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Hace poco más de un mes que iniciamos el Movimiento para la Competitividad de México. Perseguimos: 1) despertar el interés de la sociedad civil en participar activamente en las cuestiones que nos afectan a todos, 2) organizarnos para hacer sentir en forma efectiva a los diferentes servidores públicos nuestros deseos y preocupaciones, 3) posicionar dentro de la sociedad civil la importancia que tiene la competitividad en nuestro futuro como país.
Con agrado y satisfacción informo que aunque el camino por recorrer es largo, se están dando los pasos en la dirección correcta y cada día se adhieren más personas al Movimiento.
Para aclarar mejor la importancia que tiene la competitividad en nuestro quehacer cotidiano en todos los ámbitos sociales me voy a permitir dar una definición personal de cómo mejorar nuestra competitividad.
Competitividad viene de la palabra competencia y hoy es innegable que el mundo se ha globalizado, lo que implica que prácticamente todos los países estamos en competencia, y en una competencia de cualquier tipo, sobreviven los más competitivos, y en México hemos perdido competitividad durante los últimos 40 o más años en forma consistente.
Hay que dejar claro que una cosa es desarrollo —hemos mejorado en muchos aspectos con respecto a nosotros mismos durante el paso de los años, esto es innegable— y otra competitividad. Ésta la hemos perdido con respecto a muchísimos países que tenían mucho menor nivel de desarrollo que nosotros hace 40 años. Hoy nos han rebasado en forma muy significativa.
Lo preocupante es que la brecha entre México y muchos otros países que estaban mucho más atrasados que nosotros hace algunos años, se está ampliando en forma alarmante. Esto significa que si como país estamos en un tren que mide nuestro grado de desarrollo en función de la velocidad, estaríamos yendo a 20 km por hora cuando el mundo avanza a 50 o 100 km por hora.
En las valorizaciones que como país hacemos de nosotros mismos, hablamos de avances en infraestructura, educación, vivienda, etc. Nuestras contrapartes, en sus avances en términos proporcionales, son muchísimo mayores a los nuestros. En mis más de 30 años de vida profesional nunca he oído un informe gubernamental, ya sea federal, estatal o municipal, que no haya tenido avances. Insisto: el mundo en general, empero, se ha desarrollado más rápido y mejor que nosotros.
En un mundo de competencia como el actual que, querámoslo o no, nos está tocando vivir, no cabe el famoso dicho muy nuestro: "lo importante no es ganar sino saber competir". Esta forma de pensar nos está dejando fuera de la competencia mundial y por ende está implicando el incremento, en forma alarmante, de los índices de pobreza en el país. Esto es caldo de cultivo para la inseguridad que hoy estamos padeciendo.
Así que si usted piensa que la competitividad no le incumbe porque no es dueño de una empresa, o su situación económica es lo suficientemente holgada o cualquier otra razón, lo que es un hecho es que el nivel de inseguridad que estamos viviendo en el país se ha debido a la pérdida de competitividad que hemos tenido como país.
La pregunta que no he contestado es cómo mejorar la competitividad de nosotros mismos como personas, y como entes participativos de una sociedad en la que todos estamos inmersos.
La Competitividad se puede lograr aplicando la fórmula de “Hacer mejor lo que se debe hacer, con el menor volumen de recursos”. Para entender mejor lo anterior voy a poner un ejemplo.
Hace unos días un alto funcionario federal convocó por la radio a los empresarios. Los invitó a enumerar los trámites considerados engorrosos para la formación y operación de las empresas, buscando modificarlos.
Esto es un signo inequívoco de falta de competitividad. Lo que se debió haber hecho fue definir qué tramites eran los realmente necesarios, los que implicarían valor agregado al desarrollo de las empresas y ésos son los que se habrían de incluir. (Lo anterior es un ejemplo de hacer sólo lo que se debe hacer).
El segundo punto sería que los trámites que den valor agregado al desarrollo de las empresas, hay que hacerlos de la forma más sencilla y eficiente posible, ya que cualquier actividad que se hace en nuestro quehacer cotidiano, implica la utilización de recursos, y mientras menos eficientes seamos, mayores recursos utilizaremos. Hoy, la óptica del mundo está en el aprovechamiento cada vez mayor de los recursos disponibles.
En los siguientes artículos tratare con más detalle ejemplos que permitan clarificar nuestra propuesta de cómo mejorar la Competitividad personal, de las empresas, y en sí, de cualquier tipo de organización, independientemente de su giro, tamaño, situación geográfica, etc. Manuel Mier y Terán Fortuny
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