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No es pesimismo, sino algo peor: visión tergiversada de la realidad. “Pobre México”, habría que decir, “si no rectifica el rumbo de la visión negativa”.
Cuando las cosas están mal, hay que actuar para rectificar el rumbo.
Cuando las cosas están avanzando y mejorando comprobablemente cada día, pero lo único que se percibe, se canta o se cacarea y, por lo tanto, se oye, es que “todo está mal” —aunque el análisis objetivo muestre lo contrario— entonces “pobre México”: el error de captación lo hará retroceder para que la profecía del falso malestar generalizado se cumpla.
¿Recuerdan la frase proselitista, casi comercial, de la presidenta del partido de los 3 colores? Ella dijo, con énfasis, “Nosotros sí sabemos gobernar”. Nos recordaron esta semana cómo Mario Vargas Llosa tuvo que salir urgentemente de México cuando se le ocurrió expresar que lo que teníamos aquí no era una dictadura sino una “dictablanda”, refiriéndose al modo de gobernar que duró 71 años a nivel federal.
La percepción de la gestión de Fox sería diferente, muy diferente, si se hiciera a la luz de los simples números de lo que tuvo bajo su poder legal de controlar. El margen de maniobra para provocar una acción trascendental sigue requiriendo lo que los legisladores oposicionistas se niegan a otorgarle ahora a Calderón, antes a Fox. Ya quedando 2 años, los tricolores aprovechan la tribuna del bicentenario para anunciar que “ahora sí” están dispuestos a cooperar.
En alguna forma el discurso acepta que esa “cooperación” se negó. También, quizás en medio de un sentimiento de mexicanidad que invadió a muchos el 16 por la mañana, los opositores reconocieron acciones de “los que no saben gobernar” —según ellos mismos— en el sentido de que un movimiento hacia la salud nacional se estaba comenzando a dar.
“Mayoriteo” es una palabra contra la cual protesta el diccionario, pero hoy la usamos en México para referirnos a la imposición de la mayoría. La historia mexicana ha escrito que los que salen a votar, insisten en no dejarle a nadie —que no sea el partido de los 3 colores— la mayoría en los congresos, para que sus gobiernos hagan y deshagan. Los tricolores lo supieron y por 71 años impidieron a toda costa 2 cosas: 1) medios libres para expresar la realidad y 2) congresos que no estuvieran dominados por la mayoría de cada ejecutivo estatal y federal.
Es justo negarse a aceptar dictablandas o dictaduras. Pero, ¿cómo podrán ver los ciegos históricos lo que México de verdad necesita?