BAMAKO, Mali, 31 de julio.- Los llevaron a punta de ametralladora hasta el centro de la ciudad de Aguelhok, en el norte de Mali. Los metieron a la fuerza en dos pozos de los que sólo asomaba su cabeza. Enseguida comenzaron a lanzarles piedras. Grandes, pesadas. Ella gritó, hasta que se desvaneció. Él chilló. Hasta que los dos murieron. Así, delante de unas 200 personas, un hombre y una mujer fueron lapidados por haber cometido el “crimen” de convivir y tener dos hijos sin estar legalmente casados.

Ocurrió en la madrugada del domingo, y fue el primer caso de ejecución a pedradas desde que el grupo radical islámico Ansar al Din (Defensores del islam) tomó el control del norte del país africano, en junio, y decidió implementar los castigos previstos por la sharia (ley islámica) hasta sus máximas consecuencias.

Combatientes del grupo islamista Mujao patrullando por la localidad de Gao, en el norte de Mali, el 16 de julio. (AFP)

“Fue horrible. Fue inhumano. Los mataron como si fueran animales” , contó por teléfono a The New York Times un funcionario local que pidió mantener el anonimato.

Con este brutal espectáculo público, los islamistas mostraron que no les tiembla el pulso a la hora de aplicar la sharia en la región de Gao, que lograron controlar tras derrotar en duros enfrentamientos a los independentistas tuareg.

Toda la mitad norte de Mali (Azawad) ha sido tomada por los musulmanes, pero sigue perteneciendo oficialmente a Mali.

Varios testigos dijeron que la pareja vivía en las afueras de Aguelhok y que tenía dos hijos, el menor de apenas seis meses.

El gobierno de transición de Mali, que afronta la ardua tarea de sacar al país de la compleja crisis política y territorial en la que está inmerso desde el golpe de Estado del 22 de marzo pasado, condenó ayer en duros términos la lapidación, a la que calificó de “práctica oscurantista de otra época” .

“El gobierno se enteró con indignación y estupefacción de la lapidación en la que murió una pareja”, indicó en un comunicado. El Ejecutivo prometió que “este acto no quedará en la impunidad”, y reiteró “su determinación a seguir haciendo todo lo necesario para la rápida liberación de las zonas ocupadas en el norte de Mali”.

En esta región del norte (Azawad), integrantes de Ansar al Din ya habían castigado en otras ocasiones el adulterio o la ingesta de alcohol con latigazos, pero nunca habían llegado a una ejecución.

“En Tombuctú, en Gao y en Kidal (las tres regiones cuyo control se escapa a las autoridades) no se puede jugar al fútbol ni ver la televisión. Se han acabado las tardes de baile y los lugares de entretenimiento”, denunció a la agencia EFE Yéyia Tadin, un refugiado de esta localidad septentrional controlada por Asar al Din.

En la ciudad de Tombuctú, cuya parte antigua es reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, los radicales islámicos han destruido en las últimas semanas más de una decena de mausoleos, por considerarlos lugares de culto heréticos que se desvían de las enseñanzas coránicas.

En tanto, los partidos políticos negocian contra reloj la formación de un gobierno de unidad. Ayer vencía el tiempo dado por la Comunidad Económica de Estados de Africa Occidental (ECOWAS) para establecer una hoja de ruta que saque al país de la crisis, pero a último momento el plazo se extendió diez días. (EFE / AFP / DPA / ANSA)