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de Ideas al vuelo - por Ricardo Medina Macías
Lo más grave del Síndrome de Aturdimiento Político Incurable (SAPI) es que los sujetos enfermos se convierten en agentes patógenos que dañan severamente a todos aquellos que tienen la desgracia de caer bajo su campo de acción. Dado que las acciones de estos enfermos incurables pueden tener consecuencias letales para la sociedad parece obligado su confinamiento en espacios aislados —de preferencia herméticos y con paredes acolchadas— para evitar no sólo que contagien a otros el síndrome, sino sobre todo los efectos socialmente destructivos que se derivan de su patología.
Ante el estupor que ha ocasionado la decisión atolondrada, inconsulta e impertinente, de Marcelo Ebrard, decretando el cierre inmediato de restaurantes en la capital del país, pregunté el doctor Aníbal Basurto Corcuera si estábamos ante un caso grave de SAPI. He aquí la respuesta del acreditado investigador:
“Sin duda, Marcelo Ebrard es un caso típico, de catálogo o de libro de texto, de aturdimiento político incurable, progresivo y letal para la sociedad. Además del peligro de que sujetos como el descrito contagien a los demás, me refiero a los daños que estos entes patológicos y patógenos van sembrando a su paso”.
“Como ya expliqué, el SAPI suele cursar con Politización Obstructiva Crónica (POC), en el caso que comentamos la obsesión y la compulsión política —lo que algunos llaman sacarle raja electoral a todo— llega a tal grado que obstruye el funcionamiento neuronal. El cerebro de estos desgraciados parece una tormenta de sinapsis neuronales erradas y vertiginosas; como chispazos continuos y cada vez más desorientados. Esto fue documentado por H. Brunner, F. Carsberg y T. Chávez en una investigación realizada en 2003 en el Instituto Neurológico de Vilna, Lituania”.
“En el caso del señor Ebrard todo indica que el episodio desencadenante de la obstrucción cerebral fue la percepción de que no le estaba sacando provecho político-electoral a la grave epidemia de gripe porcina (o incluso la percepción de que otros podrían habérsele adelantado), lo que se tradujo en una orden interna desquiciada en alguna región de su cerebro: 'Hay que hacer algo, lo que sea: radical, espectacular, que nadie lo haya hecho antes'. Dado que estos pacientes han perdido contacto con la realidad (en la jerga decimos que se han deschavetado, en honor al gran neurólogo oaxaqueño Teófilo Chávez) esa ocurrencia imperiosa se vuelve un disparate letal. Así se gestó, a mi juicio, esta decisión unánimemente condenada porque es manifiestamente estúpida.”
El terrible SAPI ha llegado al Senado. Esperemos que se trate de un caso aislado y que se tomen las medidas pertinentes para evitar una epidemia.
No es lo mismo el SAPI que el SAPT. El primero es el Síndrome de Aturdimiento Político Incurable que es, como su nombre lo indica, una condición patológica sin remedio. (El otro es el síndrome temporal que se cura quitando de la nómina al afectado).
En algunos casos particularmente penosos el SAPI cursa con alucinaciones auditivas aterradoras (el paciente llega a escuchar millones de voces al unísono), con mudanzas incontrolables de partido (conocidas en la jerga como “chaqueteo oportunista irrefrenable”) y suele presentarse junto con el POC, Politización Obstructiva Crónica, que se caracteriza por una incontrolable compulsión por interpretar todos los acontecimientos como fenómenos exclusivamente políticos.
Si se le muestran a una persona que padece POC las diez manchas de tinta de la prueba diagnóstica de Rorschach, tal persona “ve” en las diez manchas sólo eventos, símbolos y personajes políticos. Un experimento desarrollado por el doctor Aníbal Basurto Corcuera en pacientes con POC solicitó a los sujetos describir lo que veían en las nubes (el experimento se realizó en un llano durante una tarde nubosa) e invariablemente los enfermos vieron en las nubes figuras de conocidos políticos – “pero si esa nube es el vivo retrato de mi general Cárdenas”, “aquella tiene el mismo bigotito de Beltrones”-, emblemas de partidos políticos, urnas, curules y otros elementos de la parafernalia político-electoral (Ver: “Interpretación nubosa: Su uso para el diagnóstico de Politización Obstructiva Crónica”, Basurto Corcuera et al. Apizaco, Tlaxcala, 1998).
Lamento informar que el senador Ricardo Monreal Ávila manifiesta todos los síntomas del SAPI. Una muestra clara es este párrafo de su colaboración hoy en un periódico: "Millones de padres de familia con sentido común se preguntan: ¿en verdad es tan arriesgado mandar a los hijos a las escuelas y confinarlos en la casa? Si todo afuera es riesgo de contagio, ¿qué cualidad inmunológica tiene el hogar que está negada al aula, a la oficina, al supermercado, al camión de pasajeros o al parque de la colonia? Si el beso y el abrazo son vías de transmisión, ¿no es el hogar donde más besos, apapachos y contactos de mano nos prodigamos los mexicanos?" (El artículo se llama: "Influenza, más política que salud").
Fijémonos —explica el doctor Basurto— en la desorbitada presunción del paciente (fruto de las alucinaciones auditivas) quien asegura escuchar simultáneamente las voces de “millones de padres de familia” haciéndose las mismas preguntas idiotas. La tragedia la resumió en dos palabras uno de los colegas de Monreal que pidió no ser identificado: “Lo perdimos”.
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