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Es el 22 de septiembre de 2010 y asiste a la tribuna máxima de la nación el rector de la UNAM: se celebran 100 años de la fundación de esa máxima casa de formación de investigadores y profesionales mexicanos.
Es el noticiero Milenio conducido por Ciro Gómez Leyva. Ha entregado la nota del discurso del rector en el recinto legislativo, ese mismo lugar en donde casi no le permiten a Calderón tomar posesión el 1 de diciembre de 2006.
La sesión es solemne: no hay mantas, no hay disturbios. Todo el mundo está en su lugar. Sentados escuchan al rector. Hay algunos de pie a los lados. Todos han entonado el himno nacional haciendo uso de pequeños impresos que se les entregan por las 2 estrofas "extra" que ese día se cantarían.
De pronto el rector de la UNAM dice: "Es importante recalcar que los problemas de la UNAM no se pueden terminar ni se pueden atacar a fondo en tanto el país no sea transformado por esas reformas estructurales que tanta falta nos están haciendo..."
Es lo más que soportó el auditorio —todos ellos legisladores de todos los partidos políticos del país, tanto senadores como diputados— antes de volcarse en un sonoro y espontáneo aplauso.
El conductor del programa Milenio Noticias comenta que "vale la pena ver la escena de nuevo". Entonces nos muestra la imagen del rector recalcando la importancia de que se tomen los acuerdos para hacer las transformaciones que el país necesita...
La imagen de la cámara en el recinto muestra un alejamiento del podio y deja ver a los legisladores enfrascados en un aplauso que continúa. Algunos se han puesto de pie. Se detiene la imagen. Aparece la pregunta: "¿Por qué aplauden?"
Ciro Gómez Leyva nos recuerda —en tanto la imagen está congelada con la pregunta a la mitad de la pantalla— que allí están, ahora aplaudiendo las palabras del rector, exactamente las mismas personas que una y otra vez han negado precisamente esos acuerdos a los que se refiere el que hoy habla en la tribuna más alta de la nación.
El conductor dice: "así son las cosas en este México nuestro". Sí, es el México Mágico, el mismo en el que es posible convertir con gran facilidad las mentiras en verdades y las verdades en mentiras. Ahora, los legisladores que han negado la aprobación de leyes que habrían permitido reformas a fondo: ley laboral, ley de energéticos, ley del IVA, ley del fuero en el ejército, etc., ¡están aplaudiendo hasta llagarse las manos!
¿Puede ese acto tener otro nombre más perfecto que el de un "acto de cinismo"?
Pero pongamos en estas líneas las cosas en su lugar. ¿No han sido los legisladores priistas los que en forma sistemática se han negado ha proporcionar su aprobación a las leyes que el país realmente necesitaba? Y sigue otra pregunta: ¿por qué se han negado?
Y la respuesta es muy sencilla: dejar que esas reformas estructurales pasen es darle la oportunidad a un gobierno transparente la puerta para que se haga lo que México necesita. ¿Y por qué no dejarlo? ¿No es México lo más importante?
Usted respóndase, por favor, y hágalo con honestidad ciudadana. ¿A quién no le conviene que los ocupantes de "Los Pinos" salgan airosos? ¿Quiénes jamás regresarían a esa posición? ¿A cuáles mexicanos les conviene que el país siga sin el ritmo de crecimiento que podría tener con las reformas?
Ésta no es ya cuestión de opinión, sino cuestión de ver o no ver la realidad. ¡Buen día, lector!