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Fernando Pacheco Bailón
En la sesión extraordinaria del pasado 27 de junio del presente año, la Junta Local Ejecutiva del IFE resolvió amonestar públicamente al candidato por el 04 distrito por la coalición PRI-PVEM para que "retirase de inmediato la propaganda electoral colocada en el estadio de futbol Carlos Iturralde Rivero". Resolución (RSCL/YUC/007/2009) que en lo particular considero parcial por parte de la mayoría de los consejeros, y además poco expedita.
Cabe señalar que este recurso de inconformidad fue promovido el pasado 21 de mayo pasado y a tan sólo una semana antes de celebrarse la jornada electoral se está notificando apenas, cuando las preferencias electorales prácticamente se encuentran ya definidas.
La argumentación crítica al fallo del IFE es que hubo una gran desigualdad en detrimento de los demás partidos políticos. De hecho el consejero electoral Alberto Arjona Ordaz promovió una reconsideración de la sanción, argumentando que hubo dolo por parte del PRI a sabiendas que el colocar propaganda en un espacio público violando flagrantemente la ley electoral federal, así como los acuerdos generales emanados de ella. Amén de no valorar, en la resolución del IFE, el impacto publicitario de 18 mil asistentes presentes en el estadio Carlos Iturralde Rivero, que presenciaron la final entre el Querétaro y los Venados de Yucatán. Sin considerar a los televidentes que se chutaron un partido intenso en emociones.
Antes de que existiese el IFE, la opinión pública, así como los actores políticos, consideraban una elección de Estado no sólo a la intromisión del aparato burocrático con prácticamente toda su estructura sino a la organización y regulación de los colegios electorales emanados de ellos, así como los órganos de inconformidad para presentar recursos de apelación todos ellos pertenecientes al gobierno mismo. Hoy hablar de elección de Estado es ver la notoria parcialidad del IFE, en la mayoría de los estados del país, propiciando un retroceso en lo ganado por la ciudadanía.
En Yucatán, estamos ante un inminente posicionamiento de un partido político que regresa para consolidar su hegemonía quinquenal en un periodo gubernamental netamente electoral y hecho ex profeso en la pasada reforma electoral local, el cual su génesis fue la campaña política 2007 y que lejos de lograr avances significativos en el desarrollo del estado, violenta el estado de derecho y sus reglamentos emanados de ello. Sin embargo, tal parece que la autonombrada "nueva mayoría ciudadana" le cree. Credibilidad lograda a través de un marketing televisivo con una empresa monopólica por cierto. Esa misma que se opuso a la acción de inconstitucionalidad que promovieron los 47 senadores de la legislatura pasada. Y que también promueve el Teletón.
En etapa de crisis económica, política e ideológica, el PRI presenta como panacea electoral desde ahorita hasta el 2012 políticas públicas populistas que sin duda harán confiar el ánimo de los que menos tienen. Esa es la mejor oferta ante el descrédito de otras opciones políticas que tuvieron su oportunidad y la desaprovecharon o que no fueron tan efectivas como para palear los vicios emanados de la cultura política que dejó el PRI.
Ante escenarios diferentes pero convincentes, preguntarse por qué regresa el PRI es ver el éxito de un regreso de un Alan García o un Daniel Ortega.