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ÁMSTERDAM, 1 de mayo.- Ayer la reina ha vuelto a ser princesa y el príncipe heredero 'ascendió' a rey. Es lo que tienen las abdicaciones: el relevo en el trono no está asociado a una muerte y un funeral. Ayer fue un día festivo por partida doble. Holanda celebró su último Día de la Reina (Koninginnedag) y el primer Día del Rey (Koningsdag). En adelante y mientras dure su reinado, la gran fiesta por excelencia en los Países Bajos se celebrará el 27 de abril, día del nacimiento de Guillermo Alejandro.
Holanda fue más naranja que nunca. Y Ámsterdam fue el cogollo de esa explosión de color donde tuvo lugar la ceremonia de abdicación de la reina Beatriz y poco después fue la investidura de su primogénito. Los actos oficiales comenzaron el martes a las 10 de la mañana en la Cámara del Consejo (también conocida como Sala de Moisés), una de las habitaciones más adornadas del Palacio Real. Un destacado grupo de autoridades asistió a una de las ceremonias más íntimas, en la que la monarca firmó la declaración de abdicación y posteriormente apareció en el balcón con su hijo, donde el relevo generacional se hizo por fin palpable para los más de 25,000 súbditos que veían el ritual en directo desde la Plaza Dam.
Discurso en el balcón
Guillermo Alejandro, nuevo Rey de Holanda, besa a su mamá, Beatriz.
Su Majestad el Rey Guillermo Alejandro, Rey de los Países Bajos, Príncipe de Orange-Nassau (y otra decena de títulos que se obvian para abreviar) dio su primer discurso como monarca de los holandeses en el balcón del Palacio Real. Junto a su madre, la ya Princesa Beatriz, y su esposa, la reina consorte Máxima, el nuevo jefe del Estado agradeció "el trabajo de su madre" y "el apoyo de los ciudadanos" ante las miles de personas concentradas en la Plaza Dam.
Por su parte, la princesa Beatriz proclamó ante sus súbditos: "Les presento a su nuevo rey: Guillermo Alejandro". A su vez, agradeció el apoyo y garantizó la continuidad de la monarquía a través de su hijo. Fue el lunes por la noche, en un mensaje televisado, cuando Beatriz recordó que "ni el poder ni la ambición personal pueden dar contenido a la monarquía". "La labor del rey es actuar sin tener en cuenta las preferencias personales y manteniéndose por encima de los intereses particulares de un grupo", le recordó a su hijo.
En medio de la algarabía popular, el nuevo monarca también mandó su agradecimiento a los ciudadanos de los territorios de ultramar que están bajo el reinado de la Casa Orange-Nassau.
Ceremonia de investidura
Ya como reyes, Guillermo Alejandro y su esposa Máxima cruzaron hasta la Iglesia Nueva para celebrar la ceremonia de investidura, que tomó la forma de una sesión conjunta de las dos cámaras legislativas del país, el Senado y el Congreso. En esta celebración, donde el Rey fue formalmente confirmado y juró la Constitución, hubo más de 2,000 invitados ilustres, entre ellos 30 representantes de 19 casas reales.
La monarquía en Holanda goza de una gran popularidad y un amplio respaldo por parte de la mayoría de formaciones políticas, aunque hay 12 diputados que renunciaron a pronunciar su juramento ante el rey y hubo algunas protestas contra la monarquía en algunas zonas de la ciudad. En la mente de todos, los incidentes durante la ceremonia de abdicación de la reina Juliana y la investidura de Beatriz, en 1980, cuando las protestas contra el excesivo coste de los eventos provocaron pérdidas millonarias y cientos de heridos.
Justo 33 años más tarde la sensación entre los holandeses es parecida. Pocos se oponen firmemente a la monarquía (un 78% la acepta) pero cada vez se oyen más altas las voces de quienes piden más austeridad y transparencia. El nuevo rey declaró su intención de consolidar la institución dentro de las nuevas exigencias que reclama la sociedad, pero está por ver hasta qué punto él y la reina consorte darán pasos decisivos en esta dirección. De momento hay un dato que irrita especialmente a los holandeses: la casa real de los Países Bajos es la más cara en toda Europa, con un coste anual de unos 40 millones de euros.
El Rey Guillermo Alejandro con su mujer, Máxima, y sus tres hijas. (AFP)
Para los eventos de ayer estuvieron acreditados más de 1,100 periodistas y habrá unos 10,000 policías velando por la seguridad de los más de un millón de holandeses y turistas que llegaron a Amsterdam. Como ocurría en el Día de la Reina, sí estuvo permitido beber en la calle, pero no se podo llevar más de una botella o vaso encima. Aun así, lo que por la mañana fue una celebración solemne, a media tarde derivó en una 'rave' por las calles y los canales de la ciudad.
La orquesta dejó paso a una sesión del popular Dj holandés Armin van Buuren y el champán en finas copas de cristal se cambió por vasos de plástico con cerveza y brindis de ¡Larga vida al Rey!. (EL MUNDO)