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Cuatro estrellas
El documental "Interno" de la realizadora Andrea Borbolla es el seguimiento exhaustivo a un programa muy novedoso para el manejo del estrés y el combate de adicciones. Un sistema ideado por Ann Moxey, psicóloga y especialista en la rehabilitación de adictos. Este método fue aplicado en el Centro Penitenciario de Atlacholoaya, Morelos, y los resultados han sido muy favorables. Esa cura mágica se llama: Yoga.
Borbolla se dedica a hacer una reconstrucción de la vida 4 reclusos, encarcelados por crímenes contra la salud —uno de ellos además por homicidio. Abordando desde aspectos de su infancia hasta los errores que los llevaron al crudo camino de la delincuencia. Las entrevistas están muy realizadas y editadas de manera que el espectador es puesto en papel de psicoanalista tratando de generar un proceso de empatía. Es muy acertada la manera en que la directora nos hace sentir que los vericuetos de la vida son tan impredecibles que cualquiera de nosotros podría estar en el lugar de los entrevistados.
Infancias difíciles —algunas no tanto—, familias disfuncionales, malas compañías en la juventud, carencias económicas y decisiones erróneas, son las experiencias que llevan en común los internos de Atlacholoaya. Con algunos problemas con el sonido directo, algunas entrevistas resultan más audibles que otras. Sin embargo el documental se entiende bastante bien y se nota un trabajo arduo en su postproducción.
"Interno" es más que un documental circunspecto a datos e información, es una metáfora acerca del encierro, el del cuerpo -cárcel- y el del alma —mente. Hay frases inolvidables como "Me di cuenta que todo lo que buscaba en el exterior, lo tenía en el interior", "Aprendí a ser libre a pesar de estar en una cárcel" o "Hay gente afuera que vive más presa que uno".
El yoga es el verdadero protagonista del documental. Se muestra como una forma de desintoxicación tanto del cuerpo como del espíritu. Una disciplina física enfocada a la meditación, la concentración y la autoevaluación. La cinta muestra la transformación interna de los personajes a través de close-ups donde atestiguamos la purificación de las miradas, hay un antes y un después.
La nitidez de sus imágenes nos revela un desempeño bastante profesional del video digital. Inclusive hay varias tomas muy bien logradas a nivel estético, especialmente los amaneceres y atardeceres sobre los muros de la cárcel.
A pesar de tratar un tema duro, "Interno" es una película en tono esperanzador que no busca afligir o indignar al público. Algunos críticos la acusan de ser un documental rosa que esconde la verdadera dureza de una prisión. No estoy de acuerdo con esos comentarios. Un documental, al igual que una ficción, se plantea objetivos dramáticos específicos y sobre ello trabaja. Borbolla no busca la tristeza o la desolación y es muy clara en lo que quiere: mostrarse esperanzadora con las posibilidades de transformación que ofrece el yoga.
La premisa de este filme es enseñar que el autoconocimiento es esencial para vencer una adicción. Y no solamente se refiere a drogas, también se habla de la tremenda adicción a la violencia —infligir un dolor físico o emocional en el otro. El yoga se propone pues como una puerta a la liberación, una estrategia para exorcizar los demonios de la mente.
Es interesante ver los beneficios que el programa de Ann Moxey ha tenido sobre los presidiarios, revelando que los modelos antes conocidos de supuesta "readaptación social" no han sido tan eficientes y que es urgente un cambio de visión. La postura humanista de "Interno" es un llamado de atención a las autoridades.
Lo que más le aplaudo a filme es su capacidad para emocionar al espectador con esa sensación final de esperanza. Una película que apuesta a la posibilidad de crecimiento espiritual, a la bondad del ser humano y al deseo de ayudar desinteresadamente al otro. Es grato ver en pantalla que siempre hay soluciones a los problemas y que la mayoría de las veces esas respuestas están dentro de nosotros. Quizá esta no sea la única cara de una realidad carcelaria; quizá no sea la única forma de retratar a México.
Pero no podemos negar que este lado positivo también existe y debe ser retratado. Ese es el tipo de mensajes que, hoy más que nunca, necesitamos ver y escuchar.
Lo mejor: el mensaje humanista, su ponencia sobre los beneficios del yoga y su buen manejo de la emotividad.
Lo peor: que no logre despertar la conciencia de la gente que maneja las cárceles en este país.