MIAMI, Florida, EE.UU., 27 de enero.- Con la detención en la madrugada del pasado jueves en Miami, con unas copas encima y unos porritos después de la enésima noche de juerga con sus colegas, Justin Bieber no ha hecho más que añadir una muesca más a su ya extenso historial de conflictos con las autoridades y con el ávido público que le sigue.

A sus 19 años, el adolescente más rico del mundo -según varias publicaciones estadounidenses- las ha firmado de todos los colores, producto en muchas de las ocasiones de su posición de privilegio y de su carácter arrogante e irascible.

Justin, a bordo del Lamborghini (i), ante el juez (c) y ante uno de sus grafitis (d). (Instagram/Reuters)

Foto de la ficha policíaca del cantante.

No hay duda de que ésta última ha sido sonada, con foto para la ficha policial y unas horas en una cárcel del Sur de Florida incluidas, la punta del iceberg de una historia de descontrol que ya tuvo un antecedente la semana pasada, después de que el canadiense fuera investigado por lanzar huevos contra la casa de su vecino y que en la pertinente redada policial, le encontraron frascos de marihuana en su residencia de Calabasas, al Noroeste de Los Ángeles.

Su historial de incidentes

Es una espiral en la que ha entrado Bieber y que ha mantenido un goteo constante desde hace ya al menos dos años. En octubre del 2011 trató de cerrarle el paso a un coche de la Policía que le había dado el alto, y en julio del año siguiente la Policía le dio el alto y le citó a declarar por conducir de forma temeraria mientras trataba de huir de los paparazzi.

En mayo de ese mismo año protagonizó otro incidente con los fotógrafos de la prensa del corazón, al agredir a uno de ellos mientras caminaba por un centro comercial junto a su ex novia, la también cantante Selena Gómez.

Problemas con los fans

Eso en lo que a problemas con la justicia se refiere, por nombrar algunos de los más destacados. Con su público también ha tenido gestos que sus publicistas tardaron un cierto tiempo en digerir. En marzo del 2013, el intérprete de Believe se presentó dos horas tarde a uno de sus conciertos, y ese mismo mes tuvo que ser hospitalizado mientras actuaba en Londres, presuntamente por un problema respiratorio, aunque algunos lo atribuyeron a su estilo de vida poco saludable y su escaso interés por la gira en la que estaba envuelto.

En otra ocasión le dio por escupir al público que le esperaba para sacarse una foto con él, y en otra estuvo a punto de atropellar a un paparazzi a bordo de un Ferrari, que le esperaba sin moverse apostado junto a otro coche y al que Bieber fue a agredir de forma deliberada.

Parece una tendencia peligrosa que muchos veían venir detrás de la fama, los millones de dólares y el fenómeno de masas en que se ha convertido el joven de Ontario, un descarrilamiento en ciernes que podría provocar una lenta decadencia cuando aún tiene años de carrera por delante.

Con la misma virulencia con la que las redes sociales lo han elevado a los altares de la fama, podría venirse abajo, detrás de esa estela de marihuana y problemas con la justicia, que, parece, no ha hecho más que empezar. (Agencias)