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En el palco de la Federación Mexicana de Fútbol en el estadio Soccer City de Johannesburgo la cosa se puso álgida después de la derrota mexicana ante Argentina. Presuntamente motivados por la frustración generada por el malogrado partido y por el alcohol que durante el mismo habían ingerido, algunos integrantes de las familias política, empresarial y futbolística aztecas —entremezclados ahí por esas raras circunstancias que tan bien se nos dan a los mexicanos— armaron una gresca que sólo fue interrumpida cuando, teniendo de fondo un sonoro griterío de ¡Fuera, fuera, fuera!, los guardianes sudafricanos del orden sacaron de ahí a algunas personas, entre ellas a un señor que después se supo se trataba de Miguel Gómez Mont Urueta, hermano del Secretario de Gobernación y hasta entonces director general del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), quien fue cesado inmediatamente una vez conocida la noticia en México.
Dicen testigos del bochornoso incidente que el mismo inició cuando la esposa del jugador Guillermo Franco, cansada de oir improperios e insultos en contra de su marido, reclamó airadamente los mismos a la hija de Gómez Mont y de las palabras pasaron a las manos. Después, lo predecible: unos defendiendo a una y otros haciendo lo propio con la otra.
El caso es que la "delegación mexicana", de nueva cuenta, hizo de las suyas en tierras mundialistas —no hay que olvidar el apagón temporal que un enfiestado mexicano dio a la "Llama Eterna" en la Ciudad Luz durante el mundial de Francia 1998. Lo inédito: que un funcionario de primer nivel —el titular de Fonatur forma parte del gabinete federal ampliado— fuera cesado fulminantemente por participar en el vergonzoso hecho. Menos mal. JECM