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MÉRIDA, Yucatán, 30 de abril.- La Arquidiócesis de Yucatán envía el siguiente mensaje en ocasión del Día del Niño: Puesto que la celebración nacional del "Día del Niño” tiene un gran arraigo en nuestra sociedad, no queremos dejar pasar la oportunidad de anunciar la buena nueva de Jesucristo a los más pequeños para que, sintiéndose atraídos por el don de Dios y guiados por los ejemplos de sus padres y amigos, alcancen la vida plena.
Queremos expresar nuestro agradecimiento al Señor por el don de la vida que ha regalado a los pequeños que son la alegría de nuestras familias, puesto que en cada uno de ellos descubrimos un gran potencial para hacer crecer a la comunidad cristiana.
Descubrimos muchos valores y potencialidades en la infancia y también somos conscientes de los peligros que pueden acechar a la niñez, por eso exhortamos a los padres de familia a fomentar ambientes apropiados que hagan posible un sano crecimiento de los pequeños. ‘Esta ha sido una de las grandes preocupaciones de la Iglesia: "Es, pues, obligación de los padres formar un ambiente familiar animado por el amor, por la piedad hacia Dios y hacia los hombres, que favorezca la educación íntegra personal y social de los hijos. La familia es, por tanto, la primera escuela de las virtudes sociales, de las que todas las sociedades necesitan. Sobre todo, en la familia cristiana, enriquecida con la gracia del sacramento y los deberes del matrimonio, es necesario que los hijos aprendan desde sus primeros años a conocer la fe recibida en el bautismo.” (Declaración Gravissimum Educationis 3, del Concilio Vaticano II).
Pedimos al Señor que los padres de familia se sientan motivados a acompañar a los niños en su proceso de educación de la fe, acercándose a su comunidad parroquial para iniciarlos desde pequeños a una experiencia de vida comunitaria, en donde la participación en la catequesis y la liturgia los ayude crecer en sabiduría y gracia delante de Dios y los hombres.
Los niños son verdaderamente impresionantes, cuando rezan lo hacen de una manera tan sencilla y sincera que muchas veces nos sorprenden; tienen una especial sensibilidad que les permite poder asombrarse ante cosas que para nosotros los adultos muchas veces pasan desapercibidas.
La celebración del "Día del Niño” debe recordarnos que los ellos son los privilegiados del Señor y que debemos cuidarlos y protegerlos; procurarles el amor y la atención necesarios para su desarrollo armonioso en la comunidad, entusiasmándolos con nuestro ejemplo a orientar su vida al servicio al Señor en los hermanos.
El Día del Niño también nos invita a recuperar la capacidad de admiración característica de la infancia, que dispone el corazón para acoger la novedad del Evangelio y nos ayuda a confiar plenamente en Dios, en su bondad y misericordia.
El mejor elogio a los niños lo hemos escuchado de labios de Jesús y queremos recordarlo en este día: "Dejen que los niños vengan a mí y no se lo impidan, porque de los que son como ellos es el Reino de los Cielos” (Mt 19, 14).