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WASHINGTON, D.C., EE.UU., 17 de septiembre.- En una jornada de caos, violencia y desconcierto, 13 personas perdieron ayer la vida, entre ellas el homicida, en un tiroteo registrado en una de las instalaciones militares mejor custodiadas de Estados Unidos.
Las fuerzas de seguridad respondieron de inmediato al ataque en instalaciones de la Marina en Washington, de los edificios militares mejor custodiados de Estados Unidos.
Aaron Alexis, de 34 años de edad, ex miembro de la Marina, abrió fuego en oficinas de una base naval y mató a 12 personas. Después agentes del FBI lo mataron.
El ataque contra personal civil y castrense del Comando Naval de Sistemas Marítimos de esta capital es el segundo que se registra dentro de una zona militar desde noviembre del 2009, cuando un psiquiatra de las Fuerzas Armadas y origen palestino asesinó a 13 de sus compañeros en Fort Hood, Texas.
Por una extraña coincidencia, el autor de la masacre de ayer es de Fort Hood. Aaron Alexis, un joven de 34 años y de raza negra, que según la empresa The Experts, trabajaba para ellos bajo un esquema de subcontratación para Hewlett Packard, en el desarrollo de la intranet de la Marina. Sus datos generales eran distribuidos por el FBI en un intento por recomponer su biografía con la esperanza de establecer sus posibles motivos.
"Aún no conocemos el móvil del ataque", señalaron el alcalde de la ciudad, Vincent Gray, y los funcionarios del FBI que han tomado el liderazgo en la investigación que se nutre del testimonio de las víctimas.
Tanto Gray como el FBI se han resistido a considerar el ataque como un atentado terrorista. Sin embargo, consideraron que todas las opciones siguen abiertas hasta que concluyan las investigaciones.
Nada más ser informado de los hechos, el Presidente Barack Obama consideró como un "acto de cobardía" el ataque que tiene desconcertados a la Policía, al FBI y a la sociedad. En una comparecencia obligada por las circunstancias, el Presidente confirmó que el ataque, "contra una instalación militar y en la capital del país" no quedará impune y los responsables serán traídos ante la justicia.
"Aún no conocemos bien la situación. Agencias federales y autoridades locales participan en las investigaciones. Por el momento, transmitimos nuestro apoyo y solidaridad con las familias afectadas", dijo Obama sin entrar en el detalle de uno de los peores ataques en la historia de la capital.
"Habíamos visto este tipo de actos de violencia en otros Estados. Pero esta es la primera vez que nos golpea una tragedia como ésta", dijo Gray.
Por el momento, se sabe que comandos de respuesta rápida, que participaron en la cacería de uno de los terroristas de Boston en abril pasado, encabezaron el operativo que abatió a Aaron Alexis. Según la Policía, el empleado de Hewlet Packard burló los estrictos controles de seguridad para, acto seguido, ejecutar a 12 personas y herir a otra decena en el edificio 197 del Navy Yard, a orillas del río Anacostia.
Según el FBI, sus agentes trabajan bajo el supuesto de que Alexis contó con la complicidad de un segundo francotirador. Esta posibilidad obligó ayer a ordenar el cierre del Capitolio y la cancelación de un partido de beisbol de Los Nationals de Washington contra los Bravos de Atlanta. Hoy el Capitolio guardará un minuto de silencio en memoria de las víctimas.
Agentes del FBI, de la Policía Metropolitana, de la Policía Naval y de numerosas agencias federales buscaban ayer por aire y tierra el rastro de este posible segundo atacante. Las inmediaciones de la comandancia de la Marina, donde laboran unas 3 mil personas, se vieron tomadas por decenas de agentes.
"Uno de ellos (los atacantes) era un hombre alto, vestido de negro y con un rifle que disparó sin mediar palabra", según el testimonio de Terry Durram, una testigo.
"De repente todo fue un pandemonium. Estábamos en nuestros escritorios y en eso sonó la alarma de fuego. Pero pronto nos dimos cuenta que no era un incendio, sino un ataque", dijo otro testigo.
La Casa Blanca postergó hasta nueva fecha la fiesta latina prevista para anoche.
Ayer mismo, un hombre arrojó petardos sobre la barrera norte de la Casa Blanca, dijo el Servicio Secreto. Puesto que Washington estaba en alerta máxima tras el tiroteo en la base naval, el vocero de la Casa Blanca, Ed Donovan precisó que "no se produjeron disparos". (Agencias)