes leer en su rostro el juicio que ya formó sobre ti… aunque desde luego, tiene toda la libertad de hacerlo, así como yo tengo toda la libertad de lo mismo, pero realmente me da pereza porque en mi cabeza hay cosas más importantes.
Incluso, algunas damas se han tomado la libertad y el tiempo de acercase y regañarme por “rayar mi cuerpo”, a lo que me limito a sonreír y decir “con permiso”, porque no tengo que dar explicaciones a desconocidos de lo que hago. Y explicar quiénes son los maoríes a extraños me da pereza.
En nuestra sociedad hay modelos a seguir. Las mujeres debemos mantener cierta imagen exterior para ganarnos el respeto de los demás, porque simplemente así debe de ser. Esto hace que todas las chicas, a mi parecer, parezca que van de uniforme, con el mismo tipo de cabello, ropa y acciones, con temor a expresar su verdadera personalidad ya que no quieren ser juzgadas. Y creo que no hay peor sufrimiento en la vida que no poder ser tú mismo.
¿Por qué? Quién sabe, sólo porque se ha dicho que es así. Incluso, cuando solicitas una carta de antecedentes no penales te exigen quitarte los piercings…para obedecer a los valores de una sociedad que están muy alejados de la integridad y respeto al ser humano. Y algunas empresas igualmente limitan el futuro de sus empleados o simplemente no los aceptan por los prejuicios ya mencionados.
“Tu exterior refleja tu interior”, dicen por ahí. Sí es cierto, pero ¿necesariamente tiene que ser algo negativo, nada más porque no forma parte de tu cuadro de enseñanzas? Somos muy buenos para alzar la voz contra la discriminación en el mundo, estar en asociaciones en defensa de los derechos de los animales, pero somos incapaces de tolerar y respetar a la persona que está junto a nosotros.
Juzgar y sentirse superiores moralmente parece una necesidad inherente en el ser humano, y es peor cuando tienen algún tipo de poder… en su afán de implantar “buenas costumbres” que ni ellos saben su razón de ser, atentan contra la dignidad de la persona.
No sé, yo creo en el vive y deja vivir. Ni que fuera perfecta.