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MEXICO, D.F., 31 de agosto.- Mientras la CNTE provoca caos de la Ciudad de México, evidenciando de paso la colosal falta de pantalones de Miguel Ángel Mancera, Jefe de Gobierno, con cuya ineptitud tendrá que lidiar por un lustro más la capital mexicana, el entorno internacional está cambiando drásticamente y vuelve mucho más importante la reacción que tendrá el Gobierno de Peña Nieto ante los mayúsculos retos que se le presentan.
La economía mundial de los últimos años ha estado definida por la expectativa, poco realista a mi juicio, de que las economías desarrolladas empezarían a mostrar sus limitaciones mientras que las de países emergentes tomarían la batuta del crecimiento mundial, haciendo que creciera la importancia relativa de las últimas con respecto a las primeras.
Una y otra vez escuchamos cómo el país del futuro sería China, y el resplandor de los BRIC (Brasil, Rusia, la India y China) parecía deslumbrar a propios y extraños. La primera parte de esa aseveración se cumple.
El crecimiento de la economía estadounidense se verá limitado por el proceso de desendeudamiento de las familias de ese país y por una situación fiscal complicada, mientras que la crisis de la economía europea entrará en su siguiente episodio después de que pasen las elecciones alemanas. El tema de las economías emergentes es mucho más complejo.
En las últimas semanas ha surgido preocupación por el alto nivel de endeudamiento que contrató China en su vertiginoso ascenso. La deuda de empresas privadas chinas asciende a 1.24 veces el PIB y éstas ya recurren a pagar sus deudas con pagarés, como resultado de una severa crisis de liquidez que probablemente provocará una crisis bancaria y que probablemente se reflejará en mucho menor crecimiento.
La economía rusa amenaza con una recesión, afectada por la debilidad en mercados de materias primas.
La producción total de sectores clave como energía y agricultura ha caído 4.5 por ciento desde octubre, y la producción industrial también se empieza a contraer. Igualmente, Brasil podría entrar en recesión.
Ambas economías presentan una fuerte salida de capitales, lo cual ha forzado a elevar las tasas de interés en moneda local (lo que mermará aún más el crecimiento). El real brasileño ha sufrido una devaluación equivalente a que el tipo de cambio en México hubiera pasado de 12 a 18 pesos por dólar.
Por último, la rupia de la India ha mostrado una caída histórica. Ha quedado en evidencia la extrema rigidez de la economía. El país se ve afectado por falta de crecimiento, inflación, subsidios que estrangulan al fisco e incapacidad total para realizar reformas estructurales.
Mientras tanto, soplan vientos de guerra y es inminente el ataque de Estados Unidos, Francia y el Reino Unido a Siria como represalia por el brutal uso de armas químicas contra población civil, lo cual amenaza con convertirse en un conflicto en una región en la cual la esperanza de la Primavera Árabe se diluye ante fanatismos religiosos e instituciones débiles.
El entorno se ha complicado y puede volverse en extremo complejo. ¿En éste qué se espera de México? Se espera que el gobierno de Peña Nieto muestre determinación y capacidad operativa. Seamos realistas. Cuando hablamos de reformas estructurales, éstas no darán fruto durante esta administración.
La mejor reforma energética no extraerá un barril adicional de petróleo en los próximos seis años, y una reforma educativa espectacular no sacará a un alumno más preparado por las aulas en este sexenio.
Sin embargo, lo que este gobierno sí puede hacer es mostrarse capaz de tomar el toro por los cuernos y ese valor será premiado con abundante inversión internacional que está buscando dónde acomodarse. El gobierno de México puede mostrar que se atreve a intentar hacer las cosas.
Puede generar el apoyo de una sociedad civil que está harta y que hoy empieza a despertar ante la desfachatez de un sindicato que no merece llamarse de “maestros” y que busca preservar el statu quo a expensas de millones de niños a los que están condenando a la mediocridad.
El presidente debe estar más que agradecido de que es la CNTE quien le está poniendo la mesa para que dé un golpe que no deje espacio a dudas. Afortunadamente, quien presenta la oportunidad en bandeja de plata es un grupo carente de banderas que despierten simpatía alguna.
Ha llegado el momento de poner límites, de empezar a hacer valer un diezmado Estado de derecho y de dar un primer paso para recorrer un largo camino cuya meta está aún lejana y a la que llegaremos cuando el imperio de la ley venza a la hoy flagrante impunidad.
Cualquier negociación que la CNTE obtenga como resultado de su irresponsable acción, será mal vista. Ha llegado el momento de privilegiar los derechos de millones de ciudadanos sobre el de un grupo de rufianes.
La buena noticia es que si Peña Nieto se atreve, logrará de paso que México se diferencie en forma contundente, y en un momento más que oportuno, de otros países emergentes con los cuales competimos por recursos e inversiones. (Agencias)