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El razonamiento detrás de la sugerencia no es malo. Estamos ante un sistema de partidos que se echa a perder dentro de nuestra cultura mexicana. Pero...
El panismo que nace en 1939, buscaba llegar al poder por la vía democrática, es decir, por el voto mayoritario. Los primeros panistas son gente que vieron un gobierno corrupto y promotor de una cultura de corrupción. Creyendo en el sistema "democrático" mexicano, se registraron como partido político —con bastante trabajo— y comenzaron una lucha que parecía ridícula.
Para empezar, no tenían un centavo. Rifaban vehículos —antes de la ley del IFE— para hacerse de fondos para campañas políticas. Mientras ellos no tenían un centavo, el partido en el gobierno —el PRI— disponía libremente de las arcas oficiales para hacer lo que le viniera en gana.
De hecho, esa "libertad" de uso del dinero público llegaba hasta el punto de imprimir dinero para disponer de fondos en sus campañas "democráticas". Un país, Francia, tuvo la gran ocurrencia de declarar, en un momento dado —probablemente cuando Charles De Gaulle estaba en el poder como dictador— que había que estudiar el sistema PRI mexicano, en donde se veía una "dictablanda" muy efectiva.
Ser panista era un peligro dentro de la cultura mexicana de la época del PRI. A los panistas se les trató de amedrentar por todos los medios. A los hombres de negocio que se decían públicamente panistas, se les aplicaba el rigor de la ley —y un poco más— con auditorías fiscales sobre sus negocios, negación de permisos, confiscación de mercancía o materia prima y otros mecanismos más.
Desde luego, como habría de esperarse, los hombres de "negocio" que se "portaban bien", eran privilegiados dentro del sistema. Tenían prioridades para comprar los mejores terrenos, recibir permisos expeditos para sus actividades —por encima de los que eran menos bien vistos por el régimen— y recibir concesiones —como las televisoras— que sólo unos cuantos muy privilegiados podían disfrutar.
Era el gran régimen de la "felicidad". Muchos empresarios comenzaron a hacer sus grandes fortunas en esos ambientes. Cuando el sistema —el cambio de régimen— se modificó, muchos "empresarios" comenzaron a añorar —como lo hacen hasta hoy— el viejo "orden de cosas", en donde con tanta facilidad se podían levantar negocios.
La dicotomización de la riqueza y la pobreza en el país es producto de una falta de democracia en la economía. Esa falta de democracia que sufrimos como país durante 71 años con el "práctico" régimen del PRI, también la sufrimos en la economía. En un país autocrático sólo los bien vistos por los cercanos al poder podrán ver progresar sus negocios.
Cuando se da el gran cambio —que no lo fue sino en los procesos electorales— y el PAN entra a Los Pinos, las grandes figuras de la economía mexicana ya estaban formadas. Nadie se hizo una gran figura durante el régimen de Fox. Carlos Slim sólo continuó explotando lo que le pertenecía facilitado por el método anterior. Las grande televisoras y los grandes periódicos ya existían.
Pero el cuarto poder —los medios masivos de comunicación— que antes habían estado totalmente al servicio del gobierno y del PRI, continuaron al servicio de su mismo amo: el PRI y los priistas. Excepto que a partir del cambio del 200, dejaron de recibir dinero para decir las cosas de tal forma que el gobierno se viera "bien y bonito".
Y comenzaron a hacer exactamente lo contrario: a decir las cosas de tal forma que el gobierno se viera "mal y feo". Así, los cambios verdaderos, trascendentales que se dieron durante el gobierno de Fox jamás fueron resaltados por los medios. En cambio, sí hicieron lo contrario: denigrar cuanta cosa ridícula se podía tocar.
Asesinaron a Vicente Fox sin disparar un solo tiro: lo mataron mediáticamente. Destruyeron su figura, sus valores, sus acciones. La destrucción fue a tal grado fuerte que el mensaje de la confusión les llegó hasta a los mismos que en un momento dado llegaron a ver en el individuo a un gran ejecutor del cambio en México.
Y es que no les fue difícil. Siendo Vicente Fox un elemento natural de la sociedad mexicana —no un preparado para convertir mentiras en verdades y veceversa, al estilo "profesional" priista— actuó con libertad humana: "Hoy, hoy, hoy", "15 minutos", etc.
Hoy Calderón tiene más o menos —más menos que más— una relación racional, de sumo cuidado, con los medios. Su batalla contra la ilegalidad, su principal bandera, no podría ser tema de juego mediático. Por lo tanto, sabemos que se le ha respetado, pero jamás se le ha dado —ni se le daría— el valor verdadero a sus acciones. Eso estaría reservado para los que hicieron posibles sus concesiones.
De manera que no es el PAN quien gobierna a México, sino el cuarto poder: los medios masivos de comunicación. La batalla no es entre posturas políticas, sino entre medios. Unos tratarán de decir las cosas exaltando lo objetivamente exaltable —lo que va en beneficio del ciudadano, del territorio, de la nación— y otros exaltarán lo que sus contratistas deseen que exalten.
El ciudadano, pues, no es "presa" de los partidos políticos, sino de los medios. El ciudadano mexicano, hoy, hace lo que los medios quieren que haga. El nivel de cultura y de interés en asuntos comunitarios no proviene de la escuela ni de los partidos políticos ni del seno familiar ni de las instituciones religiosas, sino de los medios masivos de comunicación.
De ésos los más importantes son los que lanzan al aire señales libres de audio y video: las televisoras. Éstas podrían escoger transparentar la información, hacerse objetivas y responder sólo a los intereses del ciudadano. Estas palabras, por sí solas, suenan ridículas y fuera de todo sustento posible.
Si detrás de la campaña "No votes" está algo que no se dice, como, por ejemplo: "No votes porque no sabrías por quién hacerlo." "No votes porque tu voto no tendría sustento en realidad alguna". Entonces, sí, es correcta la invitación a no votar.
Sin embargo, lo que la historia nos ha demostrado es que cuando más gente sale a votar, los resultados, a final de cuentas, provocan un México fuertemente unido en lo que se obtiene. Es muy poca la gente con información correcta acerca de cuáles son las funciones de un diputado federal —lo que se elije este 5 de julio. Los mismos candidatos han sido ineficientes o negligentes para transmitir el mensaje.
Lo que es obvio es que hoy, México, tiene a un presidente tratando de hacer los cambios legales que el país necesita y, en vez de darle los elementos para que lo pueda hacer con cierta libertad, lo que parece que sucederá —según las encuestas a lo largo y ancho de todo el país— es que el pueblo de México le entregará a su presidente, los elementos exactos para que se vea impedido de hacer cualquier cosa que resulte importante y beneficiosa para los mexicanos.
Los priistas han sido excelentes en su labor de impedir a toda costa que las cosas que deben cambiar legalmente, lo hagan para que el país progrese. Le apuestan realmente al fracaso en la gestión del presidente —Fox o Calderón, es igual mientras no sea de "ellos"— con tal de esperar hasta que uno de ellos llegue a Los Pinos. Y cuando eso suceda, harán, realmente, lo que mejor responda a sus intereses como partido y como grupo y no lo que mejor convenga al país.
Si el grueso de los mexicanos supiera realmente cuál es el trabajo de un legislador, hoy, con ese alto porcentaje de aceptación que tiene el presidente Calderón, las encuestas nos estarían mostrando que los mexicanos estarían dispuestos a darle las facilidades necesarias para que logre el éxito máximo en su gestión. Sería claramente en beneficio de todos. ¿Por qué esto no está sucediendo?
Anular el voto, por lo tanto, sería un movimiento a favor de una postura política muy concreta y muy identificable. ¿Es la que nos conviene?