518 palabras
GUADALARA, Jalisco, 15 de septiembre.- Rojo como el cabello de Saúl Canelo Álvarez eran los detalles y adornos que aludían al conocido "mes patrio" y que rodeaban a los monitores de los restaurantes y bares de la Colonia Americana, donde se esperaba impacientemente por un suceso que marcaría al mundo deportivo.
Papel picado colorido con verde, blanco y rojo enmarcaban la pelea del año boxístico que enfrentó a una de las promesas más grandes, y reciente realidad, del pugilismo mexicano, con el peleador más respetado en la actualidad, Floyd Maywheater Jr.
Dos horas antes del combate, restaurantes y bares con un toque patrio estaban casi llenos. Con todos los televisores vigilados por los asistentes, quienes no despegaron la mirada hasta que terminó la intensa pelea.
Incluso los giros que no se dedican al entretenimiento deportivo, sintonizaban el canal para observar las hostilidades. En los negocios de la calle López Cotilla desde el Centro Magno y junto a los de Avenida Chapultepec los rostros del Canelo y Mayweather eran los más vistos.
El mismo Barramericano dejó la música de lado para dejar que la narración de la pelea y los gritos de los televidentes que abarrotaron el lugar resonaran en las calles.
Las luces se apagaron en la sede del combate, y las miradas de los asistentes se centraron en el cuadrilátero sin importar que estuviera a miles de kilómetros; las cervezas, los tragos y la plática con los amigos se terminaron.
"¡Canelo, Canelo!", se exclamaba cuando ambos protagonistas llegaban al ring.
Afuera del Barramericano el ambiente no era distinto. La algarabía y expectativa se notaba en las personas que buscaban el mejor lugar frente al televisor. Hasta los que no ingresaban veían la pelea desde afuera.
También los lugares menos sofisticados, sólo necesitaban una pantalla, mesas, sillas y bebidas para tener una de sus mejores asistencias. Como un bar cercano al Estadio Jalisco, donde los vecinos y conocidos se reunieron para apoyar a Saúl Álvarez.
Los rounds avanzaron y el ánimo decaía. El ritmo parsimonioso y explosivo a la vez de Mayweather invitaba a los televidentes a seguir ese tenor, miraban atentamente sin hacer movimientos para, de repente, manotear o hacer una exclamación cuando el Canelo esbozaba un ataque.
Al término del décimosegundo episodio las miradas ya se cruzaban entre los televidentes buscando una explicación de la falta de respuesta del boxeador mexicano ante la experiencia del pugilista estadounidense, quien se llevó la pelea por decisión mayoritaria. (Agencias)