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La gobernadora Ivonne Ortega Pacheco acudió el pasado 26 de mayo a la presentación de la telenovela Sortilegio. Triste decisión. Consideramos que encaja dentro de lo que podríamos llamar un sacrilegio político. Una vez más la dama nos muestra que no le importa el despilfarro —en fin, que es del erario— acudiendo a eventos de diversión para ella y su séquito, nada productivo para el Estado.
Pero es sólo una costumbre que se ha arraigado en su forma de gobernar. Es algo que ha hecho desde el inicio de su gestión.
Recordemos su ida a Monterrey para el partido de Leones de Yucatán contra los Sultanes de Monterrey. Apostó con el gobernador de Nuevo León una ambulancia. Perdió la apuesta y nunca se aclaró con qué fondos pagó su deuda.
Recientemente, el día 22 del mes de abril, acudió al concierto de Plácido Domingo efectuado en el Palacio de Convenciones de Zacatecas.
Días antes del concierto, para ser exactos, el 18 de abril, acudió a la ciudad de Monterrey para ser la madrina de bautizo del hijo de Felipe Enríquez Hernández, considerado asesor especial de la gobernadora. No solo le costó a las arcas del Estado sino que implicó la desatención a su obligación central: los problemas del estado de Yucatán. No es correcto, como ciudadanos, olvidar que para este evento bautismal, se llevaron de Yucatán personal y comida para la fiesta de menos de 4 horas.
El riesgo aún latente de la influenza, una sequía terca que afecta a los productores, acciones irresponsables de juego político por parte de la gente que es su responsabilidad —como el allanamiento de un ciudadano rodeado de una historia de vengatividad de ella misma hacia los que disienten de ella. Ésos son sólo los temas de hoy. Hay otros, persistentes... ¿ya están atendidos? Sabemos la respuesta. ¿La sabe ella?
Obviamente, le apuesta a la eternización del sortilegio que ahora la favorece... ¿Le durará para siempre?
ljmd