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Los meridanos se han acostumbrado a tener servicios públicos de primera. Durante los más de veinte años de las administraciones emanadas del Partido de Acción Nacional, nuestra ciudad de ser una urbe sucia, mal iluminada, con calles acribilladas de baches, con mercados malolientes, con deficiente servicio de recoja de basura, con transporte urbano sin regular, con nula atención a las peticiones de la ciudadanía, con parques y jardines carentes de mantenimiento y sin policía que garantizara la preservación del orden público y el imperio de la ley, ha pasado a constituirse en exactamente lo opuesto: una ciudad moderna, pujante y con servicios públicos de óptima calidad.
Si bien es cierto que siempre hay cosas que pueden mejorar, es pertinente recordar el lamentable estado en que se hallaba la ciudad durante la última administración priista, encabezada por Carlos Ceballos Traconis, padeciendo los males ya enumerados antes. Para colmo de males, la ciudad adolecía de aceras, los pozos colectores se congestionaban con frecuencia y la abundancia de baches era tal, que el Diario de Yucatán sacó varias caricaturas a propósito del aspecto de paisaje lunar, que varias calles meridanas poseían.
A todo esto y como colofón, habría que añadir que la opacidad y ausencia de rendición de cuentas de parte de la autoridad municipal, propició el surgimiento de escándalos político-administrativos, acentuados por la locuacidad del entonces primer edil que se defendía mejor callado, que culminaron con el encarcelamiento de éste último en unión de un par de sus más cercanos colaboradores. Así sucede con las administraciones surgidas del tricolor, que prefieren la prisión, antes que informar.
Pues cosa semejante nos espera a los meridanos si acaso el PRI llegara a ganar la alcaldía de nuestra capital. Dios nos libre de cosa semejante, podríamos equipararnos a ciudades en tan lamentables y precarias condiciones como Progreso, Umán y Kanasín, con servicios públicos operados de modo antediluviano, con deplorable equipamiento urbano, con ventajas nada más para unos cuantos privilegiados y con las condiciones más adversas para las grandes mayorías. Baste ver en que condiciones se hallan los municipios citados: Progreso además de todas las deficiencias habidas y por haber, padeciendo la obstinada negativa de su alcaldesa a informar de sus actos de gobierno y prefiriendo pagar multas antes que hacerlo, Kanasín convertida en una tierra sin ley donde prevalecen los intereses de los propietarios de los antros establecidos a su vera, además de los malos servicios y Umán, en condiciones semejantes a las anteriores localidades tanto por los defectuosos servicios municipales, como por la cerrazón para transparentar los hechos y actos de la administración.
Claro, la prensa vendida y las plumas a sueldo se interesan en presentar un inexistente panorama de desastre y hartazgo ciudadano en nuestra capital, ávidas de conquistar prebendas y canonjías y apostando a la limitada memoria histórica de muchos jóvenes que ven la excelencia en la atención al ciudadano brindada por los gobiernos panistas como algo normal y que juzgan extensivo a cualquier régimen, independientemente de su signo partidista.
Un gobierno del PRI sería lo peor que le podría suceder a Mérida y sus habitantes, que tendrían que esperar años antes de sacudirse ese pesado yugo y resarcir su error. Recordémoslo al momento de emitir nuestro sufragio estos próximos comicios. Ciudadano: ¡Si amas a Yucatán, vota por el PAN!