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El exorcismo es un tema que ha vuelto a ponerse de moda en el cine de horror. Se refiere a los ritos que se efectúan para liberar a una persona de una posesión demoniaca. De entre las últimas producciones que se han servido del tema figuran “El exorcismo de Emily Rose”, “Arrástrame al infierno”, “Exorcismo”, “Requiem”, y ahora “El exorcismo de Dorothy Mills”. Unas muestran claramente posesiones diabólicas y otras nunca dejan claro si los personajes realmente estaban posesos.
La verdad es que muy pocas han logrado dar en el clavo. “Emily Rose” era una mezcla indefinida entre cine de horror y película de abogados, y Sam Raimi se había quedado algo corto en su regreso al gore ochentero de “Arrástrame al infierno”. Las únicas destacadas son “Requiem” y “Exorcismo”, curiosamente son las únicas dos películas que no son estadounidenses y, además, su tema medular no es el exorcismo sino la perturbación anímica provocada por el entorno social. Es decir, no son cintas de miedo sino dramas psicológicos. En estas dos grandes cintas, no hay sangre, fantasmas ni efectos especiales, prevalece un tono realista de dirección excelsa y virtuosismo formal. La primera es alemana y la segunda rusa. Son auténticas joyas que de terroríficas no tienen nada pero de artísticas tienen mucho.
En este mismo apartado de cintas de miedo que no dan miedo, la semana pasada se estrenó “El exorcismo de Dorothy Mills” que se suma a la lista. Si uno ve los carteles publicitarios del filme seguramente pensará que es una cinta terrorífica donde uno va a pasar más tiempo con los ojos tapados que abiertos. Pero es solamente un gancho publicitario, en “Dorothy Mills” no hay una sola escena espeluznante o aterradora. Los que vayan por ello saldrán decepcionados.
Es la historia de una psiquiatra, Jane Morton, a la que le asignan el caso de Dorothy Mills, una joven de 15 años de una remota isla Irlandesa, que es acusada de maltratar a un bebé al que cuidaba. Al llegar al lugar, Jane descubrirá una pequeña, religiosa y fría comunidad que esconde secretos y ve con desagrado su presencia.
Por otra parte, la personalidad de Dorothy es muy extraña, de pronto se comporta como una joven retraída, luego se vuelve una desinhibida mujer, después una niña inocente y hasta llega a cambiar su voz por la de un hombre agresivo. La valoración médica de Jane le dice que la paciente sufre de personalidades múltiples, pero algo extraño sugiere que los cambios repentinos de conducta no vienen de la mente de Dorothy, sino de diferentes espíritus que pueden entrar y salir de su cuerpo.
Aunque el filme no es lo que uno espera, en sus últimos minutos logra darle un tratamiento muy interesante a la historia. La idea argumental es muy buena, el problema es que casi toda la película tiene un desarrollo muy pausado. Hay muchas escenas que retrasan la acción y perjudican severamente el ritmo. La sensación de “aquí no pasa nada” es constante. Y aunque uno hace un esfuerzo por seguirla, solamente al final hay un buen despunte de la trama, por desgracia es insuficiente para salvarla por completo.
Supongo que la idea del director era hacer una película que abordara el tema del exorcismo en tono realista, alejándose del esquema del cine de horror. Pero no logra su cometido ya que su capacidad de generar intriga o interés dramático en el espectador es bastante deficiente. En ese caso, prefiero mil veces “Requiem” o “Exorcismo”. Y si en verdad quiero asustarme me sigo quedando con “Rec 2”.