919 palabras
Se aproxima Riko a Lía con un semblante visiblemente alegre...
—Te concedo, Lía, que esta gente de A7 efectivamente golpean a todos... ¿Ya viste el número 81?
—¿Y tú, qué haces aquí? En este lugar aún hay apertura y a ti te gusta ir a los lugares en donde A7 no se permite...
—La verdad, Lía, tenía ganas de armarte polémica...
—Pues adelante, ¿de qué se trata ahora?
—¿Ya viste le denuncia de un constructor contra Profepa? Qué, ¿no es Profepa la dependencia federal de Patricio Patrón?
—Si la denuncia está en A7, por lo menos te puedo asegurar que sea lo que sea que hayan publicado, es verdad, así sólo sea verdad que lo dijo el fulano constructor...
—Pero, date cuenta, ¡le pegan fuerte a la Profepa! No los bajan de pen... Perdón, de "mentalmente débiles", digamos.
—A ver. Déjame leer la nota. No he tenido tiempo...
—Adelante...
Lía lee atentamente la nota... Riko ya ha regresado a la mesa con un café.
—Esto, la verdad —dice Lía, indignada— da pena. ¿Qué nos pasa en este país?
—Para que veas lo idiotas que son tus panuchos...
—Un momento, Riko. Esto no es asunto de "panuchos" o "priuchos". Esto es un problema grave de falta de competitividad en el país entero, además de verdadera pendejez política...
—De tus panuchos, Lía, acéptalo.
—Permíteme, Riko, no tan rápido. Primero que nada, analiza un detallazo. A ver, ¿te das cuenta del comportamiento del burócrata en estas oficinas federales?
—Qué... no me vas a decir que son "geniales".
—No... pon atención, Riko. Nada más te quiero preguntar esto: ¿cuánto tiempo crees que pasaría entre que un ciudadano cualquiera le diga al de una ventanilla lo que le dijo el arquitecto al de Semarnat y que lleguen 4 patrullas de Saidén a detener al gritón en una dependencia del gobierno del estado? No te hagas, Riko, responde.
—No se. No te puedo decir.
—No tiene caso... Ni le rebusques. Pero esto te puedo asegurar: es tan burdo el problema que casi casi parece haber sido preparado por los enemigos del progreso del país. Ojalá que tomen cartas en el asunto los jefes, empezando por don Patricio Patrón. Esto le va a valer una poresteada grotesca...
—¡Ni caso le hacen! Por eso pasa el tiempo y todo sigue igual...
—Yo estoy segura que algo va a hacer...
—¿Qué ha pasado en Yucatán, papá?
Lía le lanza la pregunta a su padre a modo de saludo al entrar a la estancia...
—Depende del tema que toques... Más o menos todo está en diferentes escalas de jodido...
—Pero lo peor del asunto, papá, es que los nombres que en algún momento fueron líderes de opinión, hoy sufren el colapso profesional del enchayotamiento...
—¡Ja, ja! Efectivamente... Han caído uno por uno.
—Así es... Han sucumbido vergonzosamente Martiniano Alcocer, Efrén Maldonado, José Luis Preciado y otros que alguna vez tuvieron algún medio y hasta parecieron estar a favor de la verdad y la transparencia... pero se voltearon tan pronto los vientos soplaron en dirección diferente...
—¿Y qué me dices de Mario Renato?
—Nada. No hay nada qué decir del fulano. Ése jamás ha sido un ente normal. Es un enemigo rabioso de toda la sociedad, del progreso, de la legalidad, de la productividad, de la riqueza de la nación. Es un "nihilista" cualquiera... Nietzche se queda pequeño junto a él...
—¡Por favor, no le hagas el favor de compararlo con el genio!
—De bobo no tiene un pelo... La cuestión es... ¿por qué le dolió tanto la vida como para escoger el camino del periodismo dañino, mentiroso, mercenario y soez?
—Supongo que eso le deja dinero... Negocios son negocios, ¿no crees?
—No, no creo. El periodismo es hoy como eran los ladrones en la sociedad musulmana cuando decidieron instaurar la pena del corte de mano... Seguro que había muchos ladrones...
—O sea que, en México... ¿qué les cortamos a los periodistas mentirosos y vendidos?
—¡La vida! Bueno, por lo menos, la prohibición de que continúen siendo periodistas...
—Mucho cuidado con lo que dices... ¡la libertad de expresión es sagrada!
—De acuerdo, por eso están obligados a usar esa libertad con responsabilidad. Y aquí las autoridades que pagan son cómplices, quizás culpables de una falta aún más grave... Pero ahí nos tienes: México, el país de la impunidad y la incompetitividad... ¿Existe esa palabra? Ciertamente, el concepto, sí y está a la perfección representado por nuestro país.