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Estado civil: Soltero/Casado/Divorciado/Separado/Unión Libre.
Estas opciones de vida, a las cuales debes colocar una palomita para llenar algún trámite de cualquier índole, se han diversificado con el paso del tiempo porque la sociedad se encuentra en un inevitable cambio, y por supuesto, las transformaciones van de la mano con nuestra visión del mundo y la vida en pareja.
El mundo del 2014 tiene plena consciencia de que ya no sólo hay un camino en la vida- el matrimonio- e incluso se atreve a cuestionar la funcionalidad actual de la institución social. Aunque en México todavía pesan ciertas cuestiones de índole moral y religioso, una gran mayoría de personas se atreve a cuestionar no sólo la validez del matrimonio, sino también de algo que ha regido nuestra estructura como sociedad desde hace cientos de años: la monogamia.
Hace unos días, les pedí a amigos y conocidos que compartieran sus dudas sobre la validez actual de la monogamia para cuestionar a periodistas y expertos en tema de las relaciones, porque las han estudiado, analizado, y así compartir opiniones con la intención de que cada quién llegue a su propia conclusión.
En esta ocasión, hablé con el periodista Franz Fortuny Loret de Mola, compartiéndole los cuestionamientos que recabé, y todo quedó así:
La pregunta lleva consigo un término que yo creo que sólo debe usarse con las cosas. Se comparten los juguetes, los espacios, las fiestas, un auto, libros y momentos. Las personas no pueden ser compartidas, porque no son objetos propiedad de nadie. Es cierto: muchas culturas han hecho de las mujeres seres que se convierten en propiedad de los hombres. Y las mujeres también están convencidas en las culturas nuevas que deben encontrar un hombre que pueda ser “suyo” en exclusiva.
Es la lucha por “conseguir pareja segura”. Hombres y mujeres se exhiben frente a los otros para tratar de atraer a alguien: a) puede ser lo que sea o b) puede ser una persona en especial a la cual se le ha echado el ojo.
En todas las culturas existentes hoy, existe algún arreglo de exclusividad entre los que son unidos en matrimonio. En ningún lado se ve “bien” la relación con personas que no estén dentro de ese matrimonio.
El deseo de tener a la pareja en exclusiva para uno mismo, no es asunto que solo se da entre el hombre mexicano y la mujer mexicana, sino que ese es el plan para que funcione el matrimonio.
¿En verdad creen que los celos y el sentimiento de posesión son elementos intrínsecos al humano? Es decir, ¿en verdad creen que están inscritos en los circuitos biológicos del animal humano?
Los celos son sentimientos que surgen cuando los privilegios personales se ven amenazados por otros que podrían estar en el cuadro y con los cuales se tendría que “compartir” personas —como si fuesen objetos. Los celos implican un sentimiento de pérdida de algo ganado con esfuerzo o que se da con poca probabilidad. En una sociedad ideal, los celos no existirían. Entre un grupo ideal de humanos sanos, los celos serían algo que quizás se desconocería como concepto.
El término opción es interesante en este contexto: como si lo que implica la monogamia tuviera opciones. En la cultura nuestra la sexualidad debe resolverse en alguna forma legalmente encuadrable: matrimonio (normal, gay, lésbico). La unión libre es una forma de monogamia sancionada por la costumbre de una pareja de ser pareja. Cualquier otra solución, no es legal, o, por lo menos, no estaría protegida por el sistema legal de nuestra sociedad.
La narrativa detrás de la monogamia (uno con una, uno con uno, una con una) es que lo que sea que suceda entre ellos, tenga la sociedad a alguien para hacer responsable. En el caso del embarazo, dentro de un matrimonio (o unión libre) se les hace responsables a los dos que supuestamente participaron. (Las estadísticas muestran que 24% de los niños y niñas, no tienen DNA que muestre que son hijos del padre que supuesta es; o sea que, por lo menos 24% de los niños son concebidos cuando la madre invita a otro a tener sexo con ella, sin abandonar la relación socialmente sancionada.)
Esas estadísticas muestran que, así como las madres tienen hijos con otros que no son sus maridos legales, ¡los que la hacen de padres biológicos tampoco están actuando dentro de lo socialmente esperable! O sea que, la vida es bastante complicada, ¿no les parece? O la gente de nuestra especie no está plenamente adaptada ni hoy ni jamás lo ha estado, a las exigencias de la monogamia.
Las uniones libres y la monogamia están dentro del mismo patrón estructural: uno con una, en “exclusiva” (lo cual ya sabemos que no es así, por las estadísticas de ese 24%, pero es lo que se lucha por aparentar). La pregunta parece que confunde el “1 con 1” (uno con una) con la unión de uno con una sin matrimonio en el registro civil. Ambas formas de asociación son “monogamia”, a menos que el hombre o la mujer tengan, además de la la pareja de la “unión libre”, otra pareja en otra “unión libre”, en cuyo caso estamos hablando de promiscuidad.
Los que están luchando para que sus uniones con personas del mismo sexo sean reconocidas por la sociedad (como son reconocidas las uniones de sexos diferentes) también van a tratar de ser 1 con 1 (un hombre con un hombre, una mujer con una mujer). La cuestión es que en estos grupos, el problema de la falta de “fidelidad” se da exactamente igual a como surge entre los heterosexuales que pretenden vivir en el “uno solo con una”. Todos los estudios hechos entre los grupos de uniones de personas del mismo sexo, indican que ni siquiera son significativas las diferencias estadísticas en el tema de la infidelidad.
Tal vez respondan que “las mujeres la inventaron para asegurar su supervivencia y la de sus hijos”. Pero yo creo que aun en nuestro tiempo la monogamia sigue siendo una opción interesante para muchas personas, con o sin hijos, incluso con la igualdad económica que se esta alcanzando -lentamente- entre hombres y mujeres.
No, no las mujeres inventaron la monogamia. No. Para nada. La monogamia la inventaron precisamente los hombres que se convirtieron en agricultores, que trabajaban la tierra y que querían que el fruto de su trabajo no fuese a parar en manos de sus competidores, sino solo en manos de sus descendientes. Jamás antes de la agricultura fue importante saber quién era el padre de los niños. En los grupos en los que se practica la promiscuidad, nadie sabe quién es el padre. En estos grupos, los niños son igual de importantes para todos los hombre y mujeres. La tergiversación de la forma humana de ser fue producto de la necesidad de usar el cerebro (que es muy amplio y capaz) para buscar una solución cuando los territorios repletos de alimento para todos, desaparecieron.
Es lo que hace que se revierta a la agricultura y a comer pedazos de cadáveres de animales (cacería). Durante los primero 150 mil años —cuando el territorio disponible para la especie humana dio todo sin necesidad de agricultura— no hubo matrimonios o “bonding” (formación de lazos de unión entre un hombre y una mujer). Se daban lazos de unión entre personas de grupos de 50 a 150 individuos; en esos grupos todos los hombres habían estado sexualmente algunas veces con todas las mujeres, además de que la sexualidad era asunto de las mujeres, no de los hombres. Los hombres estaban o no disonibles; fueron tiempos durante los cuales las cosas se balanceaban porque varios hombres tendrían coito con una sola mujer a solicitud de esa misma mujer y con instigación de las demás, y, además, en forma pública y no privada. El sexo fue diversión, no asunto que habría de hacerse a escondidas.
El deseo secreto de participar en orgías no es algo que se forme en la mente de la persona porque le viene soplado por las nubes, sino porque está construido en su personalidad biológica, profundamente apaciguada por las necesidades de la cultura, la economía y la monogamia.
De pronto esta última pregunta parece que escuchó todas las respuesta que este servidor fue dando. Esta pregunta lleva implícitas todas las observaciones que se han expresado en las respuestas dadas a las otras preguntas.
Existe como un imperativo cultural. Claro que existe. Lo que no existe es la monogamia como una forma natural de vivir por parte de los humanos.
La pregunta lleva implícita nuevamente el sentido de las respuestas dadas: todo el mundo quiere tocar a todo el mundo; las mujeres quieren estar con otros hombres y estos quieren estar con varias mujeres. Las mujeres disfrutan más el sexo si lo tienen como ellas quieren. La especie humana está organizada para que varios hombres atiendan sexualmente a una mujer. Ellos “acaban” y ellas desean continuar; piden a otros. Y ellos pueden continuar, eventualmente, más rápido con otras mujeres en la misma sesión, que si lo tienen que hacer con la misma mujer. Esto se llama el efecto Coolidge. Se da entre todas las especies y la humana no es la excepción.
La sexualidad se ha castigado cruelmente (“Diez mil años de crueldad”) debido a las necesidades económicas y a la preocupación de la herencia. En los grupos humanos sin culturas agrícolas patologizadas, los niños son atendidos en todos sentidos por todas las mujeres y desean el bien para todos ellos todos los hombres. Los hombres no compiten entre sí y mucho menos para bien quién hace mejor sexo; los hombres cooperan entre sí, y esa es la mejor manera de mantener siempre contentas, sexualmente satisfechas a las mujeres del grupo.