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Yo me pregunto si habremos de ceder tan sólo porque lo dicen y desean los malvados. Si la falsía y el egoísmo son superiores a la honradez y la generosidad. Yo me pregunto si habremos de ceder tan sólo porque unos locos esquizoides lo aseguran, si seremos menos hombres y perderemos el coraje por el solo y simple hecho de que una pandilla de bribones nos lo grite.
Yo me pregunto si habremos de ser tan tontos que prevalezca el egoísmo, los intereses de unos cuantos, las ambiciones desmecatadas, que nos impidan ir unidos a pelear la batalla más importante de nuestras vidas: la batalla por la libertad, por la dignidad de las personas, por el respeto a la democracia.
Yo me pregunto si los meridanos habremos de ser tan ingenuos que vendamos por un mendrugo nuestro voto, mendrugo que luego nos cobrarán a precio de oro. Yo me pregunto si seremos tan absurdos que hipotecaremos nuestro futuro, nuestro desarrollo, a cambio de vagas promesas de que todo irá mejor de parte de aquellos que toda la vida sabemos que han mentido y que nunca dejarán de hacerlo.
Yo me pregunto si habremos de ser tan envidiosos que continuemos cuestionando la calidad moral de nuestros camaradas y sus hechos. Si seremos tan obtusos que continuemos acudiendo a programas de antemano conocidos como adversos a nosotros y conducidos por gente de escasa calidad académica y moral, para seguir contribuyendo a demeritar la imagen del partido a los ojos del gran público, movidos solo por un enfermizo afán de poder, incapaz de practicar la nobleza, incapaz de actuar con generosidad.
Yo me pregunto si habremos de recuperar la fe, esa mística que nos hacía marchar de casa en casa por el voto y arrostrar persecuciones, amenazas, despidos y golpizas. Yo me pregunto si podremos recuperar la encendida elocuencia que nos hacía enfrentar las injusticias y el abuso de poder poniendo el pecho a los problemas, con la certeza de que lo más que podíamos perder era la vida, pero nunca, bajo ningún concepto, nadie, nos robaría nuestra libertad.
Yo me pregunto si no seremos capaces de elegir a los mejores hombres y mujeres para integrar esa planilla que nos lleve convencidos a pelear y por añadidura a la victoria. Si seremos tan poco hábiles que no sepamos aprovechar los errores con los que, que un día sí y otro también, nos obsequian nuestros contrincantes. Si no podremos encontrar a quien encabece con orgullo y dignidad nuestras filas y nos haga salir dispuestos a todo y al que he de seguir como el último soldado.
Yo me pregunto si habremos de ser tan sordos que no escuchemos los acentos de mi prédica y mi voz se perderá en el abismo del esfuerzo estéril. Yo me pregunto cual será el revulsivo, ese remedio heroico que concilie y que defina.
Ofrezco dar mi sangre si ello funcionara. ¡Adelante! Ciudadano: Si amas a Yucatán, ¡Vota por el PAN!