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Los priistas son expertos en la ley. Tienen observadores de tiempo completo sólo para detectar por dónde puede haber resquebrajamientos favorables a sus colores. Al detectarlo, en forma inmediata llaman la atención, sobre todo cuando no les conviene esperar a que ésta sea violada. A veces les conviene esperar: observar cómo una ley "capciosa" —probablemente hecha por ellos y bajo un prolongado colmillo, con una gran experiencia en torcer leyes— es rota por el adversario para ¡saz! poner a brincar todas las liebres.
A los panistas generalmente los sorprenden. El panismo actúa "con sentido común" y tiene la intención de no violar ley alguna. Pero no tiene observadores especializados en levantar la bandera del "Alto" al detectar rompimientos o conatos de rompimiento.
Por ello sorprende que hayan sido los priistas quienes "descubrieron" la violación a la ley en que habría incurrido el presidente Calderón al organizar una ceremonia de informe anual antes de entregar los datos, por escrito, al Congreso de la Unión, o sea, a ambas cámaras. La presidencia de la república tuvo que "dar marcha atrás" y posponer la ceremonia presidencialista del informe anual.
Cualquier observador extraño que se tomara el trabajo de medir el contenido de los informes anuales de los presidentes de México, diría que los mexicanos somos gente muy extraña. Durante 70 años cada año se oyeron informes que resultaron, a final de cuentas, palabras, porque el país estaba estructuralmente quebrado. Pero la oportunidad presidencialista de ese informe protagónico hacía que muchos se calmaran —creyendo lo que se había dicho— mientras que otros, cínicamente, lo ignoraban todo. Además, al momento de leer el informe, cada presidente de ésos, el país entero estaba obligado a escucharlo, porque todas las estaciones de radio y de televisión por ley se conectaban "en cadena" para que quien tuviera un receptor de radio, al sintonizar cualquier frecuencia, sólo pudiera escuchar las palabras del presidente leyendo su informe anual.
Ese observador se daría cuenta de que varios informes ceremoniados entre 1998 y 2000, y todos los informes a partir de 2001, contenían datos que sí se podrían corroborar en Internet, a través de decenas de portales que hoy mantiene el gobierno federal con información sujeta al escrutinio público según la propia ley de transparencia aprobada durante el sexenio 2000-2006. Esa ceremonia del informe —apuntaría el hipotético observador— ahora sí sirve para leer —y comentar— públicamente datos que pueden corroborase.
El observador concluiría que este país llamado "México" es indudablemente un territorio extraño, poblado por seres muy confundidos y con, ya sea muy poca memoria, o completamente incapaces de entender lo que realmente ha sucedido en el seno de su nación.
El congreso es sólo un intermediario histórico entre el sistema legal y los habitantes. El congreso es un conjunto de representantes del resto de la población. El presidente ejecuta acciones para que las leyes se cumplan. Anualmente, el primero de septiembre, informa lo que ejecutó durante los meses transcurridos a partir de su toma de posesión o de su último informe. Pero hoy, los descendientes de los promotores de la transmisión en cadena y la obligación de oír al presidente, han decidido promover presidentes silenciosos, si es posible, que no hablen con la población en forma directa, sino siempre a través de ellos, el congreso.
A partir del año 2000 el país mexicano —se daría cuenta el observador— en vez de dejar que los ciudadanos sean informados de lo que está publicado y abierto al escrutinio de todos, decidieron hacer todo lo posible para opacar, contrarrestar, silenciar, evitar que se oiga, la voz de quien informa, ahora sí, datos comprobables. "¡Extraña raza ésa de mexicanos!", exclamaría el observador con gran curiosidad por saber por qué serían así de autoflagelantes.
La influenza sigue aumentando... Nada nuevo: es el curso que iba a seguir (¿?). Ya existe una vacuna y pronto será aplicada a millones en este país y en otros países. Como sucede con gran frecuencia en todos los productos hoy, una vacuna proviene de China: allá fue desarrollada y allá se produce. Es la que tiene el precio más bajo. Si es efectiva, no tiene caso pagar 1 centavo más por otras que provengan de laboratorios con nombres más "rimbombantes". Estamos hablando de 7 dólares por cada persona que la recibirá. Anunciaron que en México serán vacunadas 30 millones de personas. El costo directo de las vacunas será de US$210 millones, que hoy no son un problema de caja para nuestro país, como sí lo habrían sido antes "globalización", el TLC, el neoliberalismo y la política fiscal restrictiva, etc.