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El enfoque de 'hacer más pasteles' no es nuevo, pero ahora hay diferencias clave. Estas diferencias son el tema de este libro, pero la versión corta es que por primera vez en la historia nuestras capacidades se acercan a nuestras ambiciones. La humanidad está entrando en un periodo de transformación radical en que la tecnología tiene el potencial de elevar significativamente los estándares básicos de vida para todos los hombres, mujeres y niños del planeta. Dentro de una generación se podrá proveer bienes y servicios, que antes eran privilegio de unos cuantos poderosos, a quienquiera que los necesite. O que los desee. La abundancia para todos está al alcance de nuestras manos.
En esta época cínica, muchos desdeñan tal aseveración, pero ya están en camino elementos de la transformación. En sólo veinte años, la tecnología inalámbrica e internet se han vuelto accesibles para casi todo el mundo. África ha brincado una generación tecnológica al pasar a la comunicación inalámbrica sin haber tendido los cables que cuelgan en las calles de Occidente. La penetración de la telefonía móvil crece exponencialmente, de un 2% en 2000 a 28% en 2009, hacia un probable 70% en 2013. Gente sin educación y casi nada que comer tiene acceso a conexión por celular, de la que apenas hace treinta años ni se había oído. Ahora un guerrero masai con celular tiene mayores posibilidades de comunicación que el Presidente de Estados Unidos hace veinticinco años. Y si su celular cuenta con acceso a Google, ese africano dispone de mayor acceso a la información que un presidente hace quince años. Al final de 2013, la vasta mayoría de la humanidad se verá atrapada en la red de información instantánea a bajo costo. En otras palabras: vivimos en un mundo de información y comunicación abundantes.
De forma similar, el avance de nuevas tecnologías transformadoras (sistemas de comunicación, redes y sensores, inteligencia artificial, robótica, biotecnología, bioinformática, impresiones en tercera dimensión, nanotecnología, interfaces de usuario e ingeniería biomédica) pondrá a disposición de la mayor parte de la gente experiencias que sólo los más ricos aprovechan ahora. Y lo que es aun mejor: estas tecnologías no son el único agente de cambio.
Hay tres fuerzas adicionales activas, cada una aumentada por el poder de las tecnologías en crecimiento exponencial; cada una con potencial para producir abundancia.
El SpaceShipOne es el primer vehículo espacial suborbital tripulado de capital privado, en 2004.
La revolución del 'Hágalo Usted mismo' se estado cocinando desde hace cincuenta años, pero recientemente ha empezado a hervir. Hoy en día, los aficionados a modicar sus autos o a ensamblar computadoras incursionan en campos considerados hasrta hace poco esotéricos, como la genética y la robótica; los más motivados se ocupan de los cotos antes exclusivos de corporaciones y gobiernos. Los gigantes de la aeronáutica lo creían imposible, pero Burt Rutan circunvoló el mundo en su Voyager y diseñó la aeronave suborbital SpaceShipOne. Craig Venter arrancó su propio Proyecto Genoma Humano en 1999, alcanzando al gobierno de Estados Unidos. El poder recién descubierto de tales innovadores rebeldes es la primera de las tres fuerzas hacia la abundancia.
La segunda fuerza es el dinero -mucho dinero- gastado en algo especial. La revolución tecnológica creó unas nueva raza: los 'tecnofilántropos' millonarios, quienes usan sus fortunas para resolver problemas globales relacionados con la escasez y la abundancia.
Bill Gates ha emprendido una cruzada contra la malaria, Mark Zuckerberg quiere reinventar la educación, mientras que Pierre y Pam Omidyar están centrados en llevar la electricidad a los países en desarrollo. Y hay más en la lista. Así, nuestra segunda fuerza, sin rival en la historia, son los tecnofilántropos.
Un hombre descansa en un camellón de Nueva Delhi, en la India (AP)
Finalmente, están los más pobres entre los pobres, los mil millones 'de abajo', quienes empiezan a conectarse a la economía global y cuyo destino es convertirse en lo que llamo 'los mil millones en ascenso'. El primer paso fue la creación de una red de transporte global, pero lo que está transformando a los más pobres entre los pobres en una fuerza emergente es la combinación de internet, la micro-financiación y la comunicación móvil. Aun actuando solas, cada una de estas fuerzas tiene un potencial enorme. Pero actuando juntas y amplificadas por tecnologías que crecen exponencialmente, lo que era inimaginable se vuelve posible.
¿Y qué es posible?
Imagine un mundo de nueve mil millones de habitantes con agua limpia, comida alimenticia, alojamiento a precios accesibles, educación personalizada, servicios de salud y energía no contaminante al alcance de todos. Construir ese mundo mejor es el desafío más grande de la humanidad. Lo que sigue es qué hacer para lograrlo.
De 'Abundance / El futuro es mejor de lo que Usted cree', de Peter H. Diamandis y Steven Kotler.