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Cuando la gobernadora afirma que en Yucatán hay cero secuestros y que tenemos índices de seguridad comparables a los de Noruega, olvida sin duda el caso de mi hermano, el doctor Delio Peniche Manzano, que desapareció de manera repentina y sin dejar rastro, lo que sin lugar a dudas, es algo que no puede ni debe ocurrir ni en nuestro estado, ni en nuestro país, ni en ningún lugar del mundo, aseguró el doctor Alfonso Peniche Manzano, hermano del desaparecido galeno en entrevista concedida a este semanario.
Doctor Alfonso Peniche Manzano, su hermano lleva casi tres años que fue secuestrado. ¿No que en Yucatán hay cero secuestros?
Como nuestros lectores recordarán, por haberlo publicado anteriormente Artículo 7, el cuatro de noviembre de 2008, nuestro entrevistado recibió a las 6:30 de la mañana, el aviso de que su hermano Delio Arturo había sido secuestrado y que si deseaba volver a verlo con vida, tendría que pagar tres millones y medio de pesos, fijándole los presuntos plagiarios un plazo de 48 horas para entregar un millón y el saldo en fecha posterior.
Indicó que al principio pensó que se trataba de una broma por estar su hermano de parranda y lo primero que hizo fue averiguar si estaba en su casa; luego habló al centro de salud de la calle 67 con 50, donde su hermano trabajaba por las tardes, para saber si había ido a laborar. Entonces fue cuando se enteró que el día anterior, (3 de noviembre) sí asistió, pero alrededor de las 18:30 horas salió del nosocomio y ya no regresó a checar su salida.
Agregó que también habló a la Unidad de Medicina Familiar número 59 del IMSS, donde su hermano trabajaba por las mañanas y le dijeron que no se había presentado el cuatro de noviembre, por lo que empezó a sospechar que algo malo estaba sucediendo.
Afirmó que le tuvo que informar a sus hermanas y a su cuñada lo que estaba ocurriendo; no lo podía creer. Aseguró que su hermano Delio era incapaz de hacer daño a alguien y por otra parte no tenía la capacidad económica para ser secuestrado. Destacó que afirma que lo de su hermano fue un secuestro porque tuvo un intercambio de más de centenar y medio de mensajes con los presuntos secuestradores, que reconocían que se trataba de un secuestro y pedían dinero a cambio.
Destacó que ante los hechos, decidió recurrir a un antiguo conocido, que a la sazón era el procurador de justicia en ese entonces: el abogado José Alonzo Guzmán Pacheco. A su vez, éste comisionó para atender mi caso a un subprocurador que no sabía ni donde estaba parado: Rafael Acosta Solís.
La procuraduría local de inicio dio muestras de buena voluntad, pero esta se fue difuminando con el tiempo, señala. La investigación de la desaparición de mi hermano, (la procuraduría local se negaba a aceptar que se tratara de un plagio), no estuvo extrañamente a cargo del director de la judicial Carlos Cantón Magaña, sino de un comandante llamado Martín Estrada, que tenía muy buena voluntad, pero limitaciones en abundancia, principalmente en lo que se refería a equipo.
Destacó que el 6 de diciembre llegaron a un acuerdo económico, pero los secuestradores nunca llegaron por el dinero, argumentando que donde me citaron habían policías, cosa que era mentira porque lo más importante era la vida de su hermano y no la hubiera arriesgado así.
Reiteró que su hermano era una persona tranquila, ecuánime, sin vicios y que no estaba metido en actividades ilícitas. Tenía dos trabajos que lo mantenían ocupado todo el día, de lunes a viernes; sábado y domingo los dedicaba a su familia, como consta en las declaraciones de su esposa a la Procuraduría y de lo cual también pueden dar testimonio sus verdaderos amigos, de modo que afirmó desconocer los motivos para secuestrarlo.
Indicó que se siguieron varias líneas de investigación: el autosecuestro, las líneas pasionales, los motivos económicos, las enemistades personales, el tráfico de personas y todas se descartaron una por una.
Infructuosamente solicité audiencia con la gobernadora, que nunca me recibió subraya. Incluso en una ocasión que hacíamos un plantón en la plaza, una de mis hermanas se acercó a Ulises Carrillo que al conocer nuestro caso afirmó que había vivido algo similar y se comprometió a interceder ante la gobernadora para obtener una audiencia, pero nunca cumplió su palabra. Ulises sabe muy bien que no miento, añadió.
Resaltó que el grave problema de esto, es que la procuraduría local tardó muchísimo en declararse incompetente para conocer del asunto (el secuestro es un delito del orden federal) y cuando vino esta declaración, ya había transcurrido mucho tiempo y poco pudo hacer la instancia federal. Lo anterior, además de que se abandonó una línea de investigación que se llevaba entonces, mencionó.
Precisamente por esto, por respeto a la memoria de mi hermano, a los esfuerzos de mi familia, de nuestros amigos y de toda la gente que se ha solidarizado con nosotros, es que refutamos las temerarias afirmaciones de la gobernadora que se atreve a decir que estamos con un índice de seguridad como el de Noruega, país que no solamente seguro no conoce, sino que sin lugar a dudas también ignora que recientemente fue escenario de una masacre terrible, puntualizó.
La realidad es que si retomamos el caso, fue simplemente ante el hecho de que la máxima autoridad del estado, pretenda engañar a la población. Nosotros lo único que decimos es que la tierra no pudo habérselo tragado y que era un buen hombre que no se metía con nadie y retamos a las autoridades a demostrar lo contrario, porque al menos asi sabríamos que fue de él, reiteró.
Los familiares de mi hermano, el doctor Delio Arturo Peniche Manzano, no perdemos la esperanza de aun hallarlo con vida y ponemos este asunto, como anteriormente manifesté a este periódico, en manos de Dios tanto para velar por la integridad de mi hermano, como para dar con su paradero si fuera otro el caso, finalizó.