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OAXACA, 2 de noviembre.- Se le notaba cansado, pero con el ánimo suficiente para responder durante una hora preguntas diversas: José Emilio Pacheco ya canceló todas sus actividades públicas para el resto del año, entre ellas su presencia en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, pero no quiso dejar de asistir a la ciudad de Oaxaca, al homenaje que se le rinde en el marco de la FIL que se realiza en esta capital.
Se pensaba que no estaría presente, pero el poeta sorprendió a muchos al llegar a la ciudad oaxaqueña para participar en las diferentes actividades organizadas para reconocerlo como uno de los escritores mexicanos más importantes de nuestros días. Sostuvo un encuentro con la prensa, en el que abordó diferentes aspectos que van desde temas políticos hasta literarios; desde su opinión acerca de la felicidad hasta sus sentimientos en torno a la violencia que se vive en el país.
En broma, Pacheco –quien canceló su participación en la FIL Guadalajara 2012–, recordó a Carlos Monsiváis, su amigo, quien decía "ya no entiendo lo que pasa o ya pasó lo que entendía", esto tras ser cuestionado acerca de la llegada a la presidencia del priísta Enrique Peña Nieto. (Foto LA JORNADA)
“Yo soy un enemigo militante de la palabra y de la noción de ‘felicidad’; yo creo que gran parte de la felicidad del mundo se debe a que se persigue… es algo que se conoce, si bien nos va, tres o cuatro veces en la vida, no es un estado permanente. Lo que sí hay son la satisfacción y los placeres.”
Esa misma militancia le sirve para reflexionar acerca de la muerte, sobre la cual “no pienso nada, porque no la conozco”, aseguró Pacheco, quien está convencido de que no hay razón para temerle a la muerte, porque es lo más natural, lo único absolutamente seguro.
“Así como demonizo la idea de la felicidad por la infelicidad que trae consigo, no creo que haya que temerle; además, la muerte individualmente es terrible, pero en términos de género y de especie es absolutamente indispensable. Si no hubiera muerte, ustedes no estarían aquí.
“Lo único que no me gustaría es morirme sin terminar lo que quiero hacer y, sobre todo, estoy en contra de la agonía contemporánea. Recomiendo a todos que dejen una carta formal en la que pidan que no se prolongue su vida artificialmente, porque nos pueden mantener con falsa vida en un hospital, y mientras tanto se va a arruinar a la familia.”
Una primera reunión sirvió como ejercicio de memoria para evocar aquellos largos paseos con Carlos Monsiváis y Sergio Pitol, o los días en que veían hasta tres películas al día, o cuando se sentaban en un café para ejercitar el hábito de la discrepancia. Pero también para reconocer que la nostalgia siempre puede tomar la forma del engaño.
“Porque es creer que el pasado era un tiempo sin problemas, que lo malo y lo terrible es 2012, que en 1972 todo era... bueno, no era tan terrible como ahora; pero había muchos problemas: nuestra memoria elimina todo lo desagradable y lo cotidiano, y solo quedan los buenos recuerdos.”
La sesión también sirvió para hablar acerca de los plagios, de la presencia del autor frente a los textos, donde el gran problema, destacó, es hacer pasar como propio algo que es ajeno, pero también hay plagios involuntarios, como le sucedió con El principio del placer, de 1972: hacia 1985 leyó una novela corta de un escritor chileno, Eduardo Barrios, llamada El niño que enloqueció de amor, y es prácticamente idéntica.
“Espero que el problema de Bryce Echenique no acabe con la feria; no tengo ninguna aspiración ni interés en que se me dé el premio, que cómo se va a llamar ahora, no lo sé; además, para colmo de desgracias, coincide con la instauración de los premios Carlos Fuentes y Tomás Segovia. No puede haber tres premios de la FIL, yo no sé cómo van a resolver el problema”, señaló el poeta.
Pacheco será protagonista de la FIL de Oaxaca, que se inauguró anoche y tendrá actividades hasta el 11 de noviembre; entre ellas está la V Cátedra Aura Estrada y la convocatoria para el tercer premio bianual con ese nombre.
-Previo a la mesa de homenaje, desarrollada en el teatro Macedonio Alcalá, en la que participaron Juan Villoro, Sergio Pitol, Margo Glantz y Marcelo Uribe, el autor de Las batallas en el desierto no quiso opinar acerca de Enrique Peña Nieto como presidente electo, porque “toda mi vida hablé de política y ahora me retiro, en parte por fracaso: siempre he fracasado en todas mis predicciones y opciones políticas”.
“El problema de la política es que en este momento me parece secundario frente al problema verdaderamente atroz de la violencia desatada en el país y de qué vamos a hacer; no sé cómo hacer, si vamos a depurar las policías, qué van a hacer a quienes se corra... No van a entrar a un taller literario.”
Aun cuando en un primer momento aseguró que la literatura y los escritores poco podían hacer frente a esa realidad, “no voy a detener un cuerno de chivo con un soneto o un poema”, al mismo tiempo reconoció que se puede dar testimonio de lo que pasa, y que la literatura, la poesía en particular, son formas de sensibilización: “Una persona que lee poesía difícilmente se convertirá en torturador o en asesino a sueldo”. (JESÚS ALEJO SANTIAGO / MILENIO)