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—¿Malos? ¡No, hija! No estamos divididos entre "malos y buenos", pero sí entre cínicos y éticos. Y los cínicos no escogen ser así. No, hija. Los cínicos se forman así en sus hogares, en sus escuelas... Y lo mismo sucede con los éticos. También son producto de sus hogares, de sus escuelas.
—Entonces no son malos y buenos sino cínicos y éticos. Papá, yo creo que sólo les estás dando un nombre diferente. Los cínicos son los malos y los éticos los buenos.
—Lía, entiende esto: los cínicos no escogen activamente serlo. Podría ser que los malos así lo hagan, pero no los cínicos. Éstos se desarrollan en ambientes que promueven ese cinismo con el que crecen. A veces lo ven de sus padres y hermanos; a veces de sus maestros; a veces de sus amistades.
—¿Y los éticos, papá? ¿Vienen de otro planeta?
—No hija, los éticos también nacen en nuestro país; pero ven las cosas en forma diferente.
—Aceptemos tu división... ¿es arbitraría, no? Digo...
—Sí, es sólo para que nos podamos entendernos...
—Ok, papá. Aceptemos tu arbitraria división entre cínicos y éticos. ¿Debemos entender que se trata de 2 extremos? Es decir, ¿debemos aceptar que no la mitad está entre los cínicos y la otra mitad entre los éticos, sino que hay muchos más que están "en medio" de los 2 extremos fluctuando entre los unos y los otros?
—¡Exacto! Ni más ni menos.
—Bueno, cínicos y éticos. ¿En dónde queda Calderón?
—Buena pregunta, hija. Calderón fue un ético tradicional toda su vida. Fue un apasionado de llevar la bandera de los éticos al poder y hacer que éstos proliferaran. Su convicción social no lo libra, por desgracia, de su imperfección de carácter.
—¿Su carácter?
—Sí. Tiene fama de aporrear puño en mesas. Eso no les gusta a todos.
—Papá, tú lo haces todo el tiempo. Digo, a veces los vecinos pueden oír tus gritos.
—Sólo sucede cuando hablo con gente terca, hija.
—Hmmm. Entonces, ¿qué le pasó a Calderón?
—Resbaló. Pero ya se dio la gran arrepentida. Por un momento creyó que los cínicos podrían respetar un trato. Y es que no tomó en cuenta que un cínico, ¡es un cínico!
—Y cínicamente violan cualquier posible pacto... ¿no?
—¿Y qué esperaría uno? ¡Es obvio!
—Lo que pasa es que Calderón no conoce tu arbitraria división, papá.
—Así es, no me preguntó. Pero ya, en serio. Los cínicos, cuando gobiernan, salen del paso. Los éticos, se meten a fondo. Los cínicos se preocupan por la imagen; los éticos se ocupan y concentran en resultados: de imagen saben nada.
—Beltrones, el del senado, al decir que en el 2012 "se acabará la mediocridad", papá, me suena a la perfecta imagen del "cínico".
—¡Exacto, Lía! ¡Ahí lo tienes!
—Sí, porque sólo un cínico perfecto puede exclamar que cuando ellos tomen el poder (los cínicos) sucederá lo que ellos mismos impidieron que suceda: un mayor crecimiento de México. ¡Eso es cinismo a la perfección!
—¿Ves que mis términos cínico y ético no son tan arbitrarios para dividir a las clases políticas del país?
—El problema es que los cínicos, cínicamente, desean y promueven que los éticos parezcan iguales que ellos... Y los medios han sido el camino perfecto para que lo logren. Cínicamente han engañado a todos... a veces ¡hasta a los éticos!
***
—¡Papá! Los cínicos... son cínicos en todo, ¿verdad? Por ejemplo, cínicamente inventan delitos para perjudicar a sus adversarios. Acaban de desaparecer los chicos que vendían camisetas con la leyenda "Yo chiflé a Ibóm" (sic).
—Sí. Que nadie sabe por dónde están. Los cínicos pueden convertirse en perversos y entonces... ¡sálvese el que pueda! Se desatan las cacerías de brujas y a todos les ven escobas entre las piernas.
—Nuestra sociedad debe cambiar y erradicar toda cultura de cinismo que aún le quede, papá. Pero, por lo visto, no es fácil.