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Indudablemente el doctor Armando Baqueiro Cáceres, es una finísima persona, notable por su sensibilidad social y acentuado don de gente. Así lo ha manifestado merced a las declaraciones hechas a la prensa local, en las que asegura que si un ciudadano no quiere pagar tenencia, debe optar por no adquirir ningún vehículo de modelo reciente. El colmo de la urbanidad y el refinamiento, como puede apreciarse.
Obvio es que el secretario de Planeación haya recibido la consigna de mantener vigente el cobro del gravamen hasta 2011, toda vez que los ingresos captados por este concepto alcanzan el rango de los trescientos millones de pesos, cantidad que dejarían de percibir las arcas públicas de eliminarse la contribución. Como puede verse, mantener este impuesto es imprescindible para que los ingresos de la administración orteguista puedan seguir gozando de buena salud.
Lo curioso es que nadie en el gobierno del estado ha pensado en que haciendo economías en otros ámbitos es posible allegarse la cantidad que se dejaría de captar. Por ejemplo, podrían suprimirse gastos en imagen pública y publicidad. Claro que esto generaría un verdadero desaguisado para el régimen de la política dzemuleña, pues significaría prescindir de algunas de las lealtades que hoy se ufana en presumir, riesgo que es más que evidente que no esta dispuesta a correr.
Con afirmaciones semejantes a las realizadas por el secretario de Planeación, cae por tierra el slogan publicitario que adjudica arbitrariamente al régimen en turno la gratuita calidad de ser un gobierno que escucha y da resultados y pone de manifiesto el rostro autoritario que hasta hoy se empeñaba en ocultar a la colectividad.
En otras circunstancias un gobierno como el orteguista, no vacilaría en dejar de percibir entradas, en aras de hacerse de una imagen accesible, que lo presentara como interlocutor viable para las demandas ciudadanas. Pero no es el caso que se presenta en la actualidad, toda vez que se requiere la mayor cantidad de recursos posibles para destinarlos a fines de campaña y promoción electoral para los abanderados del tricolor próximos a ingresar a la contienda, particularmente en lo que concierne al caso Mérida, donde a toda costa pretende hacerse del favor del mayor número de meridanos que sea posible, a través de los ya conocidos métodos del derroche y el dispendio.
Ya nos tocará a los ciudadanos el día de la jornada convalidar o rechazar posturas similares en nuestros gobernantes, sumamente duchos en el arte de saludar con sombrero ajeno.
Ojalá que los meridanos seamos capaces de advertir la diferencia entre un gobierno que cumple los compromisos que adquiere y uno que de dientes para afuera dice una cosa y tan pronto se da la media vuelta hace otra. Nuestra ciudadanía tiene la palabra.