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MEXICO, D.F., 17 de junio.- Las cosas no le han salido bien a DC Comics en cuestión de cine. Nomás no encuentran la manera correcta de hacer películas sobre sus personajes: antes de la película El Hombre de Acero, su único caballito de batalla era Batman (de Linterna Verde ni hablamos) mientras que su competencia, Marvel, parece haber hallado la fórmula de actualizarse y hacer cañonazos de taquilla; cualquier niño en la actualidad conoce a Spider-Man, Thor o villanazos como Loki, pero personajes como Darkseid, el General Zod o Brainiac les resultan tan extraños como hablar del presidente de Uzbekistán.
El problema que siempre tuvo Superman es que representa todo lo cursi del mundo: es como un boy scout con un poder casi ilimitado. Bien portado, éticamente inquebrantable, buen hijo, capaz de dejar su trabajo de reportero por ayudar a tu abuelita a cruzar el Periférico. Mientras no le acerquen kriptonita o Lex Luthor se ponga loco, todo estará bien en el mundo. Por muchos años fue un personaje plano y sin chiste. Sus escritores trataron de compensar esto haciéndolo vulnerable a la magia o poniéndole villanos del espacio que acababan exiliados de donde, irremediablemente, regresaban.
Tratando de darle modernidad al asunto, DC ha hecho decenas de versiones del personaje (en televisión lograron recrear decentemente su juventud en la serie Smallville y en películas animadas tiene buena aceptación) aunque en cine no daban una: en Superman Returns, del 2006, mostraron a un hijo de Superman con Güicha Lane, en una apuesta arriesgada: resultó todo un fiasco. Esta vez decidieron irse a lo seguro y pusieron la labor de reinventarlo en las manos de Christopher Nolan, creador de la trilogía de Batman, y de Zack Snyder, director de 300, para hacerlo más o menos creíble.
Nolan y Snyder regresan a lo básico y le quitan a Superman todos los clichés que conocemos, dotándolo de su propia personalidad: no hay kriptonita, no hay Lex Luthor (la única referencia al villano calvo es una pipa que aparece menos de cinco segundos en pantalla). No se cambia de traje en una caseta telefónica, ni tiene los calzones por arriba de sus mallas. Si Superman en los cómics trata de causar el menor daño posible, aquí se despacha con la cuchara grande y hace más destrozos de los que se imagina, convirtiendo a Metrópolis en una auténtica zona de guerra (llevándose a varios cristianos entre las patas, supongo).
La película se centra en un punto que es tan obvio, que la mayoría pasa por alto: Superman no es un superhombre; es un extraterrestre que cayó en la Tierra y que trata de adaptarse a las costumbres humanas. No pertenece a nuestro planeta, no sabe de dónde viene y de niño era tan raro que todos le hacían bullying. Sus padres adoptivos, los Kent, saben que su hijo es diferente y tratan de educarlo lo mejor que pueden: un adolescente en la edad de la punzada que además puede ver todo con visión de rayos X debió ser un dolorazo de cabeza.
En este sentido, la cinta se acerca más a la ciencia ficción que a una película de superhéroes. Está más del lado de Alien que de Iron Man. Si Tony Stark tiene sus millones y chamacas de a montón, Clark Kent trata de portarse decentemente, como todo un caballero, porque sabe que en el momento en el que la gente se dé cuenta que hay un extraterrestre viviendo entre ellos se va a armar la gorda.
Pese a todo no es una película perfecta: la escena del tornado en Kansas es garrafal y ridícula. Además los estudios cayeron en las garras del product placement, esa horrible costumbre de mostrar marcas en pantalla: las peleas se llevan a cabo en una famosa cadena de restaurantes que venden hotcakes y en una tienda departamental que vende lavadoras. Y el final causó la furia nerda al alejarse demasiado del personaje original.
Pero no lo desanimo: la película es mejor que todas las que se han hecho de Super, sin dudarlo. Parece que con este éxito, se amarró la trilogía, de manera similar a lo que sucedió con El Caballero de la Noche. Si va a verla en pareja, hay diversión para todos: Henry Caville logra que olvidemos a Christopher Reeve como el Superman clásico, hay peleas como no ha visto otras y tiene una narrativa donde se nota la mano de Nolan, al recurrir al flashback artero. Plus: varias veces aparece Clark Kent sin camisa, lo cual hizo que más de una damita en la sala de cine donde fui soltaran un “está re buenote ese Superman”.
(y que lo harán brillar en sociedad)
Cuando Jonathan y Martha Kent encontraron al niño alienígena, le pusieron de nombre Clark, porque ese era el apellido de soltera de Martha.
Jerry Siegel y Joe Shuster, creadores del personaje en 1938, recibieron únicamente 130 dólares por la historia original de Superman, sin tener derecho a regalías (cosa que ya se solucionó hace pocos años).
Las iniciales L.L. persiguen a muchos personajes del cómic: Luisa Lane, Lana Lang, Lex Luthor, Lory Lemaris, Lucy Lane, Linda Lee, Lionel Luthor. Si usted no sabe quiénes son, no se preocupe, sólo presuma que lo sabe.
En su origen, Superman no volaba: llegaba a todos lados dando saltotes.
Superman aparece barbón en la película y luego rasuradito. ¿Cómo lo hace? Este dato es de nerdazos: utiliza un espejo y su visión de calor. Créalo o no. (Guillermo Guerrero)