1077 palabras
CARACAS, Venezuela, 7 de abril.- Ayer domingo, la jefa de corresponsalías del canal Globovisión, Nairobi Pinto, fue secuestrada en la puerta de su residencia en la urbanización de Caracas Los Chaguaramos por tres sujetos encapuchados y armados, según lo confirmaba el canal NTN24 tras el testimonio de una familiar de la periodista.
El vehículo, de color azul, no tenía placa, según estas mismas fuentes, que también aclararon que los secuestradores aún no habían contactado con la familia.
Después, la hermana de Pinto, Yozelyn, informaba a través de Twitter sobre el terrible suceso. Además, algunos periodistas dieron algunas informaciones extraoficiales también a través de esta red social.
"La periodista Nairobi Pinto andaba en compañía de un escolta que brinda sus servicios a una conocida periodista del Gobierno", desvelaba la compañera de profesión Yasmin Velasco, quien confirmaba que, según sus fuentes, efectivamente el coche de los secuestradores era azul y no tenía placa. Eso sí, ella apuntaba que los raptores habían sido cuatro encapuchados, y no tres o dos como apuntaban otros testigos.
Otros muchos periodistas venezolanos se sumaron a los clamores en Twitter que pedían una investigación sobre el rapto de Pinto.
Precisamente la ONG Human Rights Watch denunciaba en un artículo del pasado febrero el problema que afrontan cada día decenas de medios de comunicación críticos con las políticas de Maduro. CONATEL, órgano del Estado que regula la actividad de los medios, había sancionado ya a Globovisión, el canal para el que trabajaba Nairobi Pinto, por difundir informaciones contrarias al Gobierno.
No obstante, este medio se convirtió en oficialista tras su compra en el 2013.
Cada vez que Maduro quiere silenciar a un periódico o emisora de radio o televisión, el Presidente echa mano de la Ley de Responsabilidad Social, reformada en el 2010, y cuyo artículo 27 abre la posibilidad de prohibir medios de comunicación que difundan contenidos que "fomenten la zozobra en la ciudadanía o alteren el orden público" o, por otro lado, que "inciten o promuevan el odio y la intolerancia por razones religiosas o políticas", según ha manifestado William Castillo, director de CONATEL.
El pasado 12 de febrero, el día en el que diversas manifestaciones violentas tuvieron lugar por todo el país, CONATEL exigió a dos proveedores venezolanos de televisión por cable que dejaran de emitir el canal internacional de noticias *NTN24, que había informado sobre los incidentes durante ese día.
Los medios audiovisuales son los más intervenidos en el país, por lo que la prensa, ahogada cada día por su Presidente, es el último reducto de libertad, independencia y pluralismo. No obstante, tras el cierre de muchos periódicos o la notable reducción de páginas o ejemplares, son cada vez menos las voces discordantes con el régimen.
Hace unos días, diarios colombianos ayudaban a varios medios venezolanos enviándoles papel para que pudieran seguir lanzando sus tiradas. El Impulso, El Nacional o El Nuevo País fueron algunos de los que se beneficiaron de la solidaridad de los colombianos.
La prensa venezolana tiene graves problemas de hace días para adquirir las divisas necesarias para la importación de este material. La situación ha llegado a tal punto que han salido de circulación 13 periódicos y otros 17 se han visto obligados a reducir su tamaño y su tiraje, según denunciaba hace unos días la ONG Espacio Público, dedicada a la defensa de los derechos humanos, principalmente de la libertad de expresión.
El director de El Nacional, Miguel Henrique Otero, declaraba a *El País hace unos días que, si bien la versión oficial es que no hay divisas, el diario oficialista Últimas Noticias había comprado a finales de marzo 4,500 toneladas de papel a un precio muy bueno, 6.30 bolívares, lo que calculaba les duraría año y medio.
Maduro, que el mes pasado estrenó su propio programa de radio, tal y como tuviera su predecesor Hugo Chávez, En contacto con Maduro, pretende abrir una nueva vía de comunicación con el pueblo. "Estamos empezando un ciclo de comunicación con nuestro pueblo a otro nivel combinando todas las formas de comunicación", indicó Maduro desde su estudio en la sala de prensa del Palacio presidencial de Miraflores.
Con los auriculares puestos y micrófonos de radio, el Presidente señalaba que se trata de un programa para estar "en contacto entre todos, en contacto para hacer patria, para hacer vida, para procesar propuestas, ideas, quejas, críticas, buenas noticias, noticias regulares".
Aun así, a principios de febrero, el principal dirigente del país no tuvo problemas en amenazar a la prensa opositora, a la que acusa de sensacionalista. "Me van a llamar dictador, pero vamos a endurecer las normas para que se acabe el amarillismo y la propaganda que se alimenta de la sangre y la muerte”, apostillaba el Presidente.
Otro responsable de uno de estos diarios, Carlos Carmona, de El Impulso, llevó la grave situación padecida por la prensa venezolana a la reunión semestral de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), celebrada este domingo en Barbados.
En la segunda jornada, el periodista expuso ante la Comisión de Libertad de Prensa un detallado informe sobre la situación del periodismo en Venezuela, con especial hincapié en las agresiones a periodistas registradas en las últimas protestas populares desde el pasado mes de febrero, y emitió imágenes de actos de violencia represora sobre manifestantes. (Agencias)