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Austin Ruse, presidente de Catholic Family and Human Rights Institute, destacó que un informe ampliamente difundido por la revista médica The Lancet, en el que se demanda la legalización del aborto, contiene cifras infladas, datos recabados de manera deficiente y un lenguaje altamente engañoso.
El reciente artículo sobre Aborto inducido: incidencia y tendencias mundiales de 1995 a 2008, actualiza los cálculos aproximados sobre el aborto para mostrar avances en el mejoramiento de la salud materna.
El Alan Guttmacher Institute y miembros del personal de la Organización Mundial de la Salud afirman que el número de abortos riesgosos por cada mil mujeres ascendió del 44 al 49 por ciento entre 1995 y 2008, mientras que el índice mundial de abortos disminuyó de 29 a 28 abortos por cada mil mujeres en edad reproductiva. Los abortos riesgosos se concentran en los países en desarrollo. En África central y occidental, el 100 por ciento de los abortos se consideran riesgosos. Presentando diversas estadísticas, los autores demandan que se redoblen los esfuerzos para legalizar el aborto y aumentar las inversiones destinadas a la anticoncepción en los países en desarrollo.
No obstante, el informe adolece de tres fallas principales. En primer lugar, los autores utilizan definiciones cuasi jurídicas en vez de médicas. En segundo lugar, hacen uso de una recolección de datos problemática. Por último, manejan la información de manera poco clara. Estos problemas recurrentes en los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre mortalidad materna fueron bien documentados por la doctora Donna J. Harrison.
A pesar de no tratarse de un trabajo de la OMS en sí, gran parte del artículo de The Lancet se basa en estudios previos de la Organización, con el cálculo de abortos riesgosos desarrollados y comisionados por la OMS. Esta última define el aborto riesgoso como un procedimiento para poner fin a un embarazo no planificado llevado a cabo por personas que carecen de las aptitudes necesarias o en un entorno que no se ajusta a los estándares médicos mínimos, o ambos.
Sin embargo, en artículos científicos redactados por miembros del personal de la OMS, como el de The Lancet, esta definición llega a ser intercambiable con otra cuasi jurídica: Como lo explica la OMS, es probable que los abortos practicados fuera de los límites de la ley sean riesgosos, aun si los realizan personas con formación médica. Por tanto, como en intentos anteriores de calcular la incidencia de abortos y de acuerdo con los hábitos de la OMS, utilizamos la definición operativa de abortos riesgosos, que son abortos realizados en países con leyes de aborto altamente restrictivas y aquellos que no reúnen los requisitos legales, en países con leyes menos restrictivas. Los abortos seguros fueron definidos como aquellos que reúnen los requisitos legales, en países con leyes liberales, o donde las leyes se interpretan liberalmente, tal que los abortos seguros están generalmente disponibles. No se hace mención de los estándares médicos ni de la aptitud de quienes practican abortos.
Lo que esto implica es que los abortos realizados en países con legislación liberal, como Estados Unidos, que tienen como consecuencia serias complicaciones o la muerte se clasificarían como abortos seguros. Los abortos realizados en países con restricciones, algunas veces facilitados por grupos activistas financiados por gobiernos y fundaciones progresistas, encajan en la categoría de riesgosos.
Los investigadores de la OMS reconocen la dificultad de obtener datos apropiados sobre aborto. Los registros de ingresos hospitalarios no pueden distinguir entre abortos espontáneos e inducidos; las encuestas informan por debajo el número de abortos; el lenguaje ambiguo impide efectuar clasificaciones claras de resultados de embarazo; y en países donde el aborto es ilegal o apenas accesible, la información es limitada. En particular, el aborto riesgoso es, según la OMS uno de los indicadores más difíciles de medir. Aun para el aborto seguro, sólo el 66 por ciento (dos tercios) de los países con leyes liberales de aborto cuentan con un mecanismo para recabar datos relevantes. No obstante, se reproduce, se cita y se confía en las estadísticas como si su validez fuera inalterable.
El informe más reciente de la OMS sobre aborto riesgoso asegura que el 13 por ciento de las muertes maternas se debe al aborto riesgoso, identificado como una de las tres causas principales de muerte materna en el mundo, junto con la hemorragia y la sepsis como consecuencia del parto. El artículo de The Lancet se basa en esta estadística. Dada la ambigüedad del término riesgoso y la falta de fiabilidad de los datos, uno se pregunta por qué debería gastarse más dinero en incrementar el acceso al aborto, en vez de hacerlo a través de medidas para mejorar la atención prenatal y posparto.
El artículo de The Lancet indica que en líneas generales, los procedimientos del aborto químico se clasifican como riesgosos. Fundamentalmente, esto incluye el misoprostol, que se considera peligroso debido al riesgo de sangrado profuso asociado con su uso incorrecto. Esto implica que organizaciones como el International Consortium on Medical Abortion, que promueven y distribuyen activamente el misoprostol para abortar, de hecho están incrementando las cifras de abortos riesgosos, que ellos aseguran estar previniendo.