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Los individuos de la especie humana pueden desarrollarse en decenas de miles de actividades. Una de esas actividades es expresar ideas. Al hacerlo, el que las dice —escribe, canta, graba— expone a los demás, ¡ideas! Quién las expone, en dónde nació, qué ha leído, a quién ha matado, cuántos años estuvo en prisión, si escogió la homosexualidad o tiene muchas parejas privadas o públicas del sexo opuesto son, todos ellos, factores que, de considerarse, sólo representan un peligro que impedirá captar con exactitud la idea expresada por el individuo.
Surge el prejuicio, que no es sino juzgar algo —la idea expresada— antes de leerlo y analizarlo, sólo en base a conocer el origen —el expresador.
En nuestro país se juega constantemente la desacreditación del político, escritor o declarante diciendo de ellos historias —reales o inventadas— que esperan sirvan para distraer al auditorio de la esencia del mensaje. Eso es lo que hoy Alejandro López Munguía, con falsedades, trata de hacer con el equipo editorial de Artículo 7 y muy en especial, con quien esto escribe.
En algún tiempo, el señor Alejandro López Munguía, tenía a su cargo un programa de radio los sábados por la mañana. En varias ocasiones, incluso por la vía telefónica, el Sr. López Munguía tuvo a bien entrevistarme para que expresara mi opinión sobre asuntos económicos o asuntos políticos nacionales.
El señor Xavier Abreu Sierra fue mi condiscípulo escolar durante todos los años de la pre primaria, primaria, secundaria, preparatoria e incluso fuimos a la misma universidad —Iberoamericana, a carreras diferentes: yo a sociología, él a administración— al mismo tiempo en la ciudad de México. Después seguimos caminos diferentes pero supongo que ambos habremos de haber oído lo que sucedía con nuestras vidas.
En muchos artículos periodísticos entre 1990 y hoy, he escrito —creo que con justicia y apreciación fundada— mis opiniones acerca de Ana Rosa Payán Cervera.
Eran días pre electorales estatales (2007). Me encontraba en el programa de radio del Sr. López Munguía y me preguntó sorpresivamente si pondría mis manos al fuego por Xavier Abreu. En mi opinión, Xavier Abreu siempre ha actuado con las intenciones más claras y transperentes en todo lo que ha hecho a lo largo de su vida. Ésa es mi opinión. Ana Rosa Payán ha sido, también, una persona que ha actuado siempre convencida de que lo que hace es lo más justo y conveniente para la sociedad.
En el programa de radio —según deduzco el día de hoy— el señor López Munguía tenía la tarea —dada por otros o dada a sí mismo por él mismo— de mostrarle al público una imagen dudosa de Xavier Abreu y una imagen incólume de Ana Rosa Payán. Cuando me preguntó si recordaba algo positivo del periodo de gobierno de Xavier, le contesté que sólo tenía en la consciencia la idea de que ese gobierno y todos los demás emanados del PAN que han pasado por el ayuntamiento de Mérida, fueron buenos gobiernos. En ese momento no fui lo espontáneo —me faltó "colmillo"— para decirle a López Munguía lo que él quería oír de mí. Sea lo que sea que haya dicho yo, él concluyó que yo expresé que "no pondría las manos al fuego por Xavier Abreu".
Ése fue el último programa de radio del Sr. López Munguía al que asistí.
Previamente a esa experiencia, tuve a bien asistir, invitado por la Secretaría de Educación Pública estatal del gobierno anterior, a una mesa de trabajo para formar peticiones concretas que habrían de ser enviadas a los que estaban formando algo así como un "plan rector" de gobierno de Felipe Calderón. No recuerdo con exactitud las diferencias, pero sí me opuse a protestar para tratar de descalificar la actividad que se llevó a cabo. Me parecía que el esfuerzo era válido, sin que por ello no fuera perfectible.
A principios de 2008 unimos esfuerzos humanos y económicos para lanzar Artículo 7 Hugo Laviada Molina, Luis Montalvo Duarte y un servidor. Hugo, en 2009, le vendió su parte a Javier Cámara Menéndez. Todos estos datos son públicos. Nos entendimos sin mayores problemas porque coincidimos en principios y valores que están más allá del individuo.
Antes de ello, Alejandro López Munguía había escrito en el Diario de Yucatán, un artículo en el cual acusaba al doctor Hugo Laviada Molina de ser "deshonesto" y de "tráfico de influencias" al "aparecer" en el padrón de proveedores del municipio cuando Laviada era senador (en funciones de suplente) durante un año, cuando la titular Beatriz Zavala era Secretaria de Desarrollo Social. Hay cientos de médicos particulares que prestan servicios como externos a empleados del Ayuntamiento de Mérida. Todos ellos están en el padrón de proveedores en automático, sin solicitarlo. Hugo Laviada contestó puntualmente los temas mencionados por López Munguía. El asunto, en realidad, no tenía nada turbio, oscuro, secreto, deshonesto o fuera de la ley por parte de Hugo Laviada. La contestación fue contundente y no dejaba duda alguna: desde hacía más de 15 o 20 años prestaba en su consultorio servicios a pacientes de diversas dependencias públicas, como lo hacen más de dos centenas de médicos particulares que por ello están inscritos como proveedores del Ayuntamiento, sin implicación política alguna, simplemente porque los empleados municipales acreedores a esa prestación tienen el derecho de escoger a su médico. Laviada exhibió las dos o tres facturas de dos pacientes con Cáncer de tiroides que se negaron a ser reubicados con otro médico durante el período que fungió como senador. El monto de lo pagado por el ayuntamiento a Hugo durante ese período no ascendió a más de 900 pesos por sus servicios profesionales, durante los fines de semana que regresaba, como todos los legisladores federales lo hacen. Ni ética ni legalmente se infringía ley alguna. López Munguía habia tratado de engañar a los lectores dando a entender que como "proveedor", Laviada vendía algún otro tipo de bienes o servicios al Ayuntamiento, medicamentos, equipos o que sé yo.
Comenzaba yo a vivir ese mundo de la diferencia entre escribir con fundamentos sólidos o lanzar mentirillas entremezcladas con verdades a medias. López Munguía parecía estar ya sólidamente ubicado en el nuevo gobierno estatal con una labor "informativa" muy concreta. Yo no sabía que además López M. estaba en la nómina en un puesto importante administrativo en la clínica del ISSSTE.
Una mañana llegó a las oficinas de Artículo 7 una mujer —Perla Yazmín Rodríguez Zozaya— que se quejaba de no recibir atención de los demás medios en una situación muy sería —había perdido su trabajo en el ISSSTE— que involucraba una supuesta actuación de Alejandro López Munguía, actuación que se había traducido en perjuicio a Perla Yazmín Rodríguez Zozaya. Videograbamos las declaraciones de Perla Yazmín Rodríguez Zozaya, las analizamos, las volvimos a analizar, nos reunimos varias veces para tratar el tema y llegamos a la conclusión de que lo que Perla Yazmín Rodríguez Zozaya había declarado en las videograbaciones tenía elementos congruentes entre sí como para hacer pública su versión.
Desde luego, invitamos al señor Alejandro López Munguía a hacer uso de su derecho de réplica, cosa que rechazó automáticamente. Artículo 7, en todo momento, busca que las versiones complejas —rechazadas por otros medios— tengan la oportunidad de ser conocidas públicamente, cooperando así a que nuestra sociedad y los líderes de la misma, tengan a bien contar con elementos documentados para justipreciar a las personas, a las empresas y a los líderes comunitarios.
Al parecer, esa labor periodística de Artículo 7 le ha enfadado en forma muy fuerte al Sr. Alejandro López Munguía y a su amigo de toda la vida, Sr. Vidales Ripol. Ambos se han dedicado a rebuscar algo con lo que puedan perjudicar mi persona. Sé de visitas que le han hecho a representantes importantes de nuestra sociedad, buscando contarles historias totalmente falsas sobre mí en intentos agresivos y ya irracionales por desprestigiarme. Se han manejado sucesos pasados que no tienen nada qué ver conmigo: involucran una confusión con apellidos de un personaje —amigo mío— al cual no quiero mencionar para no traer al presente un pasado que quedó juzgado y resuelto.
Conmino aquí, por este medio, al Sr. Alejandro López Munguía y a sus amigos, a entender que si somos adversarios políticos, lo reconozcamos como tal y nos limitemos a combatir las ideas que sustentan nuestras posturas políticas adversas. Por desgracia, el Sr. Alejandro López Munguía es supuestamente —según versión de Perla Yazmín Rodríguez Zozaya— responsable de una actuación que quizás habría podido resolver en otras formas, menos vengativas de lo que fueron, aparentemente, las que escogió. De eso, el equipo de Artículo 7 no tiene culpa alguna. Si él tiene algo importante qué decirles a los lectores de nuestro semanario, está, una vez más, cordialmente invitado a ejercer su derecho de réplica y a dar, a través de nuestro medio, su versión.
El último incidente que enfureció al Sr. López Munguía se relaciona con el hecho de que Rodríguez Zozaya consideró que finalmente se le había hecho "justicia" al, supuestamente, provocar la salida del ISSSTE del Sr. López Munguía. El Dr. Bustos, sin embargo, cuando aún estaba húmeda la tinta de nuestra edición número 84, ya había hecho enviar a nuestras oficinas un escrito —sin membrete del ISSSTE— en el cual nos informaba que el Sr. López Munguía había renunciado por convenir a sus intereses al trabajo que tenía en esa institución.
Don Luis Montalvo Duarte tuvo a bien solicitar de Transparencia Federal, el formato de renuncia del señor Alejandro López Munguía. Esto lo hizo Luis Montalvo el día 14. El día 15 ya estaba en una página electrónica —controlada por López Munguía— el comentario relacionado con la petición de Artículo 7 a Transparencia. Sospechamos que Transparencia es tan transparente —¿o es el doctor Bustos?— que la existencia de la petición le fue puntualmente comunicada al C. López Munguía ipso facto. Pero si el Sr. López Munguía ya no trabaja en el ISSSTE, ¿por qué tiene acceso tan expedito a lo que sea que solicita Transparencia de él? Nosotros, al igual que ustedes, lectores, estamos descifrando el acertijo.
Entiéndase éste como un exhorto a los participantes a evitar la recurrencia a defectos personales para combatir o sustentar las ideas de los adversarios políticos. Es obvio que la labor de Artículo 7 es incómoda para los que participan en sucesos que en alguna forma redundan en perjuicio de la mayoría y en beneficio de una minoría con privilegios temporales fuera de la ley. Ha sido la cultura tradicional de nuestro pueblo: la misión de A7 es hacer ese defecto consciente y combatirlo abierta y fundadamente.