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Los últimos años de siglo 20 fueron preparando el terreno para el 2000. A partir del 1 de diciembre de 2000, en México se inauguró la libertad de expresión irrestricta por parte de los actores del gobierno federal.
En 2001 Patricio Patrón Laviada ganó la elección yucateca y se convirtió en gobernador. Tuvo bajo su mando la fuerza pública y el ministerio público.
Que levante la mano el periodista o comunicador yucateco que, durante todo este tiempo, por órdenes de un ejecutivo de extracción panista, haya debido dejar de escribir algo, o de decir algo.
Nadie lo puede hacer. No hay un solo periodista o comunicador de cualquier índole, que haya sido molestado en su integridad por hacer su trabajo: comunicar, informar, expresar opinión.
A nivel internacional se habla de "falta de libertad de expresión" en México. Que muchos periodistas han muerto. Es lastimoso que no terminen la frase. Pero parece que, esa frase, sí se termina. Son los que escogen en los medios —los directivos— lo que se publica y cómo, los que cortan las cosas. Porque son los maiceados para que todos creamos que todos los políticos son iguales.
El gobierno estatal de Ivonne Ortega Pacheco en Yucatán ha dado una clara muestra de que la libertad de expresión es algo mal visto por 2 grupos: 1) el priismo tradicional, del cual ella y su grupo político son científicamente representantes exactos y 2) los grupos de organizaciones criminales que nacieron para la explotación de las sustancias tóxicas y hoy han extendido su labor a la extorsión, al secuestro y a otras "bellas" actividades.
Que escriba aquí —si lo desea— o allá, si así le gusta, la persona que recuerde un solo acto de represión a medios informativos por parte de Patricio Patrón, de César Bojórquez, de Ana Rosa Payán, de Vicente Fox Quesada, de Felipe Calderón Hinojosa, de Medina Placencia, o de cualquier ejecutivo panista de cualquier nivel.
No hay, no existen actos de represión a los medios por parte de los panistas típicos. La democracia es un sistema de vida que exige libertad total de expresión, tanto dentro como fuera de los partidos políticos. Ismael Peraza es un ejemplo típico de lo que le puede suceder a un disidente de las filas del PRI. ¿En dónde está hoy? ¡Lo más lejos que pueda!
El avance de Yucatán se dio sólo porque un medio impreso —libertad de expresión— se empecinó en mostrar lo que al ser visto por la sociedad, le haría reaccionar y actuar con mayor civismo, ése que permitió cambios que en otra forma jamás se hubieran dado. En Yucatán, cuando ganó el PAN, no ganó un partido político, sino la sociedad civil. Hoy la sociedad civil debe reaccionar nuevamente porque estamos en peligro de una regresión inaceptable.