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La manera como los poderes fácticos han podido encubrir sus maniobras y excesos es promoviendo candidaturas y cargos para políticos de fachada, esto es, personajes sin mayor trayectoria y sin oficio político. Es así como la mercadotecnia se ha apoderado de los procesos electorales en México y, con ella, han proliferado los candidatos “de buen ver”: jóvenes, con un discurso vacío, repetitivo y acotado, con buena imagen física y…¡¡nada más!!
En la mercadotecnia el ”factor recordación” se vuelve uno de los aspectos claves. Cuando se aplica este principio a la política, resulta que los políticos “más recordados” (a los que dolosamente se les presente como “los más populares”) son aquéllos que han estado más tiempo en los medios de comunicación y que han aparecido de manera reciente. Y qué mejor ocasión para aparecer en los medios de una manera intensiva que el participar en una campaña electoral, en la que se combinan la presencia personal en medios y el pago de sumas millonarias a los concesionarios de los mismos, que se convierten en “padrinos” del o de la interesada.
Fruto de la mercadotecnia y del abuso del dinero con fines políticos es que surgieron y se han consolidado en México los “chapulines”, los políticos que brincan de cargo en cargo, que van de una elección a otra, sin presentar resultados tangibles y sin otro mérito que la dichosa “recordación” en el ánimo del electorado. ¿Y cómo demonios no van a ser “recordados” si se gastan decenas de millones de pesos en publicidad y luego se pregunta a los posibles electores a cuál político recuerdan?
Ivonne Ortega es uno de los mejores ejemplos de estos “chapulines” de la política. Participante en varios procesos electorales, realizó una fulgurante carrera política en escasos diez años y NUNCA JAMÁS terminó NINGUNO de los sucesivos cargos de elección popular para los que fue electa: renunció a la Alcaldía de Dzemul para ser candidata a una diputación local; dejó trunco este encargo para postularse como candidata a la diputación federal. De nueva cuenta “pidió licencia” a este cargo al postularse para el Senado y, a pesar de haber perdido la elección, obtuvo una senaduría “de consolación”, misma a la que renunció a escasos cinco meses de haber rendido protesta de rigor, para postularse como candidata al Gobierno de Yucatán, cargo que ahora detenta y que amenaza con dejar vacante en el momento que así convenga a su interés personal.
En NINGUNO -léase detenidamente y con atención- en NINGUNO de los cargos ocupados, Ivonne Ortega HIZO NADA DIGNO DE RECORDAR, nada, absolutamente nada. ¡¡Aaaaaahhhhh, pero participante permanente y continua en elecciones, el nombre y la figura de Ivonne Ortega eran y son los primeros en recordarse al momento que se levante cualquier encuesta.