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Nos detuvimos a refrescarnos con esos jugos de naranja que abundan en todo el derredor del mercado de Oxkutzcab. Disfrutando del panorama y de los jugos —con sabor a pura naturaleza— teníamos a la mano uno de esos ejemplares de prensa con grandes fotos alusivas al informe 2 del gobierno del estado.
Comentamos libremente en torno a la imagen que la gobernadora plasma en cada anuncio en que aparece su figura. Nuestros comentarios trascendieron nuestra mesa. Se acercó una mujer portando impecable hipil de uso cotidiano —probablemente trabajaba en algún puesto cercano— y nos comentó, también libremente:
"Ella no es mala. Así cree que está bien que lo haga. Ella eso cree que es gobernar y muchos así lo creen en los pueblos... Pero ella hace lo que cree que debe hacer..."
Y muchos así lo creen, no sólo en "los pueblos", sino en Mérida. De lo contrario no estaría teniendo el gran éxito mediático que está teniendo. Éxito que se refleja en los históricos resultados electorales del 5 de julio de 2009 en los distritos 3 y 4 de Mérida.
Para muchos gobernar es tener buena imagen. El gobernante que mantiene una buena imagen, es un buen gobernante. El que no mantiene buena imagen, no se verá como un buen gobernante. Esto es tan elemental.
Ella dice que $228 millones "no es mucho", aunque esté por encima de lo autorizado por el congreso para gastar en el renglón de "imagen". El régimen en cenizas mediáticas 2001-2007 gastó menos de 10% de esa cifra durante ese tiempo y no hay un solo yucateco que no recuerde los trillados anuncios de las quemas, de los ciclones y otros, repetidos hasta el cansancio, en maya y en español durante el sexenio. Quizás fue porque, efectivamente, ese 10% se colocó en ese renglón en vez de usarlo para exaltar la imagen personal del ejecutivo en turno.
¿Es mucho? Debe tener un costo alto el anuncio que aparece en ese programa nacional de noticias, en momentos privilegiados: cuando se espera la próxima noticia. Son espacios que estas cadenas les venden a empresas que pagan millonadas por esos segundos, momentos vistos por millones —menos los que no usan el control remoto— y entre ellos, los yucatecos a los cuales se les pretende llegar en forma directa. Aunque, cabe preguntarse, realmente, ¿no se trata de publicidad nacional? ¿No es una estrategia del partido político en el poder en Yucatán para entrarles a todos los hogares con el mensaje implicado?
El ciudadano promedio no está consciente de que la imagen que tiene de un gobierno X no está basada en los verdaderos resultados de ese gobierno, sino en lo que mediáticamente se ha tenido éxito en comunicarle.
Un medio objetivo debería concentrarse en publicar hechos, números, comparaciones. Cuando se hable de una cifra como $228 millones, un medio responsable no debe quedarse a ese nivel, sino que debe compararla con la cifra equivalente erogada por otros gobiernos en nuestro estado. Hoy todo es más fácil: la ley de transparencia obliga a los gobiernos a mantener esa información disponible para el escrutinio ciudadano.