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1. Que no me digan el venado… el venado. ¿Se acuerda de aquella canción puertorriqueña? Seguro la ha bailado en alguna fiesta. Trata de un sujeto que es burlado por su mujer y es el último en enterarse. Ya no sorprende nada a nadie en Yucatán. La capacidad de indignación se ha perdido. De 2000 a 3000 personas que compraron anticipadamente sus boletos para ver el partido en que los Venados disputaban el pase a la Primera División al Querétaro, se quedaron fuera del estadio. Vestidos y alborotados. Aparte de la derrota en serie de penalties, nos tenemos que soplar ese monumental abuso contra un grupo enorme de aficionados yucatecos. La empresa recibió la orden —¿del gobierno del estado? ¿del PRI?— de abrir las puertas y dejar pasar a 3000 activistas de Rolando Zapata y/o Angélica Araujo. El Ayuntamiento sólo pudo sancionar con una ridícula multa a los empresarios. En cualquier parte del mundo este simple detalle sería una catástrofe electoral para el partido en el gobierno, el partido de los que fueron colados a costa de los ciudadanos comunes excluidos y burlados. ¿Y aquí no pasa nada? ¿Nos cornean y ya?
2. ¿Al César lo que es del César? Por cierto al Ayuntamiento no se le ha visto enérgico en este asunto, que independientemente de que el obsoleto reglamento de espectáculos no lo faculta para poder sancionar tamaño agravio, se requería una mayor claridad en las posiciones. El Ayuntamiento o el presidente municipal pudieron haber ordenado una investigación para deslindar responsabilidades y al menos exhibir con presición a quienes ordenaron tan arbitrario proceder y atropellaron las garantías que debían tener los aficionados que sí compraron boletos y que fueron indebidamente desplazados por la “ola roja”. ¿O usted, como la ve?
3. Luis Suárez Ancona se pregunta… En una columna periodística este señor se hace una serie de preguntas que no tienen desperdicio. ¿Cuánto tiempo tardará Yucatán para volver a despertar? ¿Qué necesitamos que nos pase para que el poder regrese a los ciudadanos y se lo quitemos al grupo de siempre, que se hace pasar por una bola de buenas gentes, que habla mucho pero no hace nada? ¿Volvimos a la época en la que se permite mentirle y engañar al pueblo para ganar? ¿Volvimos a la época en la que a los ciudadanos nos daba asco que nos hablaran de política? ¿Volvimos al momento en el que lo mejor y lo más cómodo es no meternos en problemas? ¿Volvimos a la etapa de no votar ni hacer nada? ¿Acaso los ciudadanos perdimos definitivamente la voz?
4. Don Felipe. No me refiero al presidente, al que le piden que siga valiente, aunque simplemente y llanamente sólo cumple con su deber de presidente. Más bien hablaremos de otro “Don Felipe”. Muy puntilloso fue el comentario que le escribió don Felipe Solís Ancona a Ana Rosa Payán Cervera en una carta publicada en la prensa local. Aunque la carta no dice el nombre de la destinataria, se infiere que la dedicó a quien es la presidenta del INAIP por gracia de su majestad doña Ivonne junto con la bancada del PRI en el Congreso del estado.
5. Las Razones de Don Felipe Solís. Resulta que en la conferencia de Denisse Dresser a la que invitó un organismo empresarial, Ana Rosa se levantó para proponer el voto nulo o en blanco “para protestar contra los partidos políticos”. Quien hasta hace unos meses pidió el voto por el PT y Convergencia (el PRD se negó a cobijarla) y quien por 20 años pidió el voto por el PAN, ahora desalienta a los electores a votar. Hasta hace unos meses ella era la única política “fiable” por quien valía la pena votar, y ahora que es funcionaria pública —gracias al PRI y a la gobernadora— se arropa con el manto de “ciudadana”. Casi, casi, nos pide Ana Rosa a los ciudadanos de a pie que, si no lo hicimos por ella, ya no vale la pena votar por nadie. Ana Rosa, por lo visto, se siente la “única coca cola” en el “desierto” de la política. Después de ella, nadie. ¡Hágame usted el favor!
6. Justo en el blanco. Pero el correctísimo don Felipe Solís Ancona, padre del presidente de Coparmex Mérida del mismo nombre, le recordó con educación a la señorita Payán Cervera que aunque el sistema de partidos es imperfecto, votar en blanco en nada contribuye a mejorar la vida pública de México y sí permite que otros decidan por uno, ya que esos votos no se le contabilizan a nadie, y solamente benefician a los partidos con “voto corporativo”, con una buena proporción de voto cautivo, vgr. ¡el PRI! Hay que exigirles a los partidos que superen la mediocridad política. Pero debilitar los mecanismos democráticos sólo hace “el caldo gordo” a quienes quieren regresar a Yucatán y a México al pasado. ¿No habrá quien asesore a Ana Rosa para decirle que no le van esas poses propias de quien tiene cero autocrítica? Por ello, el PRI y la gobernadora del estado le siguen muy agradecidos.
7. Caso Wafé. ¿Cuál sería la razón de la policía para encubrir a uno de sus elementos si realmente un agente policíaco le disparó a Wafé Kuri y a su difunta esposa Rosita Arceo? ¿Cuál sería la razón para incriminar al esposo inocente que además acababa de perder a su esposa embarazada? Desde el punto de vista político no sería difícil explicarlo. Luis Felipe Saidén estaba en un estado de crispación nerviosa, emocional y en una auténtica crisis de seguridad se debatía Yucatán. Semanas antes había aparecido en TV Azteca-Yucatán un primer decapitado con un mensaje para el jefe policiaco. Sólo dos semanas antes del caso Wafé, el hijo de Saidén Ojeda había dado muerte a dos muchachos en un desafortunado accidente. Y dos días antes del caso Wafé, un atentado sacudió a la Gran Plaza mientras Saidén comía con su familia en un restaurante de ese centro comercial. ¿Qué hubiese pasado si se reconocía que un agente bajo sus órdenes al verse sorprendido robando la casa-habitación de un empresario, había disparado y matado a los propietarios? La crisis se hubiese traducido con seguridad en la destitución del jefe policiaco. ¿Es descabellada esta hipótesis? ¿Encubrieron Saidén y Rafael Acosta Solís al policía Rolando Escamilla? Nos gustaría saberlo. Si la hipótesis tiene lógica, había que fabricar un culpable: Wafé Kuri Torre.