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Siendo yo un niño, este dulce se comía en mi casa casi todos los días. Es un postre excelente, un sencillo manjar. Dura por mucho tiempo refrigerado, sin perder sus delicias. Con queso de bola raspado, para los conocedores, está más allá de toda palabra que intente describirlo.
Manera de hacerse:
Se corta la papaya sin la piel y sin las semillas. Se remoja en agua con las dos cucharaditas de cal por 20 minutos. Se escurre y se lava muy bien, de manera que se le quite toda la cal. La cal tiene la propiedad de formar una pared dura que recubre la papaya. Así no queda mermelada. Los trozos enteros con buen consistencia son posibles gracias al uso de la cal. Pero, repito, es necesario asegurarse de que no queden rastros de ella.
La papaya se pone a hervir con el agua necesaria para cubrir cada trozo, con el azúcar y la ramita de canela. Se deja cocer hasta que suelte hervor. Entonces se baja la flama y se deja cocer unas tres horas, o hasta que espese el almíbar.
Si se quiere más oscuro el dulce, se puede hacer un poco de caramelo derritiendo 1 taza de azúcar directamente en una sartén teflón sin agua. El azúcar, cuando se disuelve por el calor, se vuelve líquida y se deja de color caramelo profundo. Entonces se puede agregar al dulce, ayudando a crear un almíbar espeso y de color profundo.
Rochef Gourmet