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Escupir pa´arriba. Con un acto masivo —ese sí "espontáneo", según ellos mismos— con el que los priistas "desagraviaron" a la gobernadora por la sonora rechifla en la Batalla de Kukulkán, inició esta ajetreada semana.
Lo más significativo de este multitudinario evento —aparte de unas camisetas en las que se leía "¡Ivonne cómo te quiero!" — fue el explosivo y electoral discurso de la gobernadora—que le originó una denuncia panista en su contra ante el Instituto de Procedimientos Electorales y Participación Ciudadana.
En una parte de ese discurso, sin el estudiado guión de por medio y sin ponderar las consecuencias de sus palabras, la ejecutivo estatal amenazó: "me enfrentaré a quien sea y patearé puertas si es necesario..."
Como expedito bomerang, tres días después las fuerzas "del orden" hicieron suyas las palabras de su jefa y con un "¡Somos la autoridad y por eso entramos sin permiso!", allanaron un domicilio particular. Peligroso el rumbo al que las palabras necias proferidas por líderes autoritarios nos pueden llevar. A ellas nos se puede hacer "oídos sordos".
¿Mentirosos patológicos?. El lunes se hizo del conocimiento público un cese en la Procuraduría estatal originado presuntamente por el re-envío, a través de un equipo de cómputo de dicha dependencia oficial, de un correo electrónico en el que se parodiaba a la candidata priista a la alcaldía de Mérida. Entonces se dijo que fue la acertada intervención de la Policía Cibernética la que permitió detectar la supuesta anomalía que dio origen al cese del servidor público involucrado.
Inmediatamente el gobierno estatal desmintió esta versión y afirmó que el ex-trabajador renunció por habérsele llamado la atención en reiteradas ocasiones por el comportamiento inadecuado que tenía para con sus compañeras, situación que, eventualmente, pudiera haber derivado en la comisión de algún delito penal que debía ser investigado por la Procuraduría estatal.
La realidad, según fuentes extra-oficiales consultadas, fue que el ex-empleado público re-envió el correo referido a varias personas, entre ellas a un "compañero" de trabajo que se lo comunicó al jefe de ambos y éste —al igual que los policías allanadores, buscando "ganarse" al jefe— se lo informó al Procurador. Sobra decir que lo de la supuesta intervención de la Policía Cibernética fue mera leyenda urbana para advertir a todos los servidores públicos que hay quien los vigila en la red de redes.
Lo que llama la atención de este affaire es la facilidad para mentir del gobierno estatal aun cuando no tendría porqué hacerlo. Pudiera parecernos excesiva la sanción para un empleado que distrae recursos oficiales en asuntos particulares, pero, en todo caso, es atribución de sus superiores la misma. Entonces, ¿para qué inventar toda una historia que, inclusive, los mete en aprietos?
Candil de la calle. No reparando en su enfermiza proclividad a mentir, el gobierno del Estado, en una carta por demás irónica y agresiva, le reprocha al Diario de Yucatán las mentiras que supuestamente ese rotativo ha publicado con relación a diversas acciones y actuaciones de esa autoridad en muy variados asuntos. El último párrafo de la misiva es muy ilustrativo:
"El gobierno es, por mandato constitucional, garante de la libertad de expresión. Y el Ejecutivo del Estado, incluyendo las corporaciones policiales —que, por cierto, mantienen a nuestra entidad federativa como la más segura del país— reitera un compromiso con ese derecho constitucional, aunque el periódico editado por el grupo a su cargo lo utilice para publicar mentiras. Ese es el privilegio de la democracia".
El Diario de Yucatán respondió la carta de una manera muy escueta y parca, lo que llevó a unos a pensar que ese round fue para el autor de la epístola, el coordinador de Comunicación Social del gobierno estatal, Jesús Rivero Covarrubias. Otros más curtidos en la lides periodísticas dejan entrever que esta aparente calma sólo presagia la tormenta que, sin lugar a dudas, se desatará a partir de hoy. Al tiempo.
En este contexto, resulta de un cinismo mayúsculo el punto de acuerdo que uno de los personeros del gobierno yucateco en el Congreso Federal, el diputado Efraín Aguilar Góngora, suplente de Angélica Araujo, presentó esta misma semana ante la Comisión Especial de Seguimiento a las Agresiones a Periodistas y Medios de Comunicación de la Cámara Baja, para que se investigara y sancionara una presunta agresión a un reportero de Televisión Yucateca por parte de una funcionaria de Sedesol.
“De esa manera, si las agresiones a periodistas y comunicadores atentan contra principios esenciales de la democracia y la protección a los derechos humanos, es totalmente repudiable e inaceptable que dichas agresiones provengan de funcionarios públicos”, asentó en los considerandos de su punto de acuerdo el diputado Aguilar Góngora, pasando por alto la "cariñosa" carta que "Chucho" Rivero acaba de enviar al Periódico de la Vida Peninsular. Hágame Usted el favor.
Amnesia compartida. En la misma carta, el vocero del gobierno estatal temerariamente asentó:
"Algunas voces dicen en otros medios de comunicación que existen compromisos económicos del grupo que usted representa con el PAN y los gobiernos emanados de ese partido.."
Casualmente, ese mismo día, el periodista Martiniano Alcocer, en su editorial titulado "Le dispara al blanco equivocado" publicado en el periódico ofendido, escribió:
"A mí me asusta que el mandatario haga estas observaciones porque, que yo sepa, las primeras páginas no se venden y también porque lo que dice puede inducir a la autocensura para no contrariar al gobernante..."
Ambos sufren de amnesia. Ambos, desde sus trincheras informativas, dicen desconocer lo que Artículo 7 ha documentado reiterada y suficientemente: que en Yucatán la nota en prensa, radio, televisión o Internet, se vende —a buen precio— a quien mejor la pague. Y generalmente es el gobierno del Estado quien la paga. Los $23 millones pagados al Por Esto! por "cobertura de actividades" sólo en el 2008 así lo evidencian.
Por ello habría que responderle a don Martiniano y enterar a don Chucho: No sólo las primeras páginas se venden, también las segundas y las terceras y las...