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El día de hoy, 2 de febrero, se celebra el Día mundial de los humedales. Por esta razón y en atención a la importancia que la conservación de estos ecosistemas tiene para la salud de nuestro planeta entero, Artículo 7 presenta esta reseña que amablemente nos envió la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR).
Los humedales son extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de aguas, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de 6 metros.
La Convención de Ramsar, en su artículo 1.1, distingue cinco tipos principales naturales y los artificiales, a saber:
Los humedales prestan una amplia gama de servicios importantes y fundamentales de abastecimiento para el bienestar del hombre (peces y fibras, purificación del agua, protección de costas, recreación y turismo).
Abarcan una proporción considerable de la superficie del planeta; el total se ha estimado en 1,280 millones de hectáreas (aproximadamente el 9% de la superficie de la Tierra).
Además poseen atributos como parte del patrimonio cultural de la humanidad y son base de importantes tradiciones sociales, económicas y de identidad cultural local.
Las predicciones de cambio climático mundial estiman un aumento en la pérdida y degradación de la biodiversidad de los humedales, incluidas especies que no pueden desplazarse y especies migratorias que dependen de ellos.
El 2 de febrero de 1971 se llevó a cabo la Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional en la ciudad de Ramsar, Irán, a orillas del mar Caspio.
Numeralia 1.- 1,280 millones de hectáreas de nuestro planeta son humedales. 2.- 1,883 sitios han sido designados como Humedales de Importancia Internacional. 3.- 159 países forman parte de la Convención Ramsar. 4.- 185’134,911 hectáreas de sitios Ramsar designados. 5.- 113 de los sitios Ramsar se encuentran en México. 6.- 8’161,357 hectáreas de sitios designados Ramsar están en México. 7.- El 2° país con mayor número de sitios Ramsar, luego del Reino Unido, es México. 8.- Desde sus inicios, la Convención sobre los Humedales o Convención Ramsar tuvo un gran impacto por su visión y misión; entró en vigor a finales de 1975 y es el único pacto ambiental mundial abocado a un ecosistema en particular, con la finalidad de proteger los hábitats y especies que de ellos dependen. |
La Convención sobre los Humedales es un tratado intergubernamental que proporciona el marco para la acción y cooperación internacional en pro de la conservación y el uso racional de esos ecosistemas y sus recursos, a fin de fomentar una conciencia y un desarrollo sostenible de los mismos.
México se adhirió a la Convención el 4 de noviembre de 1986, al incluir a la Reserva de la Biosfera Ría Lagartos (Yucatán) como humedal de importancia internacional.
Uno de los principales logros de esta Convención ha sido la creación de la Lista de Humedales de Importancia Internacional o Lista de Sitios Ramsar, cada país miembro al suscribirse a ella se compromete a conservar los humedales que adscriba a la Lista y a asegurar el mantenimiento de sus características físicas, químicas y biológicas a través de programas de conservación y restauración.
En materia de humedales, la Comisión Nacional Forestal trabaja desde 2004 en la restauración y conservación de zonas de manglar en nuestro país, donde existe una superficie de 655 mil 667 hectáreas de este ecosistema, distribuidas en el interior de lagunas c osteras y sistemas estuarinos del Golfo de México y del Océano Pacífico.
De las 69 especies de manglares conocidas en el mundo, cuatro de ellas constituyen este tipo de bosques en el territorio nacional: Rhizophora mangle (mangle rojo), Avicennia germinans (mangle negro), Laguncularia racemosa (mangle blanco) y Conocarpus erectus (mangle botoncillo), todas ellas bajo protección especial según la NOM-059-SEMARNAT-2001. Estas especies son producidas para restaurar este ecosistema a través de los beneficiarios del programa de Proyectos Especiales.
Las zonas en donde se distribuyen los manglares a lo largo de las franjas costeras se dividen en cinco regiones:
1) Pacífico Norte: Baja California, Baja California Sur, Sonora y Sinaloa,
2) Pacífico Centro: Nayarit, Michoacán, Jalisco y Colima.
3) Pacífico Sur: Guerrero, Oaxaca y Chiapas.
4) Golfo de México: Tamaulipas, Veracruz y Tabasco.
5) Península de Yucatán: Yucatán, Campeche y Quintana Roo.
Los manglares mejor desarrollados y más extensos se encuentran en tres sistemas lagunares: la Laguna de Términos, en Campeche; Teacapán-Agua Brava-Marismas nacionales, en Nayarit y Sinaloa, y en Chantuto-Tecupala-Panzacola, en Chiapas.
A pesar de ser reconocidos como los ecosistemas más productivos del planeta, los manglares presentan en México un deterioro creciente debido a diversas causas, dentro de las que destaca el cambio de uso de suelo para actividades humanas como desarrollos turísticos y de vivienda, así como la apertura de caminos. La pérdida de manglares obliga a desarrollar acciones para frenar su deterioro y promover la conservación y restauración de estos ecosistemas, acciones de alta prioridad para el Gobierno Federal.
En los proyectos de conservación y restauración forestal de áreas de manglar deforestadas y degradadas participan instancias del gobierno federal, ejidos y comunidades, cooperativas pesqueras, organizaciones no gubernamentales y universidades.
Para definir las estrategias de rehabilitación se requiere identificar terrenos o áreas susceptibles a restaurar desprovistas de esta vegetación o alteradas sus funciones naturales. Se identifican tres estrategias que pueden combinarse durante el proceso de recuperación de la funcionalidad del ecosistema.
La combinación de actividades incluye las de limpieza y desazolve, otras buenas prácticas y el mantenimiento y protección de los trabajos. Todo ello ayuda a inducir la recuperación de la cobertura vegetal por medio de la reforestación y la rehabilitación del flujo hidrológico, de manera que se propicien las condiciones óptimas para obtener una calidad física y química del agua que permita la supervivencia y recuperación de la cubierta de vegetación forestal.