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Cero estrellas
En respuesta a los millones de dólares que le ha dejado Harry Potter a la Warner Brothers, la Fox ha decidido inaugurar su propia franquicia de magia y espada. Aunque muchos han intentado emular la creación de J. K. Rowling, Percy Jackson y el ladrón del rayo es, hasta ahora, el remedo más lamentable que se ha hecho sobre el mago de cicatriz en la frente.
Percy es un adolescente retraído que descubre ser hijo del dios Poseidón. Una guerra entre los dioses del Olimpo está a punto de empezar debido a que Zeus ha perdido su poderoso rayo y culpa a Percy de ello. Percy hace equipo con un Annabeth (hija de Atenea) y un sátiro, embarcándose en una aventura para descubrir quien ha robado el rayo, regresarlo a su dueño y evitar la guerra entre dioses.
La idea de presentar un mundo mágico poblado por seres mitológicos pudo dar buenos resultados, pero el guión de Percy Jackson se enfoca demasiado en imitar a Harry Potter, el problema es la manera tan tonta en que lo hace. Los personajes carecen del carisma necesario para encantar a la audiencia pues están escritos con mucha torpeza. El sátiro es una parodia barata de Ron Weasley —el compañero pelirrojo de Potter— pero al mismo tiempo es el estereotipo del “negro gracioso”, tan común en el cine de Hollywood, el típico personaje que dice chistes sin gracia, exagera sus movimientos corporales y tiene los diálogos más irritantes de todo el filme. Un auténtico suplicio en pantalla grande.
Annabeth es la copia de Hermione pero con una actriz desangelada y el personaje carece de peso argumental. Mientras el actor que interpreta a Percy es totalmente plano. Los pocos buenos actores tienen apariciones triviales en un argumento tan mal hecho que ni siquiera sirve como entretenimiento efímero. La presencia de Uma Thurman interpretando a Medusa se ve opacada por que los escritores no pueden desarrollar bien ni una sola escena. La única que logra salir un poco airosa de este churro insufrible es Rosario Dawson como Perséfone.
Tal es del descaro de copiar a Potter que se contrató como director a Chris Columbus, quien realizara las 2 primeras entregas del maguito. No hay nada que resulte relevante en esta película. El tema de la adolescencia se vincula nuevamente al del mandato familiar, la desadaptación y los deseos de aventuras extraordinarias. El camino de los héroes está plagado de efectos computarizados y persecuciones, aunque la vinculación entre cada escena está dada con impericia y eso la vuelve tediosa, sus baches narrativos son tan numerosos que es imposible mantener inmerso al espectador.
Lo peor: el personaje del Sátiro, un elenco juvenil que no da la talla, el pésimo guión y su descarado intento de imitar a Harry Potter.
Lo mejor: Rosario Dawson como Perséfone, ver a Uma Thurman —antes de que se quite el turbante— y… nada más.
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