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Ema Gabriela Molina, hoy por hoy, no solamente es víctima de su esposo, sino también del sistema judicial que permitió toda la serie de atropellos que ha sufrido desde el día 25 mayo cuando la detuvieron arbitrariamente y fue ese día cuando vio por última vez a sus tres hijos.
La violencia machista se vive día a día a distintos niveles y en diversos ámbitos: familiar, de pareja, laboral, etc. la mayor parte de las veces vemos que en este tipo de violencia convergen dos o más ámbitos, pero lo más indignante es que para que la violencia machista pueda sostenerse necesita que se de también a nivel institucional, ya que es aquí donde se hacen posibles la impunidad y los atropellos.
En Yucatán, y en México, las mujeres día a día viven situaciones de violencia que vulneran sus derechos más básicos, y cuando deciden acudir a instancias de justicia para pedir ayuda, se encuentran un sistema judicial excesivamente burocrático y lento que contribuye a que impere la impunidad.
En otros casos, es el propio sistema de justicia, sumándose a la violencia machista que sufren en el ámbito familiar o laboral, el que atenta directamente contra las mujeres. Este es el “viacrucis” que ha tenido que vivir Ema Gabriela Molina Canto, una mujer yucateca que ha sido víctima no solamente de la violencia machista de su esposo, quien la despojó de sus tres hijos a punta de pistola sino también del sistema de justicia de Yucatán y Tabasco.
A Ema Gabriela le fabrican un delito que no cometió; el 25 de mayo de 2012 la detienen en la ciudad de Mérida, Yucatán, frente a sus hijos, elementos de la policía judicial de Tabasco. En el operativo participa también su esposo y es quien pistola en mano se lleva a los pequeños agrediendo físicamente también a estos. Inmediatamente, Ema Gabriela es trasladada al estado de Tabasco, durante dicho traslado sufre tortura física y sicológica, fue manoseada por los propios policías a cargo, además de que no se le permite tener comunicación con su familia. Estos atropellos solamente fueron posibles por la complicidad de las autoridades tabasqueñas y yucatecas con el esposo de Ema Gabriela, quien ha presumido de las buenas relaciones que tiene con el gobierno del Estado de Tabasco y su titular Andrés Rafael Granier Melo.
Estando en el reclusorio de Tabasco, Ema Gabriela es presionada para que renuncie a la patria potestad de sus hijos, al negarse, es castigada y recluida en un cuarto de castigo por 24 horas. Después de 4 meses consigue su libertad pero al regresar a Mérida, inicia un nuevo suplicio: la lucha por recuperar a sus tres hijos.
A pesar de que existe una orden judicial en la que se prohíbe que los pequeños niños de Ema Gabriela sean sacados de Yucatán y en la cual consta que la custodia le pertenece a la madre, ella no ha podido recuperar a sus hijos. De estos pequeños solamente se sabe que están en poder del padre, pero ninguna autoridad da razón de donde están, solamente sabe que no se encuentran en Yucatán.
Además, la familia de su esposo ha utilizado todos los medios a su alcance para difamarla públicamente.
Ema Gabriela ha recurrido a las instancias de justicia de Yucatán para poder recuperar a sus hijos, ella necesita que se giren las órdenes a nivel nacional para que las policías y procuradurías inicien la búsqueda de los menores, sin embargo, Ema Gabriela se ha topado con una excesiva lentitud en el proceso, incluso ha pedido audiencias al gobernador de Yucatán, Rolando Zapata Bello, pero este se ha negado a recibirla.
Ema Gabriela, hoy por hoy, no solamente es víctima de su esposo, sino también del sistema judicial que permitió toda la serie de atropellos que ha sufrido desde el día 25 mayo cuando la detuvieron arbitrariamente y fue ese día cuando vio por última vez a sus tres hijos.
Por estos motivos, decidió iniciar un plantón indefinido frente al Palacio de Gobierno en espera de ser recibida por el gobernador, pero principalmente por la recuperación de sus hijos y así poner fin a toda esta serie de injusticias.