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Vida.- Hija de doña Carolina Schmidtlein García Teruel y de don Emmanuel Amor Subervielle, ambos miembros de la más señera aristocracia mexicana, vió la primera luz en la ciudad de México.
Nací en este siglo, en todo y por todo. Soy de raza criolla, con ascendencia española, alemana y francesa, afirmaba. La menor de siete hermanos. De las mujeres la más vanidosa y la más bonita. Me bautizaron con los nombres de Guadalupe y Teresa. El uno mexicanísimo, el otro no puede ser más español. Como ninguno de los nombres me sentaba, siempre me llamaron Pita, aseguraba.
Pita Amor en su juventud
La sonetista contaba que en su infancia sobrevivió la pérdida de la riqueza familiar en Morelos, por lo que constantemente recurrían al Monte de Piedad para empeñar y vender los tesoros que habían logrado rescatar del desastre económico que trajo consigo la revolución.
Mujer con sensibilidad a flor de piel, a Pita le gustaba cantar en voz alta, pero su voz era tan estridente que aunque su mamá la elogiaba, solía callarla, por lo que finalmente decidió buscar como escenario la cocina y como su público a las domésticas que difícilmente aguantaban sus pláticas.
En la infancia también fue una niña a la que la paralizaba la oscuridad y petrificada por el miedo, buscaba esconderse en las faldas de Viviana, una de las tantas sirvientas de la casa. Pero Lupe Amor comenzó a gustar de la soledad desde muy pequeña y siempre vivió rodeada de lujos. Sin embargo, la pérdida de la riqueza familiar, la convirtió ya en su adolescencia, en una mujer estrafalaria, porque conservaba la costumbre de cubrirse con vestidos escotados, mantones y capas; y no usaba ropa interior ni medias.
Fue una mujer sumamente bella, por lo cual fue pintada por Juan Soriano y Diego Rivera, Martha Chapa, Alfonso Michel, Raúl Anguiano, Roberto Montegro, por citar algunos artistas.
Poetisa y escritora.- Singular poetisa y escritora mexicana, Pita Amor, la undécima musa, plasmó en su poesía los temas metafísicos; le cantó a Dios, a la muerte, a la soledad, a la angustia, a la nada. Sus poemas se caracterizan a partir de expresiones directas y desencadenadas, siempre en primera persona, todo gira alrededor de la vida. Se hizo gran amiga de importantes personalidades de la vida literaria, como Gabriela Mistral, la cual le sirvió de inspiración para escribir uno de sus más conocidos libros: Yo soy mi casa (1946).
Entre sus poemas publicados tenemos: (1947) Puerta obstinada; (1948) Círculo de angustia; (1949) Polvo; (1953) Décimas a Dios; (1958) Sirviéndole a Dios, de hoguera; (1959) Todos los siglos del mundo; (1984) Soy dueña del universo. De sus prosas están: (1957) Yo soy mi casa (1946) y Galería de títeres (1959).
Carácter y personalidad de Pita.- Fue la última de siete hermanos, la niña privilegiada, a la que sus padres no lograron controlar. A treinta metros a la redonda siempre era el centro de atención. A Pita Amor le costó adaptarse al mundo que la rodeaba, nunca pudo salirse de sí misma para realmente amar a otro. Era demasiada enamorada de su persona. Ella misma se llamaba la reina de la noche, porque tenía por costumbre recorrer el Paseo de la Reforma de la ciudad de México cuando ya había anochecido.
Vivió intensamente, aceptó todos los placeres y todas la amarguras. Su primer escándalo público fue a los 18 años, nadie puede asegurar si Pita se enamoró realmente en alguna ocasión, pero esto fue lo más cercano; se convirtió en amante de José Madrazo, un rico ganadero de 60 años con quien mantuvo una larga relación que abrió una época de provocación al mundo.
Guadalupe Amor pasaba de escándalo en escándalo, sin la menor compasión por sí misma. A los 38 años, decide tener un hijo, sintiéndose incapaz de criarlo y decide darlo en custodia a su hermana mayor, Carito. Pero ocurre lo inesperado: Manuelito que así le llamaba el niño, muere ahogado en una pileta con agua, a la edad de un año y meses. Es en ese momento, cuando Pita Amor comenzó su camino descendiente, nadie pudo consolarla, no deseaba ver a nadie. Su vida personal se volvió silenciosa, de un día para otro Pita se retiró. Escogió el aislamiento. Descuidó su aspecto físico.
Guadalupe Amor sale a un mundo diferente en los ochentas, insolente y arrebatada todavía pero diferente, nada quedaba de aquel cuerpo que desnudo pintara Diego Rivera o Raúl Anguiano. Después de diez años, decidió dar un recital de poesía mexicana desde Sor Juana hasta Pita, en el cual tuvo un gran éxito, también volvió a dar entrevistas para la televisión.
Año tras año celebraba la Navidad con su hermana Carito Amor, donde Pita llegaba con enormes bolsas con regalos para todos. Por cierto, muy comunes: una pasta para dientes, un jabón, una crema de afeitar, entre otras cosas. Su forma altanera de ser y su soberbia la volvían temible; se alejaron de ella, enamorados y amigos. Con una rosa en la cabeza y su bastón en la mano quedaron sus huellas en la Zona Rosa, un personaje único al que todos acostumbraron ver y escuchar, con esa imagen quedaron quienes tuvimos la fortuna de conocerla.
Pita Amor en sus últimos años
En su humanidad conviven y batallan los más extremos climas sentimentales. Quien pudo tratarla, aunque sea momentáneamente, ya no la olvidó jamás, porque era un ser con personalidad avasalladora. Para bien y para mal, reclamaba, exigía, gritaba, lloraba, golpeaba; no se dejaba dominar por nadie. Preceden a su persona, en cualquier actividad, el elogio y la censura. Nunca pasaba inadvertida.
Su personalidad la llevó a decir que su poesía sólo podría ser equiparada a la de Sor Juana Inés de la Cruz y Octavio Paz. Y en alguna ocasión también aseguró: Ojalá que alguno de estos renglones que escribo, pueda dar a quien lo lea, un reflejo modesto de mi angustia, de mi esperanza...
Aportaciones a la cultura.- La poesía de Guadalupe Amor es única en su estilo, en ella refleja la forma de cómo percibía al mundo que la rodeaba. Sus poemas son un poco complicados de entender. Tal vez se deba a las expresiones directas y desencadenadas empleadas en sus poemas y narrativa. Podemos afirmar que sus versos y prosa son el juego de palabras que a cualquiera hacen reír, al leer cualquier fragmento. Pierde la tristeza y preocupación todo aquél que se atreve a leer a Guadalupe Amor, La Diosa, como ella misma se autonombraba.
De acuerdo a la escritora Josefina Estrada, Guadalupe Amor tuvo una época espléndida en su juventud, escribió lindos sonetos, pero en sus últimos años se convirtió en una figura desquiciada, sumamente interesante y fuera de sí. Su obra posee un público compacto y fiel. A continuación, la manera en que se definía: