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Miércoles 2 de mayo.- Fue una jornada para morderse las uñas. La orden salió del comandante en jefe del Ejército: Barack Obama. Aunque el trabajo previo, la localización del objetivo, correspondía a la CIA, que Leon Panetta dirigía desde 2009. Un trabajo de inteligencia y también militar. Estados Unidos invadió en 2001 Afganistán para acabar con Osama Bin Laden, el autor de los atentados del 11-S, y aún hoy EE.UU. mantiene tropas en el país donde los terroristas de Al Qaeda se hicieron fuertes. Pero, en Washington, aquella tarde del 1 de mayo de 2011, todo dependía de la misión de los 23 miembros de los Navy Seals, la fuerza de élite del Ejército estadounidense, además del traductor y el perro, un pastor belga, que integraban el equipo. Y Leon Panetta, actual secretario de Defensa, sólo podía morderse las uñas.
Cartón de Iván Mata / Portada de ABC (3-5-2011)
Eran poco más de las once en el aeródromo de Jalalabad, cerca de la frontera entre Afganistán y Pakistán. Dos helicópteros Black Hawk comenzaban un trayecto de 90 minutos hacia el lugar donde debía estar escondido Bin Laden. Quince minutos después de despegar, los helicópteros entraban de incógnito en el espacio aéreo paquistaní. El primer gran momento de preocupación, recuerda Panetta: «Hubo instantes en que nos preguntábamos si iban a ser detectados». Los pilotos, equipados con gafas de visión nocturna, manejaban los aparatos sin luces, en plena noche y volando bajo para evitar los radares paquistaníes.
Las circunstancias de aquel domingo, no obstante, eran ideales. O eso pensaban los servicios de inteligencia estadounidenses antes de que se estrellara uno de los dos helicópteros en el complejo de Abbottabad, escenario de la muerte del terrorista más buscado del planeta. Obama había dado luz verde a la operación el viernes, pero ya era tarde para ejecutarla. Y las nubes del sábado la retrasaron al domingo. Sería una noche cerrada en Abbottabad por la falta de luz de luna. Las posibilidades de que Bin Laden estuviera allí oscilaban entre el 40 y el 90%.
Las dos docenas de soldados que trabajaron durante un mes en el golpe no esperaban que el clima, más cálido de lo previsto, y la altura de los muros provocaran la caída en torbellino de uno de los helicópteros y su accidentado aterrizaje. Desde la Sala de Crisis de la Casa Blanca, Obama lo contemplaba ligeramente inclinado sobre sus rodillas. Hillary Clinton, secretaria de Estado, se llevaba la mano derecha a la boca. Las trece personas que aparecen en la fotografía que muestra a las más altas autoridades militares del país más poderoso del mundo siguiendo la misión fue tomada justo en ese instante, recuerda Panetta.
—¿Y ahora qué? —le preguntó Panetta al almirante McRaven.
—No se preocupe, estamos listos para esto.
La «Operación Gerónimo» ya había salido de la oscuridad. Un habitante tuiteaba: «Un helicóptero en el aire, cerniéndose sobre Abbottabad a la una de la madrugada. Es raro». Un año después, no se ha aclarado si hubo imágenes en vivo de las maniobras. Lo que sí queda claro es que fue seguida muy de cerca.
«Hubo un largo momento de silencio cuando entraron en la casa», recuerda Panetta. Un tiempo de casi 20 ó 25 minutos. El que tardaron los Seals en llegar hasta la tercera planta. Obama había acertado porque Bin Laden se encontraba allí. En su dormitorio. «No enciendas la luz», dijo Bin Laden a su cuarta esposa. Dos de sus mujeres intentaron protegerlo antes de que el líder terrorista fuera abatido de un disparo en el pecho y otro en la cabeza. «Gerónimo E.K.I.A.» (enemigo muerto en acción), escucharon en la Casa Blanca.
Según un oficial de Operaciones Especiales citado por la revista The New Yorker, «nunca se planteó la posibilidad de detenerlo o capturarlo». Un informe firmado por Panetta, recientemente divulgado por Time, demuestra que las órdenes eran «capturar» a Bin Laden y «salir» del lugar si el líder de Al Qaeda no se encontraba en el complejo de Abbottabad.
No hubo gritos de alegría en la Casa Blanca. «Nos miramos unos a otros –declara Panetta–. Y de hecho tengo una foto en mi oficina de todos nosotros, abrazados». «Habíamos acabado el trabajo». No lo veía así Obama, quien, según The New Yorker, no se iba a quedar tranquilo hasta que los Navy Seals salieran de allí. Antes de hacerlo inutilizaron el helicóptero dañado para no proporcionar información reservada al enemigo. Estuvieron en total 40 minutos en tierra. Cuando el Black Hawk aterrizó en Jalalabad eran las tres de la madrugada en Afganistán.
Los Navy Seals todavía volverían a volar en el espacio aéreo de Pakistán sin permiso una vez más, para lanzar al mar desde el portaaviones USS Carl Vinson, situado frente a la costa paquistaní, el cadáver de Bin Laden.
Estados Unidos se comenzó a agitar alrededor de las 21:45. El director de comunicación de la Casa Blanca escribía en su cuenta en Twitter: «El presidente de los Estados Unidos se dirigirá a la nación a las 22:30». Algunos periodistas recibieron un mensaje simple, pero contundente: «Pónganse a trabajar». Keith Urbahn, jefe de gabinete del ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld, apuntaba en su perfil de Twitter: «Una persona autorizada me ha dicho que han matado a Bin Laden». «No sé si es verdad, pero recemos que así sea», añadió.
A las 22:45, las cadenas ABC, CBS y NBC ya habían interrumpido su programación. Antes de que todo ocurriera, antes de las dos de la tarde, Obama había jugado nueve hoyos de golf en la base aérea de Andrews. Los presidentes de EE.UU. juegan tanto al golf porque es el único lugar, además de ciertas partes de la Casa Blanca, donde se mueven sin la compañía de asesores o periodistas. Casi diez horas después, Obama hablaba para todo el mundo: «Buenas noches. Esta noche puedo informar a los americanos y al mundo que Estados Unidos ha dirigido una operación que ha matado a Osama bin Laden, el líder de Al Qaeda, y el terrorista responsable del asesinato de miles de hombres, mujeres y niños inocentes».
«Como país, nunca toleraremos que nuestra seguridad sea amenazada –continuaba–, no permaneceremos impasibles cuando nuestra gente sea asesinada. Seremos incesantes en la defensa de nuestros ciudadanos, amigos y aliados. Permaneceremos fieles a los valores que nos han hecho ser quienes somos. Y en noches como éstas, podemos decir a esas familias que han perdido a sus seres queridos por el terror de Al Qaeda: se ha hecho justicia».
«Lo ocurrido hoy es el testimonio de la grandeza de nuestro país y la determinación de los americanos». Y terminaba: «América puede hacer todo lo que se proponga. Esa es la historia de nuestra historia». A esa hora, centenares de neoyorquinos celebraban la muerte de Bin Laden en Times Square y la Zona Cero. (JAIME G. MORA / ABC)
Un considerable número de documentos encontrados en el complejo en el que murió Osama bin Laden el año pasado serán dados a conocer por el Centro de Combate, informó John Brennan, asistente del Presidente de los Estados Unidos en el Departamento de Seguridad Nacional y Contra el Terrorismo.
De acuerdo con un comunicado de la entidad, además de éstos, serán dadas a conocer las mismas traducciones en inglés de los documentos a la par de sus versiones en árabe este jueves 3 de mayo a partir de las 9 de la mañana tiempo del este.
Enlace a National Geographic estrena el documental 'Los últimos días de Bin Laden'.