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Mérida, Yucatán, México, septiembre 23 de 2018
Las abejas y otros insectos relacionados con ellas son hoy en día unos de los animales más amenazados, pues están cerca de la extinción.
¿Por qué las abejas están en peligro de extinción? Los motivos son diversos los motivos y realmente, la mayoría está en manos de los humanos, así como las posibles soluciones.
Las abejas son vitales para la vida en el planeta, incluida la nuestra. Aunque pueda parecer extraño o incluso increíble para algunos, estos pequeños animales polinizadores son vitales para el ser humano. Al alimentarse recogen polen en sus patas, antenas y pelos para llevarlo a la colmena, pero al ir de flor en flor recogiendo también sueltan una parte, lo que resulta en un método reproductivo muy usado por gran variedad de plantas. Así, las abejas ayudan enormemente a que la vegetación del planeta siga creciendo.
Por tanto, también son muy importantes para otros animales, como animales herbívoros que se alimenten de dichos vegetales así como para los humanos, ya que necesitamos la vegetación para vivir, pues obtenemos alimento, zonas con más agua, zonas con distintos climas, usamos plantas para fabricar ropa y otros materiales, etcétera.
Por tanto, los problemas de contaminación ambiental que afectan a las abejas, a los humanos nos afectan directamente e indirectamente, al dañar seriamente a especies como estos insectos que aportan gran riqueza a nuestro ecosistema y nos permiten vivir como hasta ahora.
Además, si lo vemos desde una perspectiva de la alimentación y la economía que esto supone a nivel mundial, resulta que los insectos que polinizan aportan un 10% al valor económico de la producción agrícola mundial. Si sumamos esto a todo lo demás, como por ejemplo el hecho que los vegetales que ayudan a reproducir nos aportan más oxígeno para respirar, entonces vemos que realmente las abejas tienen gran importancia.
Las abejas obreras tardan 21 días en convertirse en insectos adultos, y tan solo viven trabajando unos 45 días en épocas de fuerte floración. Solo en la última parte de esos días irá a recoger néctar, polen, agua, resinas para propóleos y mielatos.
Una cucharadita de 4 ml de miel, del tipo cuchara de café, representa el trabajo de toda la vida de 10-12 abejas.
Para reunir un kilo de miel hacen falta 2,500 abejas. Cada obrera hará entre 10 y 15 vuelos diarios, volando entre 40 y 100 kilómetros diarios, a una velocidad máxima de 25Km/h, durante al menos 21 días. Cada abeja obrera libará (cosechará) el néctar de 560 flores al día.
En números redondos:
Muchas son las especies de abejas, avispas y abejorros que corren riesgos, pero realmente las más afectadas son las primeras. Concretamente, podemos basarnos en el estudio llamado “Lista Roja de Abejas” llevado a cabo por IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), encargada de actualizar la “Red List” de especies amenazadas y en peligro, junto con STEP (Estado y Tendencia de Polinizadores en Europa), ha determinado que casi 1 de cada 10 abejas en estado salvaje en Europa está bajo amenaza de extinción. Se ha realizado este estudio sobre 1,965 especies de abejas en Europa, un número elevado sobre todo considerando que se conocen unas 2,000 especies en Europa.
Concretamente, se ha concluido que actualmente más del 9% de las especies de abejas salvajes están amenazadas de extinción. Además, se ha demostrado que la tendencia es al alza y que cada año este porcentaje aumenta significativamente, de hecho se calcula que en breve esta cifra aumentará más de un 5%, superando el 15% de las especies de abejas salvajes. Por ello, la Comisión Europea ha mostrado apoyo a estas dos entidades con proyectos para salvar a las abejas.
Entre las principales causas de la cercana desaparición de las abejas se han destacado las siguientes:
Conociendo la importancia de estos insectos voladores, podemos decir que entre las consecuencias de la desaparición de las abejas destacamos las siguientes:
Algunas medidas que pueden ser una solución para que las abejas no se extingan son:
En cada ocasión en que una abeja recoge néctar de una flor o bien néctar y polen y se desplaza a otra para hacer lo mismo, realiza uno de los actos más importantes y beneficiosos para las plantas, la polinización. Entre la infinidad de insectos que participan en la polinización, la abeja melífera (Apis mellífera) es con mucho la más eficaz.
Si hace varios años de cada cien insectos visitadores, las abejas constituían el 70-80%, hoy día, debido al progresivo retroceso de especies polinizadoras salvajes a causa de las condiciones ambientales, el porcentaje alcanza el 90-95% de todas las visitas de insectos. Por lo tanto, se puede considerar a la abeja como una profesional de la polinización.
Haciendo un recuento, vemos que en una colonia de medianas dimensiones viven unos 60,000 individuos, de los que 2/3 (unos 40,000 aproximadamente) más o menos salen todos los días a por polen y néctar, con una frecuencia diaria de 15 ó 20 viajes, durante cada uno de los cuales visitan de 30 a 50 flores.
Si hacemos los cálculos, para una sola colonia, en un día alcanzamos ya la magnitud de millones de flores visitadas diariamente. Si consideramos, por experimentos realizados, un radio medio de trabajo de 1,500 m, cada colmena se encargaría de 700 hectáreas de terreno. Si además tenemos en cuenta que cada flor cede a la abeja néctar en cantidades que se miden en miligramos, para cada kilo de miel hacen falta cientos de miles de visitas. Este rápido repaso nos puede dar una idea de la magnitud del fenómeno.
Concienciados sobre la importantísima función que desempeñan las abejas en la polinización, la Fundación Amigos de las Abejas, en colaboración con otras entidades, instala colmenares de polinización en zonas donde se observa un déficit de insectos polinizadores, y allá donde no acceden los apicultores profesionales por falta de rentabilidad, como ocurre en zonas de montaña con difícil acceso o que han sufrido incendios recientemente.
La agricultura es la primera y auténtica beneficiaria de los servicios prestados por las abejas. Su contribución en términos económicos es realmente significativa, hasta tal punto que la renta directa de la apicultura (miel, cera, polen y otros productos) pasa a un segundo término.
En España, los cultivos sometidos a polinización por abejas son principalmente los árboles frutales (almendro, melocotonero, cerezo, ciruelo, manzano, peral), las leguminosas forrajeras (alfalfa, trébol), las cucurbitáceas (melones, pepinos, calabazas, calabacines, berenjenas) y otros cultivos hortícolas (fresas, frambuesa, espárragos, zarzamora, tomate), las plantas para la extracción de aceite (girasol, colza), las fibras textiles (lino, algodón), entre muchas otras, constituyen una lista parcial de vegetales que dependen necesariamente o al menos se ven favorecidos por la acción polinizadora de las abejas. De hecho, resultaría más sencillo citar solo los vegetales que no se ven beneficiados por la acción de las abejas.
Resulta ya indiscutible que las abejas, y con ellas los apicultores, participan en medida considerable en la producción agrícola. Gracias a este papel, el patrimonio privado de los apicultores se convierte en patrimonio público, dado que el beneficio derivado de su trabajo se deja sentir en toda la colectividad, estableciéndose así un lazo recíproco entre abejas, medioambiente, agricultura y ser humano, que debe ser protegido.
El Senador Jorge Carlos Ramírez Marín, durante toda su campaña realizó a cruzada en favor de las abejas, a fin de crear conciencia sobre la pérdida de estos insectos indispensables y benéficos para la humanidad.
En sus folletos, camisetas, redes sociales, mensajes y caminatas, el entonces aspirante al Senado abordó de manera constante el tema para advertir sobre la gravedad del problema y recalcar la importancia de frenar el despoblamiento de las colmenas.
Es necesario recuperar no sólo la producción de miel, insistía, sino también la polinización del campo que realizan las abejas, que es esencial para la producción de alimentos.
Con su cruzada “¡Salvemos a las abejas!”, Ramírez Marín sentó un precedente en el país al ser el primer candidato que se ocupa de un problema social y económico no sólo nacional, sino global.
En sus caminatas se sembraron arbolitos de dzidzilché, una planta melífera por excelencia, en los jardines de vecinos que aceptaron sumarse, a la causa ecológica.
Entre otras acciones, el candidato visitó a productores de miel del interior del Estado y organizaciones que comparten esta preocupación y sostuvo una reunión con docentes, investigadores y expertos incluso internacionales, a quienes propuso crear un grupo de trabajo sobre este tema.
Socios de organismos tan diversos como cámaras empresariales, cuerpos colegiados, asociaciones civiles, comunidades de deportistas y ambientalistas se manifestaron en favor de la cruzada del ahora Senador Ramírez Marín quien hace 14 años, siendo diputado local, advirtió en el Congreso del Estado que era necesario frenar la pérdida de las abejas.
Se comprometió que al llegar al Senado, gestionaría que la situación de la apicultura sea declarada un caso de emergencia nacional —equivalente a un desastre natural—, a fin de que se destinen recursos para recuperar las colmenas, la producción de miel y la polinización del campo mexicano. Sería una especie de Fonden Apícola.
“Es de vital importancia para el país impulsar la apicultura y la agricultura, pues ayudará a millones de familias que dependen económicamente de estas actividades”, enfatizó durante su campaña electoral.
En estos días, ya como Vicepresidente de la Cámara de Senadores, Jorge Carlos Ramírez Marín, alertó sobre el riesgo que enfrenta la humanidad ante la posibilidad de que las abejas se extingan y expuso un Punto de Acuerdo por el que exhorta a la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) y al Servicio Nacional de Sanidad Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) a tomar medidas para la preservación de las abejas, ante lo que denominó podría convertirse en el “fin del mundo”.
“Increíble, usar la tribuna para hablar de las abejas. En primer lugar, se los debo; en segundo lugar, estoy convencido y lo voy a hacer cuantas veces sea necesario, y hasta que el Poder Legislativo decida, como han hecho en otros países, tomar medidas radicales para la preservación de las abejas, de los apicultores, de la apicultura. Hasta que no estemos totalmente convencidos que sin abejas no vamos a tener futuro”, advirtió.
En su intervención, dio a conocer que en México 42 mil familias dependen de la apicultura, de las cuales, el 35 por ciento se concentra en Yucatán, entidad de la que es originario.
Adelantó que el Punto de Acuerdo también exhorta a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y a la SAGARPA, a implementar medidas para abatir el daño que sufren las abejas por el uso de productos químicos para la fumigación de sembradíos en todo el país.
Luego de leer este artículo, la próxima vez que una abeja zumbe a tu alrededor, recuerda que muchos de nuestros alimentos dependen en gran medida de la polinización natural intermediada por insectos: un servicio clave que abejas y otros polinizadores prestan al ecosistema.