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... No existe el candidato ideal, pero eso no quiere decir que la búsqueda de una autoridad eficaz y justa sea tarea imposible.
En muchos espacios y momentos políticos hay que desterrar cualquier posibilidad de quedarnos con el menos malo, o en tener que aceptar a improvisados o personas supuestamente polifuncionales que no por tener éxito en el póquer van a ser muy buenos en pesca.
El servicio público tiene características especiales y cimientos ineludibles, que no se sustituyen con el éxito económico o caritas sonrientes. Saber defender la verdad y actuar con justicia no es cuestión de clases o credos. Por eso, por encima de cualquier otro atractivo, debe prevalecer la congruencia y la autenticidad.
Ni en tiempos de escasez cívica, como los actuales, se puede tolerar que nuestros servidores públicos clave carezcan de esos dos elementos, vengan de donde vengan y sean quienes sean según el qué dirán de moda.
... Todo esto nos vino a la mente cuando nos preguntaron qué opinamos de los nombres que ya circulan entre algunos panistas con miras a las elecciones por la Alcaldía de Mérida.
Lo primero que salta a la vista es que confirman la grave crisis a que se enfrenta el PAN, pues el que antes era uno de los puestos más codiciados en el escalafón, hoy se parece a aquella novia de pueblo.
Los que podrían tirarse al ruedo lo piensan tres veces porque las perspectivas no son favorables como antes, y en cambio abundan los segundones que ven la trinchera vacía y quieren sacar provecho apostándole al único camino que tienen a la vista para continuar disfrutando las mieles del poder.
Luego llama la atención cuán fácil se olvidan de aquella férrea cerrazón a cualquier elemento externo. El pastel que antes sólo se repartía entre socios ahora incluso se ofrece a quien lo quiera, con tal de que al salvarse la nave se conserven los privilegios.
Esta forzada apertura no tiene nada que ver con la generosidad política y menos con una estrategia para establecer alianzas con otros movimientos o con la sociedad misma.
No es, que quede claro, ni pariente de esa marabunta social que utilizó al PAN como punta de lanza para ganar elecciones aquí en Yucatán.
Por eso, aunque algunos lo nieguen, el PAN a fin de cuentas no sabe qué hacer para tratar de mantenerse en el ánimo electoral de Mérida, pese a que los recientes errores de la gobernadora Ivonne Ortega Pacheco y su comando priista favorecen la reelección panista.
¿Quién lo iba a decir? Cuando vivía su mejor momento, la ola roja reveló sus limitados alcances en el mundo real, y ayudó al PAN a librar uno de sus grandes retos en Yucatán: Aparentemente dejar de parecerse tanto al PRI.
Y lo logró no gracias a sus esfuerzos o propósitos de enmienda. En lo absoluto. El cada vez más claro mimetismo entre priistas y panistas, sobre todo cuando está de por medio el poder, pasó a segundo plano gracias a la intrascendencia que caracteriza el estilo de gobernar de un PRI que nos presentaron como nuevo pero que luce tan contaminado y oxidado como siempre.
También nos llama la atención de esa lista de precandidatos panistas lo que marcaría una grave claudicación del PAN. Con tal de no perder esa ínsula de poder, parece dispuesto a sacrificar lo único que garantiza su viabilidad como partido político: Reencontrarse con sus ideales y aprenderlos para dejar de ser solamente una red de intereses y grupos habilitados circunstancialmente.
Recurrir a todo con tal de no perder la Alcaldía de Mérida condenaría a la estructura panista a seguir siendo primitiva, incapaz e insuficiente.
Ante la escasez de figuras partidistas, el recurrir a empresarios u obreros -por citar uno de tantos extremos- no garantiza en lo más mínimo que se ofrezca a la sociedad servidores públicos comprometidos con los cimientos de un buen gobierno.
Basta recordar dos episodios recientes: Vicente Fox y Lech Walesa. La proyección empresarial del primero no sólo no sacó a México del letargo económico sino que sepultó muchas de sus esperanzas sociopolíticas. Por su parte, el minero polaco es un prototipo de dirigente obrero pero también de un gobernante mediocre.
Aunque aparentemente lo que se necesite sólo es un buen administrador, en los puestos importantes de gobierno es imprescindible tener aquellos cimientos de los que hablamos al principio y también un probado compromiso con la solidaridad, que casi siempre está reñido con la búsqueda, sin freno, de utilidades y posiciones lucidoras.
El desarrollo visionario y justo de Mérida no se conseguirá si se carece de pasión social y valor para saber decir: no. Y eso sólo lo logran los grandes hombres. Buscarlos, convencerlos y proyectarlos es tarea de los partidos. Para eso están y para eso ahora incluso les damos millones de pesos.
Ese crucigrama les corresponde resolverlo a ellos.
Nosotros, como ciudadanos, lo que debemos hacer es exigirles que, lejos de intereses y liderazgos tortuosos, tengamos opciones claras y suficientes para escoger a nuestros gobernantes. Si no pueden o no saben hacerlo, que se hagan a un lado y, en menos tiempo de lo que se imaginan, la sociedad encontrará nuevas vías.
Cascabel Cómo estará de mal la cosa que hoy lunes 16 estamos supuestamente recordando la revolución mexicana y los más "ofendidos" por eso la celebrarán el viernes 20 pero rogando por que se llenen las cantinas de la Feria de Xmatkuil.- Mérida, Yucatán.