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Según los estudiosos, el máximo esplendor de la civilización maya se alcanzó en el año 700 después de Cristo. Sin embargo, la llegada de los mayas a Yucatán marcó una nueva época en la historia de este pueblo, conocida como Nuevo Imperio, que abarca desde 987 hasta 1697 después de Cristo; bastantes años después de la llegada de los españoles.
Escudo de Armas de Mérida
Hacia el año 967 d.C. la cultura maya se vió, en cierta medida influida por una de las grandes culturas del altiplano mexicano: la tolteca. De esta manera floreció una cultura híbrida. Los estilos arquitectónicos de Uxmal y Chichén-Itzá; son muestra clara de la influencia ejercida por la cultura tolteca sobre la maya.
La presencia del pueblo maya en Yucatán se hizo patente prácticamente en todo el estado. Pero de nuevo el pueblo maya comenzó a abandonar sus grandes centros urbanos construidos en Yucatán, del mismo misterioso modo en que años antes lo había hecho en las húmedas tierras del actual estado de Chiapas.
El primer contacto de los españoles con las tierras y la cultura de Yucatán fue en 1511 con el naufragio, de unos infortunados navegantes de la expedición de Valdivia que salió de Panamá rumbo a Santo Domingo. A la catástrofe marítima y al recibimiento hostil solamente sobrevivieron: Gonzalo Guerrero, militar español, que se identificaría con los nativos para el resto de su vida, al grado de morir combatiendo a sus compatriotas y el religioso Jerónimo de Aguilar, que fue rescatado años después por el capitán Hernán Cortés Pizarro. El 1 de marzo de 1517, la expedición de Francisco Hernández de Córdoba y el piloto Antón de Alaminos descubrieron y bautizaron el Cabo Catoche; luego bordearon la costa para llegar hasta Campeche, y posteriormente sufrieron la famosa derrota de Champotón, exactamente en un sitio que fue bautizado como bahía de la mala pelea.
Don Francisco de Montejo, fundador de Mérida
El 3 de mayo de 1518, una segunda expedición a cargo de don Juan de Grijalva, sobrino del gobernador de Cuba, Diego Velázquez, reconoció la costa oriental de la península -entró a la Bahía de la Ascensión- que pasa por Río Lagartos y el 25 de mayo arribaba a Campeche donde se libró un segundo combate entre europeos y mayas con mejor suerte que la primera batalla. El 8 de junio entraron al caudaloso río que llevaría posteriormente el nombre de Grijalva, cerca de cuya desembocadura se halla el pueblo de Potonchán. Más adelante descubrirían los ríos Coatzacoalcos y Papaloapan y el islote de San Juan de Ulúa para volver luego a Cuba.
Pese a estos descubrimientos, la península tardaría algunos años antes de que los españoles se asentaran definitivamente en este territorio.
Don Francisco de Montejo obtuvo de Carlos V, Rey de España, la concesión firmada en Granada en 1526, para conquistar y colonizar la península yucateca. su hijo del mismo nombre, a quien transfirió su concesión, fundó la ciudad de Mérida, futura capital del estado, el 6 de enero de 1542. Lo que constituye actualmente el centro histórico de la cabecera del municipio de Mérida, fue el asiento prehispánico de la tribu maya Itzá conocida con los nombres de Ichcaansihó (entre los altos árboles sihoes o faz del nacimiento del cielo) y T-hó (cinco cerros), este nombre de origen popular por los adoratorios construidos sobre sendos altillos artificiales. Dicha población fue fundada hacia el siglo XII D.C. Tal asiento estaba en ruinas a la llegada de los españoles.
El abandono y soledad del sitio inclinó a los españoles a adueñarse pacíficamente de aquellos vestigios arqueológicos, cuya grandeza y belleza les recordó las ruinas de la Mérida romana de su patria. Este nombre se le dio a la fundación urbana que allí hizo el 6 de enero de 1542 el teniente Gobernador Francisco de Montejo y León, hijo del Adelantado del mismo nombre.
La catedral de San Idelfonso, la primera en tierra firme en América
A partir del período independiente y por mandato de la Constitución particular, Yucatán hizo diversas divisiones geopolíticas en su territorio. Mérida fue partido en 1825, distrito en 1837 y municipio en 1918, cuya cabecera será la ciudad de Mérida, a la que se refrendará como capital del estado y sede de los poderes políticos.
Contra lo que pudiera suponerse, la corona española nunca fue pródiga en el otorgamiento de escudos de armas para las ciudades, villas o pueblos de México y aún del resto de América. Varias de nuestras capitales provincianas mexicanas, a pesar de su antigüedad, carecen de escudo representativo, aunque no faltan aquellas que han creado y adoptado uno nuevo en años más o menos recientes.
El Escudo de Armas de la ciudad de Mérida, lejos de caer en el olvido, ha sido convertido en algo muy popular y muy nuestro, al grado de que no es fácil hallar otra ciudad de la provincia mexicana cuyo blasón de armas goce de tanta popularidad y preferencia,tal cual es el caso del emeritense símbolo del León y del Castillo.
El escudo de Mérida es muy posterior a la fundación de nuestra ciudad, ocurrida en 1542. Por ello, no llegó a ser conocido por Montejo ni sus hijos, tocando a sus nietos y bisnietos ser testigos de su otorgamiento, setenta y seis años después de haber sido erigida la nueva urbe emeritense en la vieja metrópoli maya de T'ho.
Quizás demasiado prematuramente, el 14 de junio de 1543, apenas año y medio después de la fundación de Mérida, el cabildo municipal intentó que la corona española concediera título a la ciudad, así como escudo de armas. La petición iba acompañada de un diseño heráldico que ellos sugerían: Un escudo de oro con cuatro torres y en medio una de homenaje. En cada torre y en la del homenaje, un estandarte colorado, armadas las torres sobre cuatro leones con sus cabezas afuera, en memoria de la conquista y población de esta tierra. Ninguna de aquellas dos peticiones fue entonces concedida y para ello fue necesario esperar muchos años más.
La primera de dichas solicitudes, es decir la del título de ciudad, se hizo realidad hasta el 30 de abril de 1605, en virtud de un Real Privilegio otorgado por el Rey de España Don Felipe III, para honrar el nacimiento de su hijo primogénito el Infante y futuro Rey Felipe IV. La titulación de Muy Noble y muy Leal Ciudad de Mérida es pues, más antigua que el escudo mismo, que no fue otorgado sino algunos años después.
El 18 de agosto de 1618, el mismo monarca firmaba, en San Lorenzo el Real, el anhelado Real Privilegio de Armas a Mérida de Yucatán de las Indias, "en premio a su fidelidad y buenos servicios", en los siguientes términos: He tenido por bien y por la presente hago merced a dicha ciudad de Mérida, de la dicha provincia de Yucatán, de que ahora, y de aquí en adelante haya y tenga por sus armas conocidas un escudo con un león rampante en campo verde y un castillo torreado en campo azul.
El sobrino del Adelantado, que llevaba el mismo nombre de Francisco de Montejo, fundó la villa oriental de Valladolid en mayo de 1543.
Debido a que no se encontraron metales preciosos en toda la península, los conquistadores se dedicaron a explotar a los conquistados utilizándolos en las faenas agrícolas y en la construcción de sus moradas.
La provincia fue gobernada por autoridades que nombraba directamente el Rey de España, con la denominación de Gobernador y Capitán General. La independencia de la península se proclamó el 15 de septiembre de 1521, sin derramamiento de sangre.
Al llegar al poder el general Antonio López de Santa Ana sucedió uno de los hechos más desagradables: la escisión de Yucatán del resto de la República. Se desencadenó en Yucatán una auténtica lucha de exterminio, mal llamada por algunos historiadores guerra de castas. Esta lucha nunca llegó a un final, pues no existe documento que le ponga fin, simplemente se extinguió.
Hecho de importancia capital constituyó la desmembración de la península al surgir el estado de Campeche en 1857. Años después, al formarse el Segundo Imperio Mexicano, Yucatán se transformó en una prefectura política. Posteriormente, al reinstaurarse la república, Yucatán se convirtió nuevamente en estado.