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—Son muchos los momentos gratos que tuve en mi gobierno. Es tan grande el trabajo que hay acá, son tantas las obras y los servicios que uno hace, que encontrar un momento grato en particular es muy difícil. Un momento especial para mí fue la toma de posesión. Lo que significa cuando uno entra, lo que se dice, a lo que se compromete uno, aunque parezca tan sólo un discurso de muy buenas intenciones, es un momento muy especial. Mi discurso fue muy corto y básicamente comprendió dos cosas: primero, vamos a acabar de tajo con el problema de la basura, y lo otro, que íbamos a hacer el proyecto de la reordenación del transporte. Fueron las dos cosas fundamentales de mi discurso. Lo de la basura, aunque algunos digan otra cosa, a como estaba la situación y con lo álgido que se puso, cortamos de tajo ese problema; y lo del transporte no quedó en nuestras manos y nunca estará en manos sólo del ayuntamiento —comentó el alcalde César Bojórquez Zapata en lo que pareció ser su última entrevista concedida al semanario Artículo 7 como alcalde de Mérida.
Ante un hombre relajado y tranquilo, pero, al mismo tiempo, presionado por la gran cantidad de documentos que tiene que firmar por la entrega a las nuevas autoridades municipales, se le preguntó cuál había sido el momento más grato o especial de su gobierno.
—Un momento muy especial... cuando estuvimos con el Papa. Lo que significó estar allá y cómo me trataron; me sentí el alcalde de la ciudad. El haber estado con el Santo Padre ¡uff! —expresó con emoción— fue un momento que me trae un grato recuerdo. Me sentí alcalde de la ciudad —repitió con emoción y voz que se quebraba.
¿Cuál fue el momento más difícil de su gestión?
—Híjole —exclamó con mucho ímpetu— creo que cuando pasó lo de Cecilia Flores. El tomar la decisión de enfrentar la realidad, a pesar de que mucha gente nos decía que nos podían relacionar con ese asunto e iba a ser un escándalo, decidimos enfrentarlo y hablar con la verdad.
—Creo que ese momento sirvió para que la gente se enterara de todas las acciones del Ayuntamiento de Mérida. Estuvimos en los medios de comunicación por todos lados. Fue una oportunidad para nosotros que nos permitió demostrar el orden administrativo del Ayuntamiento, de su apertura y transparencia. Hasta nos extralimitamos [en transparencia] y por eso el Congreso del Estado se quiso aprovechar y los tuvimos que parar conforme a derecho. ¡Ése fue el momento más difícil que tuvimos! Demostramos que ese caso no tenía nada qué ver con el Ayuntamiento de Mérida.
¿Cuál fue tu mayor aportación al Ayuntamiento de Mérida?
—Servir, definitivamente —contestó de forma inmediata— el consolidar el servicio que ya le veníamos dando a la sociedad desde hace casi 20 años. Cuando uno tiene este poder, el hecho de servir le da satisfacciones y esperanza a mucha gente. Fuimos muy abiertos en la parte social. A través del DIF municipal y de Desarrollo Social ¡uh! —exclamó— hemos ayudado a muchísima gente con servicio. Tanto en el DIF como acá salieron gastos médicos de todos tamaños y en grandes cantidades. En la calle surgen voces de agradecimiento a mi persona de mucha gente que ni conozco. Expresiones como: "gracias alcalde porque mi hijo ya ve o ya camina" son comunes, te agradecen de manera personal. Nosotros contestamos que no somos nosotros, sino que es dinero de todos, de los impuestos que pagan todos y que nosotros solamente administramos.
¿Cuál fue su mayor debilidad?
El alcalde se detuvo a pensar por varios segundos, titubeó y finalmente de una manera firme contestó: "el no haber podido lograr trabajar coordinadamente con el Gobierno del Estado. Y digo que fue una debilidad porque al fin y al cabo lo que buscaba era obtener más recursos para poder hacer más cosas".
—Hay mucha gente que a través de los medios dice que soy un técnico, me califican de un simple técnico y administrador, y que no soy político. Hubieron artículos de opinión en que decían que me faltó "oficio político" —señalando con los dedos el entrecomillado— para lograr coordinarme con el Gobierno del Estado. Eso puedo señalar como mi debilidad: el no haber tenido "oficio político".
—Una vez leí o me comentaron que Carlos Sobrino escribió que yo no lograba acuerdos. La realidad es que no todos los acuerdos dependían de mí. Al final lo que iba a pedir era dinero o que hicieran obras en determinados lugares. Y la realidad es que lo sabían y ni siquiera teníamos que sentarnos [a tratar el tema].
—Entonces, si eso no lo logré y lo que dicen los políticos es que no tuve oficio político, ¡les voy a creer! —exclamó. Voy a creer que no tuve oficio político pero no me arrepiento, porque el intento siempre lo hice. Siempre traté de que se diera esa relación.
—Ojalá que esos que dicen eso de mí tengan la oportunidad, algún día, de sentarse aquí, en esta silla, aunque no lo creo. Se que darían la vida por ello.
¿Cuál es su sentir de entregar el gobierno de Mérida a un partido diferente al suyo?
—Raro, hasta en eso innovamos —soltando sonora carcajada—. Verlo desde el punto de vista partidista me da tristeza. Va a haber nostalgia por habérselo dado a un partido diferente, pero hay que ser positivos. Como ayuntamiento, hemos demostrado que lo hicimos correctamente.
—Cuando se entra a una competencia, se puede perder o se puede ganar. Siempre se está en el riesgo de perder y hoy nos tocó.
—Después del primer gobierno de la contadora Ana Rosa Payán, a mí me tocó ver perder a Luis Correa Mena y luego, de repente, pues siempre sí, ganamos. Fueron momentos y días de tristeza.
¿Cuáles crees que hayan sido los principales factores por los cuales el PAN perdió esta elección?
—Definitivamente, nos sigue pegando la división que se dio. La división nos dejó inmóviles y la gente dejó de participar. La herida de haber perdido el gobierno del estado es tan grande que no ha sanado. La gente sigue triste y dolida.
—En segundo lugar, hay un cambio generacional. Ya habían señales de que la tendencia iba a la baja. Yo sólo gané por 1,500 votos. Sin embargo, aún con esa tendencia a la baja, el trabajo dentro del partido por recuperar espacios, por olvidar los pleitos y sumar poco a poco, el trabajo del ayuntamiento y el trabajo que hizo la candidata... Nos sorprende el crecimiento que tuvimos de una elección a otra. El augurio era que nos iban a aplastar y no sucedió así.
—Hay más factores pequeños que debemos atender, como ver que la gente que vota por nosotros, salga a votar.
Si hoy fuera a tomar posesión como alcalde ¿volvería a nombrar a su mismo equipo de colaboradores?
—Sí, sería el mismo. Si a todos los hubiera conocido desde un principio, porque no fue así, les hubiera dado ciertas recomendaciones que me tardé en darles. Independientemente de la manera de ser y el carácter de cada uno, los logros fueron de todos. Las metas que logramos se debieron a discusiones y a roces que se dieron dentro de las mismas direcciones. Si cada quien hubiera trabajado sólo y se las llevaba "light", no hubiéramos logrado el Internet inalámbrico, Animaya, no hubiéramos traído el ballet de Cuba, los Picasso o muchas cosas más.
¿Cree que pueda suceder lo mismo de hace 3 años cuando llegó Ivonne Ortega al Gobierno del Estado, que hubieron denuncias penales y detenciones de ex funcionarios públicos?
—Sí pudiera ser, sí pudiera ser —contestó con insistencia— pero tenemos las cuentas claras, siempre fuimos transparentes. Todo puede suceder, todo puede darse y todos lo sabemos. Estamos preparados para cualquier situación que se dé, pero hay que esperar.
¿Cómo se ha conducido la transición?
—Muy bien. Lo que nunca se había hecho, están viniendo a aprender. A nosotros en el 2001, cuando ganamos el Gobierno del Estado, no nos dejaron sino entrar hasta el primer día de gobierno. Y encontramos muchas cosas.
Para terminar, el alcalde César Bojórquez dijo que se iba muy tranquilo y muy contento. A pesar de dejar el ayuntamiento probablemente en manos de otro partido porque todavía no se ha dado la última palabra [la entrevista se realizó el martes 28 cuando el Trife aún no había dado su fallo] pero si es así, ni modos. Uno no se prepara para esto.
También aclaró que no piensa continuar en política pero que sí seguirá en la administración pública, si le dan la oportunidad de seguir sirviendo a la comunidad, concluyó.